Snickers
25-sep-2009, 14:27
http://www.haztevegetariano.com/page/997/la_carne_ecologica_no_es_comida_sana
La carne ecológica no es comida sana
Las así llamadas carnes ecológicas se venden como medio para reducir la exposición de las personas a hormonas y toxinas químicas.
Physicians Committee for Responsible Medicine (PCRM)
Las así llamadas carnes ecológicas se venden como medio para reducir la exposición de las personas a hormonas y toxinas químicas. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) afirma que, los animales criados de forma ecológica deberán ser alimentados ecológicamente y tener acceso a espacios abiertos. No se les suministraran antibióticos ni hormonas de crecimiento. Las cosechas orgánicas deberán ser cultivadas sin utilizar la mayoría de los pesticidas convencionales ni fertilizantes basados en el petróleo o aguas residuales.
Sin embargo, mientras que la concentración de algunos contaminantes podría reducirse, el hecho de consumir carne ecológica no reduce el riesgo frente a enfermedades que siguen siendo las mayores asesinas de americanos. Colesterol, grasa (especialmente grasa saturada), y proteína animal son los principales culpables en la carne asociados con altos riesgos de enfermedades cardiacas, diabetes y algunos tipos de cáncer. También se asocian con el desarrollo de los muchos factores de riesgo que conducen a estas enfermedades, incluyendo obesidad e hipertensión.
Los productos animales, se produzcan como se produzcan, incrementan el riesgo de padecer muchas enfermedades.
El colesterol se encuentra en todos los productos de origen animal.
El hígado produce de forma natural todo el colesterol que el cuerpo humano necesita, por lo que nunca se requieren de fuentes externas del mismo. Todos los alimentos de origen animal – productos lácteos, carne (no importa el tipo), pescado, huevos – contienen colesterol, mientras que las plantas no lo contienen.
El colesterol es un causante de problemas. Primero, se suma a tu propio colesterol, por lo que aumenta los niveles del mismo en tu sangre.[1] Todos somos diferentes, pero por regla general, cada 100 miligramos de colesterol en tu dieta diaria añaden unos 5 puntos a tu nivel de colesterol total. ¿Cómo se traduce esto a tu plato? 114 gr. de ternera o pollo, con o sin piel, contiene unos 100 miligramos de colesterol.
Incluso el menos grasiento de los filetes de pollo contiene colesterol, porque este se esconde en los tejidos musculares. En general, el pollo contiene solo un poco menos de grasa que la ternera – un 23% frente a un 29% - y mucha de ella es grasa saturada bloqueadora de arterias, la peor clase.
En lo que se refiere al contenido de colesterol, el pescado varía. 114 gr. de atún tienen 40 miligramos de colesterol, mientras que el abadejo o la trucha arcoíris contienen más de 80 miligramos. Ninguno se acerca ligeramente a estar ‘libre de colesterol’ y en algunos pescados los contenidos son extremadamente altos – el marisco como por ejemplo gambas, langosta y cangrejo. Gramo a gramo, las gambas contienen el doble de colesterol que la ternera.
El colesterol en los alimentos puede suponer un alto riesgo para la salud incluso de aquellas personas sin altos índices de colesterol propios. Numerosos estudios, tales como el llevado a cabo por el Western Electric Co. cerca de Chicago, [2] han demostrado que cuanto más colesterol consumes, mayor es el riesgo de bloqueo de tus arterias, independientemente de los niveles de colesterol en sangre. Menos colesterol en tu plato significa menos riesgo de problemas cardiacos – hasta un 50% menos – se reduzca o no el nivel de colesterol en tu sangre.
Los alimentos que contiene colesterol deberían ser evitados completamente. Una conferencia internacional de eminencias a la cabeza de la investigación sobre enfermedades cardiacas, incluyendo a Michael DeBakey, M.D., Dean Ornish, M.D, entre otros muchos, concluyó que ‘la ingesta optima de colesterol en un adulto es probablemente cero’, [3] reiterando con ello la conclusión a la que llegaron investigadores de Harvard.[4] Una dieta que contenga carne roja, así como pollo, pavo, pescado, ternera, huevos o productos lácteos, no es una dieta de contenido cero en colesterol.
Grasas Saturadas
La grasa saturada de los alimentos es incluso peor que el colesterol – y su contenido no se ve afectado por el estatus de ecológico. Las grasas saturadas son particularmente dañinas porque estimulan al hígado a producir más colesterol. El término ‘saturada’ significa simplemente que la molécula de grasa está totalmente cubierta por átomos de hidrógeno. Las grasas saturadas son fácilmente reconocibles ya que son sólidas a temperatura ambiente, mientras que las grasas insaturadas son líquidas. La grasa se aprecia en todo tipo de carne por lo que, la única forma de evitarla es evitar la carne totalmente. Incluso la pechuga de pollo o de pavo cocinada sin piel contienen una cantidad importante de grasa saturada; alrededor de un 20% de las calorías provienen de la grasa animal escondida en los músculos. Y entre un 15% y un 30% de la grasa del pescado es grasa saturada. Un estudio publicado en el Diario de Medicina de Australia y Nueva Zelanda demostró que las personas que adoptan una dieta vegetariana reducen, de forma natural, la ingesta de grasas un 26% y consiguen un descenso importante de los niveles de colesterol en solo 6 semanas.[5]
Osteoporosis
La proteína animal de cualquier fuente es mala para los huesos. Estudios han demostrado que la proteína animal provoca una mayor pérdida de calcio y aumenta el riesgo de fracturas y osteoporosis.[6-8] Hace muchos años se creía que la proteína animal era beneficiosa, pero hoy en día se piensa que es parte del problema y no de la solución. Las proteínas procedentes de las plantas – en alubias, cereales y verduras – parecen no tener este efecto negativo en los huesos.[9]
Problemas de disfunción renal
Las proteínas liberan nitrógeno en la sangre al ser ingeridas y metabolizadas. Cuando se consume demasiada proteína, esta produce presión sobre los riñones que deben expulsar los deshechos a través de la orina. Dietas altas en proteína se asocian a disminución en la función renal. Con el tiempo, las personas que consumen grandes cantidades de proteínas, especialmente proteína animal, se arriesgan a la perdida permanente de la función renal. Investigadores de Harvard denunciaron que las dietas altas en proteínas se asociaban con un descenso significativo en la función renal, basándose en observaciones tomadas en 1624 mujeres participantes del proyecto Estudio sobre la Salud de las Enfermeras. La buena noticia es que el daño se encontró únicamente en aquellas mujeres que ya tenían la función renal disminuida al iniciar el estudio. La mala noticia es que hasta 1 de cada 4 adultos en los EEUU podría sufrir ya de disminución en la función renal, lo que sugiere que la mayoría de las personas con problemas renales, no son conscientes de estos y no se dan cuenta de que las dietas altas en proteínas podrían ponerles en riesgo de mayor deterioro. Los efectos dañinos en los riñones fueron vistos únicamente con proteína animal. La proteína procedente de las plantas no tuvo efectos perjudiciales.[10]
Enfermedades cardiacas
Los cuatro factores de riesgo más importantes para padecer una enfermedad cardiaca son: altos niveles de colesterol, tensión alta, tabaquismo y un estilo de vida sedentario. Ninguno de estos factores puede paliarse cambiando al consumo de carnes ecológicas.
La dieta puede ser un tratamiento efectivo frente a las enfermedades cardiacas. Sin embargo, las actuales pautas nacionales, que recomiendan los cortes magros de carne y pescado, no son suficientes. Un estudio del Diario de Medicina de Nueva Inglaterra demostró que los efectos del Programa Nacional Educativo sobre el Colesterol Paso II Dieta de Colesterol, que incluía cortes magros de carne y pescado, son ineficaces en el tratamiento de enfermedades cardiacas. Incluso entre pacientes que cumplieron 100% con el programa, esta dieta demostró una reducción de tan solo un 5% del colesterol LDL.[11] Para pacientes con un nivel de colesterol de 250 mg/dl (6.5 mmol/L), por ejemplo, una disminución del 5% significa unos niveles de 235 mg/dl (6.1 mmol/L) lo que es todavía demasiado alto para nuestra seguridad. No solo dicha dieta no recude los niveles de colesterol de forma efectiva, sino que no revierte el bloqueo arterial y, de hecho, permite que dicho bloqueo empeore gradualmente en la mayoría de pacientes. Tristemente, estudios como este, que han investigado lo que se considera el ‘patrón oro’ en tratamientos dietéticos, han llevado a muchas personas a creer que únicamente la dieta no puede ser un tratamiento efectivo para la prevención o inversión de las patologías cardiacas – esto no podría estar más lejos de la realidad.
Se ha demostrado de forma consistente que las dietas basadas en plantas son el método más eficaz para prevenir y revertir las enfermedades cardiacas. Los vegetarianos tienden a estar más delgados, tener niveles de colesterol más bajos, menos presión arterial y padecen menos enfermedades cardiacas. Un estudio clínico que utilizó la dieta vegetariana baja en grasa demostró una inversión real de la enfermedad al reducir el bloqueo de las arterias coronarias[12] – algo que las ‘prudentes’ dietas bajas en grasas que incluyen productos animales, no han sido capaces de demostrar.
La carne ecológica no es comida sana
Las así llamadas carnes ecológicas se venden como medio para reducir la exposición de las personas a hormonas y toxinas químicas.
Physicians Committee for Responsible Medicine (PCRM)
Las así llamadas carnes ecológicas se venden como medio para reducir la exposición de las personas a hormonas y toxinas químicas. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) afirma que, los animales criados de forma ecológica deberán ser alimentados ecológicamente y tener acceso a espacios abiertos. No se les suministraran antibióticos ni hormonas de crecimiento. Las cosechas orgánicas deberán ser cultivadas sin utilizar la mayoría de los pesticidas convencionales ni fertilizantes basados en el petróleo o aguas residuales.
Sin embargo, mientras que la concentración de algunos contaminantes podría reducirse, el hecho de consumir carne ecológica no reduce el riesgo frente a enfermedades que siguen siendo las mayores asesinas de americanos. Colesterol, grasa (especialmente grasa saturada), y proteína animal son los principales culpables en la carne asociados con altos riesgos de enfermedades cardiacas, diabetes y algunos tipos de cáncer. También se asocian con el desarrollo de los muchos factores de riesgo que conducen a estas enfermedades, incluyendo obesidad e hipertensión.
Los productos animales, se produzcan como se produzcan, incrementan el riesgo de padecer muchas enfermedades.
El colesterol se encuentra en todos los productos de origen animal.
El hígado produce de forma natural todo el colesterol que el cuerpo humano necesita, por lo que nunca se requieren de fuentes externas del mismo. Todos los alimentos de origen animal – productos lácteos, carne (no importa el tipo), pescado, huevos – contienen colesterol, mientras que las plantas no lo contienen.
El colesterol es un causante de problemas. Primero, se suma a tu propio colesterol, por lo que aumenta los niveles del mismo en tu sangre.[1] Todos somos diferentes, pero por regla general, cada 100 miligramos de colesterol en tu dieta diaria añaden unos 5 puntos a tu nivel de colesterol total. ¿Cómo se traduce esto a tu plato? 114 gr. de ternera o pollo, con o sin piel, contiene unos 100 miligramos de colesterol.
Incluso el menos grasiento de los filetes de pollo contiene colesterol, porque este se esconde en los tejidos musculares. En general, el pollo contiene solo un poco menos de grasa que la ternera – un 23% frente a un 29% - y mucha de ella es grasa saturada bloqueadora de arterias, la peor clase.
En lo que se refiere al contenido de colesterol, el pescado varía. 114 gr. de atún tienen 40 miligramos de colesterol, mientras que el abadejo o la trucha arcoíris contienen más de 80 miligramos. Ninguno se acerca ligeramente a estar ‘libre de colesterol’ y en algunos pescados los contenidos son extremadamente altos – el marisco como por ejemplo gambas, langosta y cangrejo. Gramo a gramo, las gambas contienen el doble de colesterol que la ternera.
El colesterol en los alimentos puede suponer un alto riesgo para la salud incluso de aquellas personas sin altos índices de colesterol propios. Numerosos estudios, tales como el llevado a cabo por el Western Electric Co. cerca de Chicago, [2] han demostrado que cuanto más colesterol consumes, mayor es el riesgo de bloqueo de tus arterias, independientemente de los niveles de colesterol en sangre. Menos colesterol en tu plato significa menos riesgo de problemas cardiacos – hasta un 50% menos – se reduzca o no el nivel de colesterol en tu sangre.
Los alimentos que contiene colesterol deberían ser evitados completamente. Una conferencia internacional de eminencias a la cabeza de la investigación sobre enfermedades cardiacas, incluyendo a Michael DeBakey, M.D., Dean Ornish, M.D, entre otros muchos, concluyó que ‘la ingesta optima de colesterol en un adulto es probablemente cero’, [3] reiterando con ello la conclusión a la que llegaron investigadores de Harvard.[4] Una dieta que contenga carne roja, así como pollo, pavo, pescado, ternera, huevos o productos lácteos, no es una dieta de contenido cero en colesterol.
Grasas Saturadas
La grasa saturada de los alimentos es incluso peor que el colesterol – y su contenido no se ve afectado por el estatus de ecológico. Las grasas saturadas son particularmente dañinas porque estimulan al hígado a producir más colesterol. El término ‘saturada’ significa simplemente que la molécula de grasa está totalmente cubierta por átomos de hidrógeno. Las grasas saturadas son fácilmente reconocibles ya que son sólidas a temperatura ambiente, mientras que las grasas insaturadas son líquidas. La grasa se aprecia en todo tipo de carne por lo que, la única forma de evitarla es evitar la carne totalmente. Incluso la pechuga de pollo o de pavo cocinada sin piel contienen una cantidad importante de grasa saturada; alrededor de un 20% de las calorías provienen de la grasa animal escondida en los músculos. Y entre un 15% y un 30% de la grasa del pescado es grasa saturada. Un estudio publicado en el Diario de Medicina de Australia y Nueva Zelanda demostró que las personas que adoptan una dieta vegetariana reducen, de forma natural, la ingesta de grasas un 26% y consiguen un descenso importante de los niveles de colesterol en solo 6 semanas.[5]
Osteoporosis
La proteína animal de cualquier fuente es mala para los huesos. Estudios han demostrado que la proteína animal provoca una mayor pérdida de calcio y aumenta el riesgo de fracturas y osteoporosis.[6-8] Hace muchos años se creía que la proteína animal era beneficiosa, pero hoy en día se piensa que es parte del problema y no de la solución. Las proteínas procedentes de las plantas – en alubias, cereales y verduras – parecen no tener este efecto negativo en los huesos.[9]
Problemas de disfunción renal
Las proteínas liberan nitrógeno en la sangre al ser ingeridas y metabolizadas. Cuando se consume demasiada proteína, esta produce presión sobre los riñones que deben expulsar los deshechos a través de la orina. Dietas altas en proteína se asocian a disminución en la función renal. Con el tiempo, las personas que consumen grandes cantidades de proteínas, especialmente proteína animal, se arriesgan a la perdida permanente de la función renal. Investigadores de Harvard denunciaron que las dietas altas en proteínas se asociaban con un descenso significativo en la función renal, basándose en observaciones tomadas en 1624 mujeres participantes del proyecto Estudio sobre la Salud de las Enfermeras. La buena noticia es que el daño se encontró únicamente en aquellas mujeres que ya tenían la función renal disminuida al iniciar el estudio. La mala noticia es que hasta 1 de cada 4 adultos en los EEUU podría sufrir ya de disminución en la función renal, lo que sugiere que la mayoría de las personas con problemas renales, no son conscientes de estos y no se dan cuenta de que las dietas altas en proteínas podrían ponerles en riesgo de mayor deterioro. Los efectos dañinos en los riñones fueron vistos únicamente con proteína animal. La proteína procedente de las plantas no tuvo efectos perjudiciales.[10]
Enfermedades cardiacas
Los cuatro factores de riesgo más importantes para padecer una enfermedad cardiaca son: altos niveles de colesterol, tensión alta, tabaquismo y un estilo de vida sedentario. Ninguno de estos factores puede paliarse cambiando al consumo de carnes ecológicas.
La dieta puede ser un tratamiento efectivo frente a las enfermedades cardiacas. Sin embargo, las actuales pautas nacionales, que recomiendan los cortes magros de carne y pescado, no son suficientes. Un estudio del Diario de Medicina de Nueva Inglaterra demostró que los efectos del Programa Nacional Educativo sobre el Colesterol Paso II Dieta de Colesterol, que incluía cortes magros de carne y pescado, son ineficaces en el tratamiento de enfermedades cardiacas. Incluso entre pacientes que cumplieron 100% con el programa, esta dieta demostró una reducción de tan solo un 5% del colesterol LDL.[11] Para pacientes con un nivel de colesterol de 250 mg/dl (6.5 mmol/L), por ejemplo, una disminución del 5% significa unos niveles de 235 mg/dl (6.1 mmol/L) lo que es todavía demasiado alto para nuestra seguridad. No solo dicha dieta no recude los niveles de colesterol de forma efectiva, sino que no revierte el bloqueo arterial y, de hecho, permite que dicho bloqueo empeore gradualmente en la mayoría de pacientes. Tristemente, estudios como este, que han investigado lo que se considera el ‘patrón oro’ en tratamientos dietéticos, han llevado a muchas personas a creer que únicamente la dieta no puede ser un tratamiento efectivo para la prevención o inversión de las patologías cardiacas – esto no podría estar más lejos de la realidad.
Se ha demostrado de forma consistente que las dietas basadas en plantas son el método más eficaz para prevenir y revertir las enfermedades cardiacas. Los vegetarianos tienden a estar más delgados, tener niveles de colesterol más bajos, menos presión arterial y padecen menos enfermedades cardiacas. Un estudio clínico que utilizó la dieta vegetariana baja en grasa demostró una inversión real de la enfermedad al reducir el bloqueo de las arterias coronarias[12] – algo que las ‘prudentes’ dietas bajas en grasas que incluyen productos animales, no han sido capaces de demostrar.