Iniciado por
Sarmale
La de Coyote es una pena y yo me morí de pena más que viendo gatitos mucho peor que él. La cosa es que yo quería un gato que se llevara bien con Ororo. Y Gatos Ancat, que en realidad es Agus, su marido Miguel y su hijo y que tiene recogidos a 50 gatos en Badajoz, tenía cinco cachorros. Preciosos. De la misma edad más o menos que Ororo. Me enamoré de uno de ellos locamente, pero es muy bonito y entonces le dije: "Quiero a la negra, porque los gatos negros salen peor". No los adopta la gente. Y me dijo que sí, que salen peor. Pero Brea tenía hongos, así que se le quitaron los hongos, pasó el tiempo de cuarentena por si se reproducían y me preguntó hace poco si la seguía queriendo. Le dije que claro, que cómo le iba a decir que sí y luego que no...
A Brea la recogió Raquel, que se la quedó de acogida con sus otros siete gatos en espera de que Agus tuviera hueco para ella. Estaba en los aparcamientos de un centro comercial solita, maullando como una loca, muy triste, solita y asustada.
Pero en el tiempo en que Brea se curaba, hace poco menos de un mes apareció Coyote. Tras siete años en un piso, su dueño lo había dejado, con chip y todo, en la perrera. En la perrera de Badajoz, cuando llega un gato, llaman a Agus. Siete años y lo deja en la perrera porque tiene problemas de riñón y el pienso es caro. Me voy a callar, porque ya en el Facebook le llamé de todo. Tuvo que esperar diez días porque, como tenía chip... por si el dueño se arrepentía. Ahora tiene que hablar con él (qué estómago tiene la Agus, oye) para ver si puede poner el chip a mi nombre.
Agus quería una casa de acogida para ver si podía colocar a Coyote en una casa definitiva. Está ahora en una gatera, con muchas mantas, para que no coja frío, pero hace frío. No tiene cálculos en el riñón, le hicieron radiografía y solo tiene unas pequeñas piedritas. Pero se va a quedar en mi casita para que yo le dé pienso Urinary y comida húmeda adaptada. Y yo no me veo despidiéndome de él, pobre mío: primero en una casa, acostumbrado a una casita, luego en la perrera, en la gatera, ahora cambia de piso y luego, ¿vuelve a cambiar otra vez? Pobrecito.
Así que, de no tener gato y "yo no estoy preparada" a "esta es mi gata" cuando vi a Ororo en una foto, en dos meses justos justos justos, paso a ser familia numerosa. Y estoy muy feliz, porque yo nunca había tenido tantísimas ganas de llegar a casa como desde que Ororo vive en ella. Soy muy feliz con esta gata y, de verdad, nunca lo hubiera pensado. Yo pensaba: vale, sí, un gato, está en casa, se sube encima de ti, te hace compañía. A mí Ororo me hace feliz. Es otra cosa. No es que me dé compañía.