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margaly
28-abr-2007, 18:19
Cuando el amor de los animales resulta terapéutico

La prensa británica se hizo eco del caso de un chico autista de 4 años que aprendió a hablar repitiendo lo que decía su loro. Según los especialistas, se debe a que el niño “está contento cuando está con su mascota”. El domingo se celebra el día del animal.

por Ana María Bertolini

La prensa británica se hizo eco hace unos días del insólito caso de Dylan, un chico autista de 4 años que aprendió a decir sus primeras palabras -hasta ahí, sólo emitía ruidos- repitiendo lo que decía Barney, su loro: "Se debe a que está contento cuando está con su mascota", explicó el terapeuta del niño.

Relacionarse con un animal no sólo ayuda a los autistas: ¿Cómo sería la vida de un ciego sin su lazarillo? ¿De un campesino sin su caballo? ¿De un montañés sin su mula? ¿De alguien sin su perro?

La mitología cuenta que Rómulo y Remo fueron alimentados por una loba; y que el amor de los egipcios por Bastet (mira por donde ;) ) -su diosa gata, dadora de felicidad- los llevó a rendirse frente a los persas sin luchar, para no dañar a los gatos que estos traían como escudos.

El cristianismo también fomentó ese amor: San Francisco los tenía por "hermanos"; enfermo, San Roque fue asistido por un perro; Jesús, en el pesebre, está rodeado de animales de corral.

Hoy, Lassie, Platero, la tortuga Manuelita, la Anaconda de Horacio Quiroga y los deliciosos personajes de Rudyar Kipling que rodean a Mowgli en "El Libro de la Tierras Vírgenes" -Bagheera, Baloo o Akela- testimonian ese acercamiento.

Dicho así, se creería que desde siempre los humanos adoran a los animales y que este 29 de abril, cuando se celebre su día, todos les rendirán alguna muestra especial de amor.

Pero no es tan así, porque el Modernismo fue especialmente dañino con ellos y esa rémora sobrevive: René Descartes, quien planteó que los animales carecían de alma y por tanto no sentían, clavaba a perros vivos por sus patas para "demostrar" que sus aullidos no eran distintos al ruido de una máquina al romperse.

En la Argentina, recién a fines del siglo XIX se comenzó a reaccionar contra el maltrato y la voracidad: la creciente extinción de especies llevó a Domingo Faustino Sarmiento a crear la Sociedad Protectora de Animales, que confió a Ignacio Albarracín, promotor de la primera ley de protección.

Desde 1891, la ley 2786 estableció en todo el país la obligación de respetarlos e impedir su maltrato y caza indiscriminada; Albarracin murió el 29 de abril de 1926, y en su honor se eligió esa fecha para conmemorar el Día del Animal.

En 1977, la Liga Internacional de los Derechos del Animal adoptó la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, que fue aprobada en 1978 por Naciones Unidas (ONU) y que tiene 14 artículos, el primero de los cuales recuerda que "todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen los mismos derechos a la existencia". Sin embargo, en el mundo hay 16.119 especies en extinción y 784 ya están totalmente extintas.

Las veterinarias que hacinan animales en jaulas, violan el artículo 2 que dice que "todo animal tiene derecho al respeto" y a "la atención, a los cuidados y a la protección del humano."

Los traficantes de animales silvestres violan el cuarto: "Todo animal perteneciente a una especie salvaje tiene derecho a vivir libremente en su propio ambiente natural"; y quien ata a su perro
o lo encierra, viola el tercero: "Ningún animal será sometido a malos tratos ni actos de crueldad."

Los científicos violan el 8: "La experimentación que implique un sufrimiento físico o psicológico es incompatible con los derechos del animal, tanto si se trata de experimentos médicos científicos, comerciales, o de cualquier otra forma".

Los cartoneros y campesinos que extenúan a sus caballos violan el 7, que dice que "todo animal de trabajo tiene derecho a una limitación razonable del tiempo e intensidad del trabajo, a una alimentación reparadora y al reposo."

Quienes contaminan y desertifican violan el artículo 12: "Todo acto que implique la muerte de un gran número de animales salvajes es un genocidio, es decir, un crimen contra la especie. La contaminación y destrucción del ambiente conducen al genocidio."

Ciertos circos violan el 10: "Ningún animal debe ser explotado para esparcimiento del humano"; y quien los abandona en la calle, el 6: "El abandono de un animal es un acto cruel y degradante".

Las riñas de gallo y las corridas de toros, violan el 13: "Las escenas de violencia en las que los animales son víctimas deben ser prohibidas"; y avicultores y matarifes, el 9: "Cuando un animal es criado para la alimentación debe ser nutrido, instalado y transportado, así como sacrificado, sin que ello resulte para él motivo de ansiedad o dolor."

Dicho esto, huelga preguntarse por qué en el almanaque existe el Día del Animal y ningún Día del Hombre


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