Sakic
07-sep-2009, 18:35
Paso 1 de 1, poner un comentario sin preocuparse de ser politicamente correcto a este energumeno troglodita:
http://clasica.xornal.com/article.php?sid=20050715162930&vote=1
Contra los vegetarianos
Comerse el paisaje sin fanatismos, sobre todo cuando el paisaje de la tierra propia, es una manera gratificante de alimentarse y tiene algo de liturgia. Comulgar con la tierra en un acto de amor. Si además el paisaje nos produce exquisiteces como los grelos de Monfero, los bertons, el repollo de Betanzos, y demás, nuestra adhesión es unánime. Es una alimentación plausible aunque tenga también sus detractores. Pero este amor por el mundo vegetal no lo hacemos extensible a los vegetarianos.
Un vegetariano en una mesa es una ruina, su inapetencia contagia al resto de los comensales. La cocina vegetariana no ha creado ningún plato y ha suprimido muchos.
El origen del vegetarianismo parece que procede del Budismo y de las religiones teosóficas primitivas de la India, con la prohibición de sacrificar animales. Lo que no está inspirado en la compasión hacia las bestias, sino en la idea de la transmutación de las almas y la inmortalidad.
Alcanza cierta popularidad en la Europa del siglo XVIII. El retorno a la naturaleza y a la vida sencilla. Un movimiento que llega a Inglaterra en el siglo XIX donde gana adhesión en los intelectuales de la época. Se creía en la dieta vegetariana como vía de salud y principios virtuosos. Siendo por el contrario el consumo de carne una senda hacia el crimen y la enfermedad. El hombre es lo que come, decía Feuerbach, con conclusiones, por otra parte, nada vegetarianos. De todas formas el tiempo no ha dado la razón a los vegetarianos. La historia nos ha mostrado a vegetarianos como Adolfo Hitler, que no se benefició gran cosa de tan milagrosas influencias. Seguía una dieta preparada por una cocinera vegetariana, Frulein Mauzialy. Cuando se encolerizaba con sus secuaces, cosa frecuente, les llamaba “Kadavertressen”, comedores de cadáveres.
Aunque hoy abundan algo más, no es nuestro País donde esta secta entre científica y religiosa, como dijo Julio Camba, haya tenido muchos acólitos. Nuestra proverbial abstinencia de carne no se ha debido a preocupaciones religiosas, sino a las carencias impuestas por diezmos, foros y caciques. Pero el gallego nunca ha ocultado su vocación onnívora, al igual qu el resto de los pueblos de esta piel de toro.
Un buen ejemplo de lo dicho es una receta del libro de doña Ana María Herrera, “Manual de Cocina”, libro cuya autoría fue usurpada durante años por la llamada Sección Femenina. Un recetario de gran éxito, bien merecido por cierto, hasta el punto de ser motivo de estudio en la Universidad Menéndez Pelayo durante la época franquista, donde Manuel Vázquez Montalbán compuso un “menú autártico” siguiendo sus recetas.
Por si interesa, damos aquí esta receta vegetariana de clara vocación carnívora.
Patatas al ajo pollo: Se trata de un sofrito de almendras, pan, ajos y perejil y azafrán añadido al final. El azafrán no debe cocer casi. Una vez sofrito se machaca todo en el mortero y se rehoga junto a las patatas, se añade al agua conveniente y la sal moderada sin escatimar. Se espolvorea pimienta recién molida y como dijimos, el azafrán los últimos minutos. El pollo como puede verse es sólo pura imaginación. Recetas que brindamos a los vegetarianos a modo de disculpa cordial.
http://clasica.xornal.com/article.php?sid=20050715162930&vote=1
Contra los vegetarianos
Comerse el paisaje sin fanatismos, sobre todo cuando el paisaje de la tierra propia, es una manera gratificante de alimentarse y tiene algo de liturgia. Comulgar con la tierra en un acto de amor. Si además el paisaje nos produce exquisiteces como los grelos de Monfero, los bertons, el repollo de Betanzos, y demás, nuestra adhesión es unánime. Es una alimentación plausible aunque tenga también sus detractores. Pero este amor por el mundo vegetal no lo hacemos extensible a los vegetarianos.
Un vegetariano en una mesa es una ruina, su inapetencia contagia al resto de los comensales. La cocina vegetariana no ha creado ningún plato y ha suprimido muchos.
El origen del vegetarianismo parece que procede del Budismo y de las religiones teosóficas primitivas de la India, con la prohibición de sacrificar animales. Lo que no está inspirado en la compasión hacia las bestias, sino en la idea de la transmutación de las almas y la inmortalidad.
Alcanza cierta popularidad en la Europa del siglo XVIII. El retorno a la naturaleza y a la vida sencilla. Un movimiento que llega a Inglaterra en el siglo XIX donde gana adhesión en los intelectuales de la época. Se creía en la dieta vegetariana como vía de salud y principios virtuosos. Siendo por el contrario el consumo de carne una senda hacia el crimen y la enfermedad. El hombre es lo que come, decía Feuerbach, con conclusiones, por otra parte, nada vegetarianos. De todas formas el tiempo no ha dado la razón a los vegetarianos. La historia nos ha mostrado a vegetarianos como Adolfo Hitler, que no se benefició gran cosa de tan milagrosas influencias. Seguía una dieta preparada por una cocinera vegetariana, Frulein Mauzialy. Cuando se encolerizaba con sus secuaces, cosa frecuente, les llamaba “Kadavertressen”, comedores de cadáveres.
Aunque hoy abundan algo más, no es nuestro País donde esta secta entre científica y religiosa, como dijo Julio Camba, haya tenido muchos acólitos. Nuestra proverbial abstinencia de carne no se ha debido a preocupaciones religiosas, sino a las carencias impuestas por diezmos, foros y caciques. Pero el gallego nunca ha ocultado su vocación onnívora, al igual qu el resto de los pueblos de esta piel de toro.
Un buen ejemplo de lo dicho es una receta del libro de doña Ana María Herrera, “Manual de Cocina”, libro cuya autoría fue usurpada durante años por la llamada Sección Femenina. Un recetario de gran éxito, bien merecido por cierto, hasta el punto de ser motivo de estudio en la Universidad Menéndez Pelayo durante la época franquista, donde Manuel Vázquez Montalbán compuso un “menú autártico” siguiendo sus recetas.
Por si interesa, damos aquí esta receta vegetariana de clara vocación carnívora.
Patatas al ajo pollo: Se trata de un sofrito de almendras, pan, ajos y perejil y azafrán añadido al final. El azafrán no debe cocer casi. Una vez sofrito se machaca todo en el mortero y se rehoga junto a las patatas, se añade al agua conveniente y la sal moderada sin escatimar. Se espolvorea pimienta recién molida y como dijimos, el azafrán los últimos minutos. El pollo como puede verse es sólo pura imaginación. Recetas que brindamos a los vegetarianos a modo de disculpa cordial.