Yo tengo claro que mi asco hacia ellas es irracional y fruto de la educación.
Desde que tengo uso de razón todo el mundo a mi alrededor ha reaccionado ante la presencia de una cucaracha como si hubiera entrado un energúmeno en casa, y cuando he sido lo bastante mayor para pensar un poquito con la cabeza, mi asco condicionado ya podía más que mis razonamientos.
También pasaba con las ratas, pero con ellas he tenido la oportunidad de conocer más cosas a través de gente que las tiene como mascotas, y aún así si veo un ratón en mitad de la calle me sigue recorriendo un escalofrío raro.