Yayo está con nosotras desde el 21 de Febrero, a sus 12 años fue abandonado por la que hasta entonces era su dueña, la persona en la que él confiaba, la que tuvo el valor para dejarlo en la puerta de una casa rural del País Vasco, con temperaturas que rondaban los 0º durante el día.
Pasó dos noches en la calle, las suficientes para coger un gran resfriado del que poco a poco se ha ido recuperando.
Estaba lleno de nudos, pulgas y con un hambre atroz, su vida no ha debido ser fácil, no estaba bien cuidado y ya era la segunda vez que lo abandonaban, la primera simplemente lo dejaron en la calle y claro! el pobre no se movía de la puerta.
¿Su pecado? Que su dueño no lo quería, que se había cansado del peluche, como un niño se cansa de un juguete viejo.
Ahora está muy recuperado, en una casa de acogida en la que lo están cuidando y mimando como seguramente nunca lo habían echo. Se frota contra la mano y le gusta que le rasquen la cabecita y el cuello pero tiene la paciencia limitada, no le gusta que le cojan, gruñe pero nada más. Es un abuelo cascarrabias.
Yayo no ha tenido una vida fácil ni buena y solo por eso ya merece encontrar a alguien que en sus años finales le demuestre que no todos los humanos somos malas personas.
Está castrado, es negativo a Inmuno y Leucemia pero tiene Insuficiencia renal crónica, y por lo tanto debe comer pienso medicado y llevar un buen control veterinario.
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