Me siento muy identificado con tu grito de desesperación, Nulyeta. Muchas veces siento lo mismo:un sentimiento de enorme asco por las bestiales injusticias que son aceptadas e ignoradas por una sociedad vomitiva.
Ayer mismo leia en el libro de Karen Dawn "Thanking the monkey" los tormentos a los que se ven sometidos rutinariamente los terneros recién nacidos sin que nadie pestañee y me entraba una sensación de impotencia que me ahogaba, una repulsión infinita. Sencillamente no puedo aceptar que una sociedad demuestre tal desprecio por la vida animal, por el concepto mismo de la vida, y por eso me declaro con orgullo y sin ambages enemigo de una sociedad tal, y por mucha mala imagen que me dé, a esta sociedad cruel e insensible le deseo lo peor.
Ya ves, Nuly, hay quienes nos revolvemos de rabia ante todo esto. Sirva para sentirte un poco más arropada en tu frustración...