Looanne
21-ene-2006, 01:48
Revisando unas viejas revistas he encontrado un interesante artículo sobre el vegetarianismo. Unos buenos argumentos para "defender" nuestra postura que directamente paso a copiar.
Revista Vital, nº 39
<< No parece necesario que el vegetarianismo pruebe que es una dieta mejor que la convencional carnívora y piscívora. Es suficiente con que demuestre que, por lo menos, es tan correcta e higiénica como la dieta tradicional. No obstante desde siempre, el vegetarianismo ha defendido sus razones de ser mediante 5 grandes líneas de argumentación: argumentos éticos, antropológicos, ecológicos, de salud y de tipo religioso u ocultista.
1. Argumentos éticos
El hombre, por naturaleza, no es un depredador.
Nos consta que en los tiempos prehistóricos existieron algunos homínidos que se alimentaros exclusivamente de frutos y raíces. Más aún, la dieta del hombre primitivo (frutas y recolección de raíces) no difería mucho de la dieta de los grandes simios, y la ingestión de carne era algo raro y ocasional.
Ya en el Paleolítico, el hombre se convirtió en cazador y depredador, y adoptó lentamente una dieta omnívora que incluía el carnivorismo. Con todo, siempre guardó un aspecto emocional positivo con respecto a los animales, sus sufrimientos, inimaginable en una depredador nato.
Ya los pospitagóricos nos hicieron ver que el hombre es un ser evolucionado que tiene, además, una comunidad de vida con los demás animales, seres dignos que no merecen ser destruidos por una criatura que, en principio, no necesita de sus cuerpos para sobrevivir. Ese argumento ético es válido hasta nuestros días: el hombre moderno tiene una aversión natural hacia la carne cruda y las vísceras, porque, por naturaleza trofológica, no engulle a los animales como alimento primordial. A este argumento, cabe añadir, en la modernidad, que la actual ganadería intensiva promueve, además, el sufrimiento de los animales antes de su muerte.
2. Argumentos antropológicos
Dentadura - Hasta hace algunos años se ha querido deducir de las diferentes piezas dentales del hombre su carácter de omnívoro. En especial, siempre se hacía hincapié en que los caninos estaban ahí para desgarrar la carne. Hoy nadie defiende esta tesis. La dentadura humana es parecida a la de los grandes simios y nuestros caninos son precisamente un residuo defensivo de nuestro parentesco con los antropoides, gorilas y chimpancés, los cuales nunca los usan para matar o desgarrar, sólo para defenderse de sus depredadores. Los incisivos, por otra parte, son excelentes instrumentos para cortar la fibra de verduras, frutas y frutos secos, luego masticada por los molares.
Aparato digestivo - El aparato digestivo de los carnívoros es doce veces mayor que su torso; posee una pared con muchos repliegues y se halla comprimido y lleno de recovecos. Las sustancias que penetran en él no son excretadas hasta un período relativamente largo de tiempo. Es un sistema digestivo adecuado para la fibra y la celulosa que necesitan mucho más tiempo de digestión y avances.
Ácidos orgánicos - Los animales carnívoros segregan grandes cantidades de ácidos orgánicos para digerir la carne cruda. Cuando el hombre ingiere grandes cantidades de carne y pescado y, aunque ya hayan sido "digeridos" en parte por el fuego, necesita todavía importantes cantidades de ácido para disolver estos alimentos y esto sólo se logra a través de hiperfunciones del hígado y del bazo, lo que a largo plazo conduce a problemas funcionales en estos órganos. Pero lo más problemático de una dieta carnívora es que los bolos alimenticios ricos en proteína animal tardan muchas hora en atravesar nuestro intestino y, antes de ser evacuados, los residuos empiezan a fermentar en el interior, con lo que asimilamos sustancias tóxicas indeseables para nuestra salud.
Anatomía humana - Anatómicamente nos parecemos mucho a los grandes simios que, en general, no se alimentan de carne. Es cierto que los chimpancés algunas veces cazan, pero sólo en momentos de carencia de los frutos en los que se basa su dieta, y los gorilas son estrictos vegetarianos. Como especie, por tanto, no somos carnívoros, ni herbívoros, ya que no somos rumiantes, y tampoco podemos decir que somos, como indica la dietética actual eufemísticamente, "omnívoros", es decir, que lo comemos todo (¿¿todo??). Si bien es cierto que, al igual que los simios, podemos adaptarnos temporalmente a cualquier dieta, también lo es que, por evolución y nicho trofológico, somos básicamente frugívoros y vegetarianos.
3. Argumentos ecológicos
Una alimentación vegetariana es, económicamente, mucho más sostenible que una alimentación carnívora. Producir carne es mucho más costoso que generar alimentos vegetales: una vaca ha de alimentarse con casi 10 kg de proteína vegetal para producir 1 kg de proteína animal de consumo humano. La persona que centra su dieta en la carne, para conseguir en torno a 2400 calorías/día, requiere 1 1/2 ha. de terreno dedicadas a ganado. Si la misma persona basa su dieta en trigo, podría alimentarse con 1/8 parte de 1 hectárea. Media ha. plantada con arroz y judías puede dar de comer a seis personas.
En los países industrializados, un 80% de los cereales se emplea para alimentar animales. Dicho de otra forma, el hambre en el mundo podría ser fácilmente dominada si el hombre volviese a su alimentación natural.
Tampoco hay que olvidar los efectos antiecológicos que produce la cría gigantesca de animales para consumo de carne. Una parte importante de la quema de bosques en la Amazonia proviene de la constante extensión ganadera para satisfaces las demandas de las cadenas mundiales de hamburguesas.
4. Argumentos de salud
Proteínas - La dieta convencional se basa en la interpretación de lo esencial que resulta la ingestión de proteínas de alto valor bromatológico ("completas" se las denomina) junto a grasas e hidratos de carbono y, desde el químico Justus Liebig, estas proteínas se localizan en la carne.
Las proteínas cárnicas tienen todos los aminoácidos esenciales mientras que a algunas de las proteínas de origen vegetal les falta alguno. Desde este punto de vista, las proteínas que proceden de los animales no sólo muestran todos los aminoácidos esenciales, sino que, además, los contienen en una proporción que parece ser la que necesitan nuestras células.
Los dietistas del siglo XIX afirmaron que las proteínas eran la principal fuente de calorías (cosa que es errónea ya que la fuente principal de calorías son las grasas y los hidratos de carbono) y que, aparte, un hombre necesitaba una ingesta de 140 g de proteínas completas, lo que equivalía a una fuerte dieta cárnica. Pero estas conclusiones han sido revisadas a lo largo del siglo XIX tanto por los dietistas como por los bromatólogos de orientación vegetariana.
Aunque es verdad que algunos vegetales carecen en sus proteínas de aminoácidos esenciales, también lo es que, combinando diversos vegetales, podemos obtener fácilmente los aminoácidos básicos.
Como señalamos, necesitamos de muchas menos proteínas de lo que parece y la energía procede, sobre todo, de los hidratos de carbono que encontramos en grandes cantidades en los vegetales. A ello se le añade, y éste es el argumento esencial, que la proteína de origen animal casi siempre se halla hipotecada por residuos metabólicos de las células de los animales que presentan alguna toxicidad y que deben ser eliminados. En cambio, las proteínas de origen vegetal no contienen toxinas.
Por otro lado, recordaremos que incluso una dieta "estrictamente vegetaliana o veganista" es perfectamente compatible con la salud porque también ingiriengo sólo vegetales podemos encontrar todo lo necesario para la vida, incluida la polémica vitamina B12 que se halla en los germinados y la alfalfa, por ejemplo.
Vitaminas - Los vegetales aportan muchas más vitaminas y elementos minerales que la carne y pescados, así como oligoelementos. También cabe recordar que las vitaminas y enzimas que las carnes contienen desaparecen casi por completo en el proceso de asado o cocción mientras que los vegetales que ingerimos crudos aportan toda la energía de vitaminas frescas.
Trastornos metabólicos - A principios del siglo XX, el Dr. Lahmann y el químico R. Berg probaron que una dieta basada en la carne promueve importantes trastornos metabólicos y es responsable de diversas enfermedades.
Tras la digestión, la persona que se alimenta con carnes y pescados recibe en la sangre cantidades de ácidos orgánicos que trastocan la composición mineral de la misma. Para defenderse de estos residuos tóxicos, el organismo depone lentamente estos ácidos en forma cristalina en los tejidos conjuntivos y luego en el interior de las mismas células. Es lo que el Dr. Reckeweg ha denominado "homotoxinas". Algunas de las enfermedades crónicas y degenerativas tales como artrosis, reuma, diabetes o piedras renales provienen directamente de estos depósitos.
Tipo de sangre según las dieta - La sangre de una persona que sigue una dieta convencional tiene una composición mucho más ácida que alcalina. Por contrario, un vegetariano tendrá siempre una sangre mucho más alcalinizada. La medicina convencional no le da importancia a la acidosis de la sangre, pero una sangre con sobrecarga de ácidos baña con menor intensidad y profusión los tejidos celulares debido a su viscosidad y potencia la degeneración de los capilares, convirtiéndose en un factor de riesgo para infartos y afecciones circulatorias.
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Revista Vital, nº 39
<< No parece necesario que el vegetarianismo pruebe que es una dieta mejor que la convencional carnívora y piscívora. Es suficiente con que demuestre que, por lo menos, es tan correcta e higiénica como la dieta tradicional. No obstante desde siempre, el vegetarianismo ha defendido sus razones de ser mediante 5 grandes líneas de argumentación: argumentos éticos, antropológicos, ecológicos, de salud y de tipo religioso u ocultista.
1. Argumentos éticos
El hombre, por naturaleza, no es un depredador.
Nos consta que en los tiempos prehistóricos existieron algunos homínidos que se alimentaros exclusivamente de frutos y raíces. Más aún, la dieta del hombre primitivo (frutas y recolección de raíces) no difería mucho de la dieta de los grandes simios, y la ingestión de carne era algo raro y ocasional.
Ya en el Paleolítico, el hombre se convirtió en cazador y depredador, y adoptó lentamente una dieta omnívora que incluía el carnivorismo. Con todo, siempre guardó un aspecto emocional positivo con respecto a los animales, sus sufrimientos, inimaginable en una depredador nato.
Ya los pospitagóricos nos hicieron ver que el hombre es un ser evolucionado que tiene, además, una comunidad de vida con los demás animales, seres dignos que no merecen ser destruidos por una criatura que, en principio, no necesita de sus cuerpos para sobrevivir. Ese argumento ético es válido hasta nuestros días: el hombre moderno tiene una aversión natural hacia la carne cruda y las vísceras, porque, por naturaleza trofológica, no engulle a los animales como alimento primordial. A este argumento, cabe añadir, en la modernidad, que la actual ganadería intensiva promueve, además, el sufrimiento de los animales antes de su muerte.
2. Argumentos antropológicos
Dentadura - Hasta hace algunos años se ha querido deducir de las diferentes piezas dentales del hombre su carácter de omnívoro. En especial, siempre se hacía hincapié en que los caninos estaban ahí para desgarrar la carne. Hoy nadie defiende esta tesis. La dentadura humana es parecida a la de los grandes simios y nuestros caninos son precisamente un residuo defensivo de nuestro parentesco con los antropoides, gorilas y chimpancés, los cuales nunca los usan para matar o desgarrar, sólo para defenderse de sus depredadores. Los incisivos, por otra parte, son excelentes instrumentos para cortar la fibra de verduras, frutas y frutos secos, luego masticada por los molares.
Aparato digestivo - El aparato digestivo de los carnívoros es doce veces mayor que su torso; posee una pared con muchos repliegues y se halla comprimido y lleno de recovecos. Las sustancias que penetran en él no son excretadas hasta un período relativamente largo de tiempo. Es un sistema digestivo adecuado para la fibra y la celulosa que necesitan mucho más tiempo de digestión y avances.
Ácidos orgánicos - Los animales carnívoros segregan grandes cantidades de ácidos orgánicos para digerir la carne cruda. Cuando el hombre ingiere grandes cantidades de carne y pescado y, aunque ya hayan sido "digeridos" en parte por el fuego, necesita todavía importantes cantidades de ácido para disolver estos alimentos y esto sólo se logra a través de hiperfunciones del hígado y del bazo, lo que a largo plazo conduce a problemas funcionales en estos órganos. Pero lo más problemático de una dieta carnívora es que los bolos alimenticios ricos en proteína animal tardan muchas hora en atravesar nuestro intestino y, antes de ser evacuados, los residuos empiezan a fermentar en el interior, con lo que asimilamos sustancias tóxicas indeseables para nuestra salud.
Anatomía humana - Anatómicamente nos parecemos mucho a los grandes simios que, en general, no se alimentan de carne. Es cierto que los chimpancés algunas veces cazan, pero sólo en momentos de carencia de los frutos en los que se basa su dieta, y los gorilas son estrictos vegetarianos. Como especie, por tanto, no somos carnívoros, ni herbívoros, ya que no somos rumiantes, y tampoco podemos decir que somos, como indica la dietética actual eufemísticamente, "omnívoros", es decir, que lo comemos todo (¿¿todo??). Si bien es cierto que, al igual que los simios, podemos adaptarnos temporalmente a cualquier dieta, también lo es que, por evolución y nicho trofológico, somos básicamente frugívoros y vegetarianos.
3. Argumentos ecológicos
Una alimentación vegetariana es, económicamente, mucho más sostenible que una alimentación carnívora. Producir carne es mucho más costoso que generar alimentos vegetales: una vaca ha de alimentarse con casi 10 kg de proteína vegetal para producir 1 kg de proteína animal de consumo humano. La persona que centra su dieta en la carne, para conseguir en torno a 2400 calorías/día, requiere 1 1/2 ha. de terreno dedicadas a ganado. Si la misma persona basa su dieta en trigo, podría alimentarse con 1/8 parte de 1 hectárea. Media ha. plantada con arroz y judías puede dar de comer a seis personas.
En los países industrializados, un 80% de los cereales se emplea para alimentar animales. Dicho de otra forma, el hambre en el mundo podría ser fácilmente dominada si el hombre volviese a su alimentación natural.
Tampoco hay que olvidar los efectos antiecológicos que produce la cría gigantesca de animales para consumo de carne. Una parte importante de la quema de bosques en la Amazonia proviene de la constante extensión ganadera para satisfaces las demandas de las cadenas mundiales de hamburguesas.
4. Argumentos de salud
Proteínas - La dieta convencional se basa en la interpretación de lo esencial que resulta la ingestión de proteínas de alto valor bromatológico ("completas" se las denomina) junto a grasas e hidratos de carbono y, desde el químico Justus Liebig, estas proteínas se localizan en la carne.
Las proteínas cárnicas tienen todos los aminoácidos esenciales mientras que a algunas de las proteínas de origen vegetal les falta alguno. Desde este punto de vista, las proteínas que proceden de los animales no sólo muestran todos los aminoácidos esenciales, sino que, además, los contienen en una proporción que parece ser la que necesitan nuestras células.
Los dietistas del siglo XIX afirmaron que las proteínas eran la principal fuente de calorías (cosa que es errónea ya que la fuente principal de calorías son las grasas y los hidratos de carbono) y que, aparte, un hombre necesitaba una ingesta de 140 g de proteínas completas, lo que equivalía a una fuerte dieta cárnica. Pero estas conclusiones han sido revisadas a lo largo del siglo XIX tanto por los dietistas como por los bromatólogos de orientación vegetariana.
Aunque es verdad que algunos vegetales carecen en sus proteínas de aminoácidos esenciales, también lo es que, combinando diversos vegetales, podemos obtener fácilmente los aminoácidos básicos.
Como señalamos, necesitamos de muchas menos proteínas de lo que parece y la energía procede, sobre todo, de los hidratos de carbono que encontramos en grandes cantidades en los vegetales. A ello se le añade, y éste es el argumento esencial, que la proteína de origen animal casi siempre se halla hipotecada por residuos metabólicos de las células de los animales que presentan alguna toxicidad y que deben ser eliminados. En cambio, las proteínas de origen vegetal no contienen toxinas.
Por otro lado, recordaremos que incluso una dieta "estrictamente vegetaliana o veganista" es perfectamente compatible con la salud porque también ingiriengo sólo vegetales podemos encontrar todo lo necesario para la vida, incluida la polémica vitamina B12 que se halla en los germinados y la alfalfa, por ejemplo.
Vitaminas - Los vegetales aportan muchas más vitaminas y elementos minerales que la carne y pescados, así como oligoelementos. También cabe recordar que las vitaminas y enzimas que las carnes contienen desaparecen casi por completo en el proceso de asado o cocción mientras que los vegetales que ingerimos crudos aportan toda la energía de vitaminas frescas.
Trastornos metabólicos - A principios del siglo XX, el Dr. Lahmann y el químico R. Berg probaron que una dieta basada en la carne promueve importantes trastornos metabólicos y es responsable de diversas enfermedades.
Tras la digestión, la persona que se alimenta con carnes y pescados recibe en la sangre cantidades de ácidos orgánicos que trastocan la composición mineral de la misma. Para defenderse de estos residuos tóxicos, el organismo depone lentamente estos ácidos en forma cristalina en los tejidos conjuntivos y luego en el interior de las mismas células. Es lo que el Dr. Reckeweg ha denominado "homotoxinas". Algunas de las enfermedades crónicas y degenerativas tales como artrosis, reuma, diabetes o piedras renales provienen directamente de estos depósitos.
Tipo de sangre según las dieta - La sangre de una persona que sigue una dieta convencional tiene una composición mucho más ácida que alcalina. Por contrario, un vegetariano tendrá siempre una sangre mucho más alcalinizada. La medicina convencional no le da importancia a la acidosis de la sangre, pero una sangre con sobrecarga de ácidos baña con menor intensidad y profusión los tejidos celulares debido a su viscosidad y potencia la degeneración de los capilares, convirtiéndose en un factor de riesgo para infartos y afecciones circulatorias.
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