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Matriz
¡Qué complicada parece a priori tu pregunta! puedo enfocarla hacia un terreno que conozco: mi propia experiencia. ¿Qué diríamos acerca de los sentimientos que nos produce la tierna mirada de un animal? ¿siempre los hemos tenido de la misma forma? ¿han variado con el paso de los años? ¿es el mismo gato al que le tirabas piedras cuando aun no tenías la razón establecida? pienso que nos han influído muchas externalidades hasta encontrar la empatía con el mundo que nos rodea. Podemos pasar de tirar las cosas al suelo, escupir, delegar la contaminación en las generaciones futuras a todo lo contrario... y supuestamente seguimos teniendo el mismo d.n.i, pero hemos crecido, nos hemos reconectado con la naturaleza y con la parte que nos hace más humanos en el sentido bello de la palabra. La costumbre es algo peculiar de nuestra cultura, por ella es totalmente aceptable poner un cartel en un bar que ponga: " vive el Barça-Madrid como Dios manda: pinchito de ciervo y vinito de la casa por 1,50€ "
Por esa costumbre, millones de seres vivos han sido, son y serán fulminados, hasta que suficientes personas en el mundo despierten y unan sus lazos con la senda del amor. Ese amor que profesamos puede sufrir multitud de barreras, trampas, engaños, sedaciones... siendo lo que llamamos Estado un conjunto de maquinarias políticas, económicas, sociales, espirituales, dedicadas a sumergirnos en la mayor de las ignorancias obvias, y lo que es más grave, encaminarnos hacia el desconocimiento más sutil...
Si fuese el Estado me preocuparía más de tener bien atado a los que saben pensar que a los que no. Son las personas inteligentes las que sufrirán más asedio de las instituciones morales, económicas, sociales y espirituales; las que necesitarán saber que sirven a unos intereses creíbles, los que se implicarán al máximo en sus proyectos sin apenas rechistar sobre temas que quizás sean importantes, pero el miedo a una verdad dolorosa les hace remover de sus conciencias. Esas costumbres han tenido un principio, un desarrollo; ahora mismo están en proceso de mutación, emerge ante nosotros un nuevo mundo, ya ha comenzado a brotar la semilla, y por ello vemos con mayor velocidad cómo caemos hacia un precipicio, con la peculiaridad de la rapidez y aceleración de su cercanía al gran golpe. Ese nuevo ser humano ascenderá, no sin antes llevarse consigo a su versión obsoleta. La Naturaleza, Dios o como os guste llamar, está harta de una inmensa mayoría de nosotros, tornaremos hacia ese cambio por nuestra conciencia o por imposición de quien nos creó, fuese quien fuese.
Siento desviarme, vuelvo al génesis de tu inquietud:
¿Cómo hacer que las personas cambien? me vuelvo a remitir a mi experiencia:
Si un familiar lejano trae conejos muertos cuando apenas tienes 7 años, si los habitantes de tu pueblo se dedican a apedrear a gatos, tirar del rabo a perros, asesinar insectos... ¿cómo se supone que vas a educarte tu? en principio creo que todos los humanos poseemos algo seguramente intangible, (aunque quizás se pueda llegar a testear de alguna manera) que nos permite identificar el mal y repudiarlo, ya desde muy pequeños. Los que nos hemos educado en culturas demasiado tradicionalistas, tenemos más probabilidades de darnos cuenta tarde del carácter indigno de algunas de ellas. Un hijo de vegano tiene otra responsabilidad, una mayor implicación, una sensibilidad especial con respecto a estos temas, lo que no indica que en mis adentros yo no supiese que tener a un conejito muerto ante mis ojos no era algo que me agradase, ni siquiera para tener alimento. Los motivos fundamentales por los que he variado radicalmente mi vida han sido por amor; me he deshecho de la moto por amor a la naturaleza y a mi cuerpo, no he comprado jamás un coche por el mismo motivo, tener a un lindo perrito durante 16 años me ha hecho comprobar lo maravillosos que son los animales, a pesar de que en sus tiempos mozos le hice bastante la puñeta. He girado completamente el rumbo de mi vida por actos de amor, tanto por mi, como por mis seres queridos, como por la naturaleza, los animales... y por el que considero mi Creador, que me ha cuidado desde que tengo uso de razón, motivos que quizás pueda esgrimir incluso con datos fehacientes, aunque desde luego, bastante complicados de transmitir. Ese amor me ha hecho revertir el proceso de estancamiento de mi sensibilidad ante el mundo, me ha hecho dejar activa y efectivamente un estilo de existencia para alinearme con otro muchísimo más cercano a lo que siempre quise ser, aun siendo insuficiente todavía.
Posiblemente nunca haya sido mala persona, pero sí que estuve muy apunto de poder serlo y ese "algo" intangible me impulsó en su día a recorrer un camino que todavía estoy dibujando. En mi persona he podido comprobar cómo ese amor se ha trasladado a mi interior vestido de metanoia, y si conmigo surtió efecto, ¿por qué no con los demás?
Esas personas deben querer aquello con lo que dialogan diariamente en su profundidad, esa esencia o como querais llamarle; no deben tener miedo al qué dirán, procuren ser genuínos, únicos, no copias absurdas de un sistema que genera monstruos, dormidos, sedados ante las desgracias humanas, animales y de la naturaleza. Les diría que no teman a ser atacados, no se averguencen de sus conversaciones consigo mismos, no escapen del amor y no se consideren necios por plegarse ante la fuerza que un dia les vió nacer...
Esa competitividad con la que hemos crecido hace que en el mundo solamente sobrevivan los más fuertes, pero no en el sentido estricto de capacidad de autodominio, control, sino todo lo contrario: el más poderoso parece ser aquel que se postra ante la sencillez de odiar, de atarse a los sentidos, de vivir acorde con lo terrenal, de ser aliado de la mentira, la envidia, el ataque permanente. En toda esa espiral, ¿qué sentido tiene en sus vidas la ternura, la empatía con los animales, el placer de conservar la naturaleza? es ese tipo de ser humano en decadencia el encargado de firmar su sentencia destructiva; si carecemos de un verdadero corazón seremos eliminados de la faz de esta tierra putrefacta. Podemos tenerlo, la libertad está en nosotros, más podemos ser lo más ruin y algunos lo son con creces.
En ese mundo vil y mezquino, son terrenos menores hablar de paz, libertad, justicia, igualdad, ya sea para animales o para personas...