Para ti y para todo el mundo (o casi), no es nada extraño. El problema es que no pensamos que es casi imposible conciliar la búsqueda de placer y los instintos gregarios con alimentarnos de lo que nos conviene, en las cantidades que nos conviene, y en los momentos adecuados.
Por eso encuentro más acertado separar el componente emotivo y hedonista de la alimentación. Estoy convencido que estos componentes son los principales causantes de los problemas alimentarios y al mismo tiempo los menos estudiados. Para mí, es más que suficiente placer dejar de tener hambre, o debería serlo, y pienso en los beneficios de sentirme sano y ligero, en tener buenas digestiones que me permitan funcionar toda la tarde sin ataques de sueño, en defecar bien, etc. A cambio de renunciar al paladar y al gregarismo, creo que se sale ganando.
Hasta luego,