margaly
04-oct-2006, 11:34
Nuestros "hermanos menores’’... Así llamaba Francisco a los animalitos. Los que lo conocieron hablaban con frecuencia del cariño que tenía por ellos y del poder que ejercía sobre ellos.
Es famosa la reprensión que dirigió a las golondrinas cuando iba a predicar en Alvino: "Hermanas golondrinas: ahora me toca hablar a mí; vosotras ya habéis parloteado bastante"...
Célebres son también las anécdotas de los pajarillos que venían a escucharlo cuando cantaba las grandezas del Creador, del conejo que no quería separarse de él en el lago Trasimeno y del lobo Gubbio, amansado por el santo: ¡Ven aquí, hermano lobo! Yo te mando, de parte de Cristo, que no hagas daño ni a mí ni a nadie.
Las golondrinas le seguían en bandadas y formaban una cruz, por encima de donde él predicaba. Cuando estaba solo en el monte, una mirla venía a despertarlo con su canto cuando era la hora de la oración de la medianoche. Pero si el santo estaba enfermo, el animalito no lo despertaba...
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HISTORIAS
http://www.conciencia-animal.cl/paginas/temas/fotos/gift%20santoyaves.gif
San Francisco domesticó tórtolas silvestres
Cierto muchacho había apresado un día muchas tórtolas y las llevaba a vender. Encontróse con él San Francisco de Asis, que sentía especial ternura por los animales mansos, y mirando las tórtolas con ojos compasivos, dijo al muchacho:
"¡Oye, buen muchacho; dame, por favor, esas aves tan inocentes, que en la Sagrada Escritura representan a las almas castas, humildes y fieles, para que no vengan a parar en manos crueles que les den muerte!"
El muchacho, impulsado por Dios, le dio al punto todas a San Francisco, y él las recibió en el seno y comenzó a hablar con ellas dulcemente:
"¡Oh hermanas mías tórtolas, sencillas, inocentes y castas! ¿Por qué os habéis dejado coger? Yo quiero ahora libraros de la muerte, y os haré nidos para que os multipliquéis y deis fruto, conforme al mandato de vuestro Creador".
Y San Francisco les hizo nido a todas. Ellas se domesticaron, y comenzaron a poner huevos y a empollar a la vista de los hermanos. Y vivían y alternaban familiarmente con San Francisco y los demás hermanos como si fueran gallinas alimentadas siempre por ellos. Y no se marcharon hasta que San Francisco les dio licencia para irse con su bendición.
Al muchacho que se las había dado dijo San Francisco:
"Hijo mío, tú llegarás a ser hermano menor en esta Orden y servirás en gracia a Jesucristo".
Y así sucedió: aquel joven se hizo religioso y vivió en la Orden con grande santidad.
El sermón a los pájaros
Y Francisco habló así a los pájaros:
"¡Carísimos hermanos pájaros! Mucho debéis vosotros a Dios, y es menester que siempre y en todas partes les alabéis y bendigáis: he aquí que os ha dado esas alas, con que medís y cruzáis en todas direcciones el espacio.
Él os ha adornado con ese manto de mil y mil colores lindos y delicados. Él cuida solícito de vuestro sustento, sin que vosotros tengáis que sembrar ni cosechar, y apaga vuestra sed con las límpidas aguas de los arroyuelos del bosque, y puso en vuestras gargantas argentinas voces con que llenáis los aires de dulcísimas armonías.
Y para vosotros, para vuestro abrigo y recreo, levantó las colinas y los montes, y aventó y suspendió las abruptas rocas. Y para que tuviéseis donde fabricar vuestros nidos, creó y riega y mantiene la enmarañada floresta. Y para que no tengáis que afanaros en hilar ni en tejer, cuida de vuestro vestido y del de vuestros hijuelos.
¡Oh!, mucho os ama vuestro soberano Creador, cuando os colma de tantos beneficios. Guardaos, pues, oh mis amados hermanitos, de serle ingratos, y pagadle siempre el tributo de alabanzas que le debéis".
No bien calló Francisco cuando los pajarillos empezaron a abrir sus picos y, batiendo las alas, tendiendo el cuello, inclinando al suelo la cabeza y haciendo mil otros graciosos meneos, prorrumpieron en alegres trinos, con que demostraban entero asentimiento a las palabras del santo predicador.
Éste, por su parte, lleno de contento y gozo, no se hartaba de contemplar tanta multitud y variedad de pájaros, tan mansos y dóciles. Y alabó también él al Señor y les encargó a ellos que nunca se cansasen de alabarle.
Y habiendo Francisco terminado su predicación y exhortación, hizo sobre sus alados oyentes la señal de la cruz para bendecirlos, y ellos al punto se lanzaron a los aires exhalando cantos maravillosos, y pronto se separaron y dispersaron en todas direcciones
Es famosa la reprensión que dirigió a las golondrinas cuando iba a predicar en Alvino: "Hermanas golondrinas: ahora me toca hablar a mí; vosotras ya habéis parloteado bastante"...
Célebres son también las anécdotas de los pajarillos que venían a escucharlo cuando cantaba las grandezas del Creador, del conejo que no quería separarse de él en el lago Trasimeno y del lobo Gubbio, amansado por el santo: ¡Ven aquí, hermano lobo! Yo te mando, de parte de Cristo, que no hagas daño ni a mí ni a nadie.
Las golondrinas le seguían en bandadas y formaban una cruz, por encima de donde él predicaba. Cuando estaba solo en el monte, una mirla venía a despertarlo con su canto cuando era la hora de la oración de la medianoche. Pero si el santo estaba enfermo, el animalito no lo despertaba...
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HISTORIAS
http://www.conciencia-animal.cl/paginas/temas/fotos/gift%20santoyaves.gif
San Francisco domesticó tórtolas silvestres
Cierto muchacho había apresado un día muchas tórtolas y las llevaba a vender. Encontróse con él San Francisco de Asis, que sentía especial ternura por los animales mansos, y mirando las tórtolas con ojos compasivos, dijo al muchacho:
"¡Oye, buen muchacho; dame, por favor, esas aves tan inocentes, que en la Sagrada Escritura representan a las almas castas, humildes y fieles, para que no vengan a parar en manos crueles que les den muerte!"
El muchacho, impulsado por Dios, le dio al punto todas a San Francisco, y él las recibió en el seno y comenzó a hablar con ellas dulcemente:
"¡Oh hermanas mías tórtolas, sencillas, inocentes y castas! ¿Por qué os habéis dejado coger? Yo quiero ahora libraros de la muerte, y os haré nidos para que os multipliquéis y deis fruto, conforme al mandato de vuestro Creador".
Y San Francisco les hizo nido a todas. Ellas se domesticaron, y comenzaron a poner huevos y a empollar a la vista de los hermanos. Y vivían y alternaban familiarmente con San Francisco y los demás hermanos como si fueran gallinas alimentadas siempre por ellos. Y no se marcharon hasta que San Francisco les dio licencia para irse con su bendición.
Al muchacho que se las había dado dijo San Francisco:
"Hijo mío, tú llegarás a ser hermano menor en esta Orden y servirás en gracia a Jesucristo".
Y así sucedió: aquel joven se hizo religioso y vivió en la Orden con grande santidad.
El sermón a los pájaros
Y Francisco habló así a los pájaros:
"¡Carísimos hermanos pájaros! Mucho debéis vosotros a Dios, y es menester que siempre y en todas partes les alabéis y bendigáis: he aquí que os ha dado esas alas, con que medís y cruzáis en todas direcciones el espacio.
Él os ha adornado con ese manto de mil y mil colores lindos y delicados. Él cuida solícito de vuestro sustento, sin que vosotros tengáis que sembrar ni cosechar, y apaga vuestra sed con las límpidas aguas de los arroyuelos del bosque, y puso en vuestras gargantas argentinas voces con que llenáis los aires de dulcísimas armonías.
Y para vosotros, para vuestro abrigo y recreo, levantó las colinas y los montes, y aventó y suspendió las abruptas rocas. Y para que tuviéseis donde fabricar vuestros nidos, creó y riega y mantiene la enmarañada floresta. Y para que no tengáis que afanaros en hilar ni en tejer, cuida de vuestro vestido y del de vuestros hijuelos.
¡Oh!, mucho os ama vuestro soberano Creador, cuando os colma de tantos beneficios. Guardaos, pues, oh mis amados hermanitos, de serle ingratos, y pagadle siempre el tributo de alabanzas que le debéis".
No bien calló Francisco cuando los pajarillos empezaron a abrir sus picos y, batiendo las alas, tendiendo el cuello, inclinando al suelo la cabeza y haciendo mil otros graciosos meneos, prorrumpieron en alegres trinos, con que demostraban entero asentimiento a las palabras del santo predicador.
Éste, por su parte, lleno de contento y gozo, no se hartaba de contemplar tanta multitud y variedad de pájaros, tan mansos y dóciles. Y alabó también él al Señor y les encargó a ellos que nunca se cansasen de alabarle.
Y habiendo Francisco terminado su predicación y exhortación, hizo sobre sus alados oyentes la señal de la cruz para bendecirlos, y ellos al punto se lanzaron a los aires exhalando cantos maravillosos, y pronto se separaron y dispersaron en todas direcciones