Buenas enas
Voy a poner unos extractos (casi todo, para que negarlo) de esta entrevista, q me ha resultado muy interesante
http://www.agendaviva.com/revista/ar.../M-ximo-Sand-n
Agenda Viva. Otoño 2009
Entrevistas
Máximo Sandín
biólogo y profesor titular de la Universidad Autónoma de Madrid, experto en temas evolutivos y autor de numerosos artículos, libros y reseñas sobre la evolución de los organismos vivos.
Cuando vio la luz Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural o el mantenimiento de las razas favorecidas en la lucha por la existencia, verdadero título del libro de Darwin, la evolución era conocida y llevaba cien años siendo estudiada científicamente en las universidades europeas (especialmente en Francia), por cierto, con aportaciones que se están mostrando en el buen camino, según los últimos descubrimientos. Los biólogos evolucionistas de entonces eran llamados “lamarckianos”. También creo conveniente señalar que Darwin, que era un victoriano acomodado, aficionado a la naturaleza, como muchos otros (había hecho estudios de teología), no sabía que estaba hablando de evolución. El término “evolución” no aparece hasta la sexta edición de su libro por sugerencia de Thomas Henry Huxley, del que ya hablaremos. Es decir, Darwin no elaboró una “teoría de la evolución”, sino un texto con explicaciones, algunas muy divertidas, sobre cómo se podía producir la especiación (es decir, la diversificación de las especies), basándose en la cría de animales domésticos, en la selección de los ganaderos y, especialmente, de los criadores de palomas.
En cuanto a las “teorías” darwinistas, y no me refiero a las de Darwin, que veremos más adelante, sino a las de los darwinistas, han sido totalmente rebatidas por los datos recientes. Los progresos tecnológicos en la observación real (porque hasta hace poco se trabajaba con hipótesis “preconcebidas”) de los fenómenos biológicos han derribado los principales postulados darwinistas, fundamentalmente los referentes a la información genética, que se ha revelado de una enorme complejidad (es decir, no existe “el gen de” sino secuencias repartidas en fragmentos dispersos que se combinan bajo el control de la totalidad del genoma) y que está condicionada por la influencia del ambiente, lo que resulta especialmente contradictorio con el “determinismo genético” del darwinismo.
Es decir, los cambios de la expresión genética (lo que se suele denominar “mutaciones”) no ocurren “al azar”, sino que son producidos por alguna “agresión” o desestabilización ambiental. Y en lo que se refiere a la visión general de la naturaleza, la concepción darwinista, según la cual es la competencia la que rige las relaciones entre los seres vivos (lo que conduciría a la “selección” de los más aptos), los nuevos modelos matemáticos han permitido comprobar que lo que realmente caracteriza los fenómenos naturales es el equilibrio, en el que todos los componentes, absolutamente todos, son necesarios para la estabilidad de los ecosistemas conectados mediante unas redes de relaciones extraordinariamente complejas.
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La idea general es que la evolución de los seres vivos no se ha llevado a cabo por la adaptación al ambiente mediante la acumulación de pequeños cambios producidos al azar y “seleccionados” mediante la competencia por ser “ventajosos”. La evolución implica cambios en la organización del organismo, y eso sólo se puede producir por cambios en el proceso embrionario producidos por reorganizaciones en el genoma.
Las remodelaciones genómicas se han producido porque los genomas animales y vegetales están compuestos en su inmensa mayor parte (lo que incluye lo que las ideas darwinistas habían llevado a considerar ADN “basura”, pero que se ha revelado como la parte fundamental de los genomas), por virus endógenos completos o fragmentarios, es decir, virus integrados en los genomas que participan en funciones esenciales de los organismos, y “elementos móviles” y secuencias repetidas que son secuencias derivadas de virus. Esto puede sonar extraño, pero los datos de los genomas secuenciados están disponibles para todos. Todos estos elementos pueden cambiar de posición (no a cualquier sitio del genoma, según se ha comprobado), o producir duplicaciones de sí mismos (siempre con la ayuda del genoma) como respuesta a agresiones o estímulos ambientales, y estos cambios son más o menos grandes en función de la agresión ambiental.
Sabemos que a lo largo de la existencia de la vida en la Tierra se han producido enormes cataclismos por la caída de grandes asteroides y por inversiones de los polos magnéticos que han dejado a la Tierra sometida a grandes bombardeos de radiaciones solares. También se ha comprobado experimentalmente que estos tipos de agresiones ambientales movilizan a los virus endógenos y a los elementos móviles. Esto explica los grandes cambios de fauna y flora que se observan en el registro fósil entre los grandes períodos geológicos, separados por grandes extinciones y que han recibido sus nombres de las diferentes faunas que los caracterizaban. En definitiva, que “adaptación”, es decir, ajuste al ambiente, y evolución, es decir, cambio de organización, son procesos diferentes.
Lo que supongo que sorprenderá todavía más a los lectores es que las nuevas técnicas (mediante la “metagenómica”) de muestreo de bacterias y virus han puesto de manifiesto que vivimos literalmente inmersos, en nuestro interior y en nuestro exterior, en el mar y en los suelos, en un inconcebible, en un astronómico número de bacterias y virus que cumplen funciones esenciales, tanto en el funcionamiento de los organismos como en la regulación y comunicación de los ecosistemas, lo que pone de manifiesto que su carácter “patógeno”, que es extraordinariamente minoritario, es el resultado de alteraciones de sus funciones naturales, muchas de ellas producidas por los seres humanos.
Supongo que todo esto dará una idea de en qué medida difiere esta visión de los preceptos de la teoría darwinista de la evolución...
Lo que pretendo transmitir, en la medida de mis posibilidades y eso sí, a una audiencia muy limitada en comparación con la que es bombardeada con los tópicos “oficiales”, es que la evolución y la vida no tienen nada que ver con la sórdida concepción de “la lucha por la vida” y “la supervivencia del más apto”.
Que la naturaleza no es un campo de batalla en el que todos los seres vivos compiten permanentemente (para los darwinistas, compiten el ADN, las proteínas, las células...), sino que es algo de una enorme belleza y complejidad en la que todo está relacionado y es imprescindible para su funcionamiento, donde no sobra nada ni nadie. Que es absolutamente falso que el comportamiento humano esté “codificado” en los genes, porque la influencia del ambiente está implicada en todos los fenómenos de la vida, desde el mismo control de la información genética hasta en el desarrollo embrionario y cerebral. Y que no hay genes “malos”, ni menos “al azar”, sino secuencias alteradas por las miles de sustancias tóxicas y agresiones ambientales a que estamos expuestos. Pero, sobre todo, que es necesario reflexionar sobre dónde han llevado a la naturaleza y a la sociedad estas ideas y sobre la necesidad de ser más respetuosos con una naturaleza que estamos muy lejos de comprender, y más aún de controlar, y de la necesidad de construir una sociedad en la que haya sitio para todos.
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a veces se manipulan procesos que no se pueden controlar, y más si tenemos en cuenta que se usan virus, bacterias, plásmidos y elementos móviles para esas manipulaciones.
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