amerino
12-nov-2006, 21:19
Jesús Monterín escribe en el País del 1 de Noviembre:
"La pulsión del dedo que aprieta el gatillo y produce el derrumbe del animal grande y hermoso lleva a cazadores adinerados y sin escrúpulos a ofrecer sumas ingentes de dinero a agencias como Abies Hunting, especializadas en organizar cacerías terribles de elefantes en África o de osos en Europa. La zona de Europa donde todavía podría salvarse una población viable de osos está en los Cárpatos de Rumania, aunque incluso allí la población se ha reducido a la mitad en los últimos años y empieza a estar amenazada. El sanguinario dictador Nicolae Ceausescu solía desfogar sus malos instintos con la caza de osos desde su chalet de Covasna, en plena Transilvania, la tierra de Drácula. El ex comunista Adrian Nastase fue primer ministro de Rumanía hasta diciembre de 2004, en que perdió las elecciones ante el demócrata Traian Básescu. Nastase era también presidente de la Asociación Rumana de Cazadores y atraía a personajes ricos o influyentes co*nocidos por su afición al gatillo con la promesa de ofrecerles osos que fusilar y, para mayor morbo, alojándolos en el chalet de caza del mismísimo Ceaucescu.
En octubre de 2004, en los últimos días de Nastase en el poder, la agencia Abies Hunting organizó a Juan Carlos de Borbón un viaje privado para matar osos en los Cárpatos. El Rey pasé el fin de semana en Covasna, hospedado en el chalet del dictador Ceausescu, y le dio gusto al dedo accionando repetidamente el gatillo y abatiendo a tiros a cinco osos y otros animales. El escándalo estalló en la prensa rumana y rápidamente dio la vuelta al mundo a través de Internet. Apenas tres meses después, en enero de 2005, la prensa austriaca dio a conocer una nueva cacería de Juan Carlos, llegado expresamente en avión privado a Graz con la correspondiente comitiva de guardaespaldas. Tanta cacería lejana empezaba a oler a chamusquina. El diputado Joan Tardá preguntó al Ejecutivo si pensaba pedir disculpas al pueblo rumano y si le parecía ético que el Rey gastase el dinero que le otorga el Estado en la caza de especies que en muchos países europeos, incluida España, están protegidas por la ley. El senador Iñaki Anasagasti interpeló al Gobierno español para saber "cuánto cuestan estas cacerías, quién las paga y con qué gente va". El Gobierno se escabulló como pudo, contestando que las cacerías son "actividades de carácter privado" de la Casa Real y que, por lo tanto, están "excluidas de refrendo por parte del Gobierno". También declinó informar sobre su costo, ya que "el Rey recibe de los Presupuestos del Estado una cantidad global... y distribuye libremente la misma". El portavoz de la Casa Real mantuvo su mutismo, alegando no tener acceso a la agenda privada del Rey.
Pero ni por esas. La pulsión de apretar el gatillo parece ser incontenible. En octubre de 2006, Juan Carlos volvió a ir en avión especial nada menos que a Rusia a fin de abatir otro oso. El diario moscovita Kommersant ha publicado la carta del técnico responsable de la caza en la provin*cia rusa de Vólogda, donde había tenido lugar la presunta cacería, consistente en colocar delante del rey a un "bondadoso y alegre oso" del zoo local, llamado Mitrofán, transportado en una jaula y soltado para que el rey lo abatiese de un tiro, como así ocurrió, por lo que el técnico lamenta que con estas prácticas "se transforme la caza en una payasada sangrienta".
La noticia de que el Rey de España había ido hasta Rusia en avión especial a matar a un oso drogado en seguida ha dado la vuelta al mundo. La Casa Real se ha limitado a poner en duda que el oso estuviera drogado, que es lo de menos. Estas cacerías de animales protegidos o en peligro no incrementan precisamente el prestigio del Monarca y seguro que en su misma familia gozan de limitada aceptación. Alguien debería aconsejar al Rey, por su propio bien, que de una vez por todas aparte el dedo del gatillo".
Es reprobable ir a otro país a hacer lo que no está permitido en el tuyo, pero más aún si eres rey, no creéis?
Besos.
"La pulsión del dedo que aprieta el gatillo y produce el derrumbe del animal grande y hermoso lleva a cazadores adinerados y sin escrúpulos a ofrecer sumas ingentes de dinero a agencias como Abies Hunting, especializadas en organizar cacerías terribles de elefantes en África o de osos en Europa. La zona de Europa donde todavía podría salvarse una población viable de osos está en los Cárpatos de Rumania, aunque incluso allí la población se ha reducido a la mitad en los últimos años y empieza a estar amenazada. El sanguinario dictador Nicolae Ceausescu solía desfogar sus malos instintos con la caza de osos desde su chalet de Covasna, en plena Transilvania, la tierra de Drácula. El ex comunista Adrian Nastase fue primer ministro de Rumanía hasta diciembre de 2004, en que perdió las elecciones ante el demócrata Traian Básescu. Nastase era también presidente de la Asociación Rumana de Cazadores y atraía a personajes ricos o influyentes co*nocidos por su afición al gatillo con la promesa de ofrecerles osos que fusilar y, para mayor morbo, alojándolos en el chalet de caza del mismísimo Ceaucescu.
En octubre de 2004, en los últimos días de Nastase en el poder, la agencia Abies Hunting organizó a Juan Carlos de Borbón un viaje privado para matar osos en los Cárpatos. El Rey pasé el fin de semana en Covasna, hospedado en el chalet del dictador Ceausescu, y le dio gusto al dedo accionando repetidamente el gatillo y abatiendo a tiros a cinco osos y otros animales. El escándalo estalló en la prensa rumana y rápidamente dio la vuelta al mundo a través de Internet. Apenas tres meses después, en enero de 2005, la prensa austriaca dio a conocer una nueva cacería de Juan Carlos, llegado expresamente en avión privado a Graz con la correspondiente comitiva de guardaespaldas. Tanta cacería lejana empezaba a oler a chamusquina. El diputado Joan Tardá preguntó al Ejecutivo si pensaba pedir disculpas al pueblo rumano y si le parecía ético que el Rey gastase el dinero que le otorga el Estado en la caza de especies que en muchos países europeos, incluida España, están protegidas por la ley. El senador Iñaki Anasagasti interpeló al Gobierno español para saber "cuánto cuestan estas cacerías, quién las paga y con qué gente va". El Gobierno se escabulló como pudo, contestando que las cacerías son "actividades de carácter privado" de la Casa Real y que, por lo tanto, están "excluidas de refrendo por parte del Gobierno". También declinó informar sobre su costo, ya que "el Rey recibe de los Presupuestos del Estado una cantidad global... y distribuye libremente la misma". El portavoz de la Casa Real mantuvo su mutismo, alegando no tener acceso a la agenda privada del Rey.
Pero ni por esas. La pulsión de apretar el gatillo parece ser incontenible. En octubre de 2006, Juan Carlos volvió a ir en avión especial nada menos que a Rusia a fin de abatir otro oso. El diario moscovita Kommersant ha publicado la carta del técnico responsable de la caza en la provin*cia rusa de Vólogda, donde había tenido lugar la presunta cacería, consistente en colocar delante del rey a un "bondadoso y alegre oso" del zoo local, llamado Mitrofán, transportado en una jaula y soltado para que el rey lo abatiese de un tiro, como así ocurrió, por lo que el técnico lamenta que con estas prácticas "se transforme la caza en una payasada sangrienta".
La noticia de que el Rey de España había ido hasta Rusia en avión especial a matar a un oso drogado en seguida ha dado la vuelta al mundo. La Casa Real se ha limitado a poner en duda que el oso estuviera drogado, que es lo de menos. Estas cacerías de animales protegidos o en peligro no incrementan precisamente el prestigio del Monarca y seguro que en su misma familia gozan de limitada aceptación. Alguien debería aconsejar al Rey, por su propio bien, que de una vez por todas aparte el dedo del gatillo".
Es reprobable ir a otro país a hacer lo que no está permitido en el tuyo, pero más aún si eres rey, no creéis?
Besos.