Puedes empezar planteándote objetivos modestos como saltarte la cena de vez en cuando. En realidad muchas veces llegamos a la hora de la cena sin hambre, pero no escuchamos a nuestro cuerpo y acabamos cenando por vicio, porque toca (o porque dicen que toca), cuando deberíamos saltárnosla. Si te acostumbras a saltarte cenas estarás más preparada para afrontar un ayuno de 24 o 48 horas