http://www.insgenar.org/La-arroba-un...ista-de-genero
Los hablantes son conscientes de sus nuevas connotaciones y han introducido este símbolo en la lengua escrita, sobre todo en contextos informales, para conferirle un toque de modernidad. Quizá también porque el afán de conseguir un lenguaje no sexista ha impregnado muchas esferas de la sociedad, la arroba se utiliza cada vez más en la flexión de sustantivos, adjetivos, determinantes y pronombres como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina, ya que su trazo sugiere a la vez las vocales a y o. Así pues, ya no es extraño toparnos con frases del tipo «¿Cómo te relacionas con tu hij@?», «Busco conocer chic@s para formar un grupo de buena gente» o «[...] contribuye a reconocer un derecho constitucional para tod@s [...]»,1 que incluyen los dos géneros y consiguen evitar pesadas expresiones como hijo o hija. Por tanto, la función de la arroba sería doble: se trataría de un caso de economía lingüística mezclado con un intento de ser políticamente correctos. No obstante, la solución no está exenta de problemas, tanto por lo que se refiere a las cuestiones de tipo práctico como a la normativa.
Por una parte, la nueva grafía -que si hace fortuna tal vez se consolide en el abecedario de las nuevas generaciones y aparezca en los diccionarios entre la a y la b- por el momento no tiene correspondencia fónica, por lo que este uso es imposible en la lengua oral. A ello hay que añadir los problemas derivados de las diferencias ortográficas entre la forma femenina y la masculina de algunos pares (como el/la), que dificultan enormemente la utilización de la arroba. Es evidente que el o la niñ@ no es una solución adecuada o que, como mínimo, una expresión así llamaría la atención por su incoherencia; cosa de la que, por otra parte, ya se ha percatado la Real Academia Española, que en el Diccionario panhispánico de dudas además considera inadmisible el uso de la arroba con estos fines puesto que no es un signo lingüístico (véase la acepción de género).
Como ven, pues, la controversia está servida: en todo caso, nuestro consejo es evitar el uso de la arroba en los contextos más formales y académicos.
Pero, otra vez más, los hablantes tienen la palabra para decidir la vida lingüística de este signo.