Lo del marco de la puerta también lo hace mi Mika, que es la mejor jugando al escondite.
Pero casi todos los días nos inventamos algún juego (mientras escribo está dando por saco, ronroneando, subiéndose al teclado y, finalmente -¡uff!-, sentada en mi regazo). Últimamente le encantan las persecuciones: corre de un lado a otro del piso como una flecha, rebota en las paredes a cuatro patas, estilo Matrix, se esconde, espera que la encuentre y sale disparada para otro lugar. También se ha apropiado de una caja vacía que me llegó con un pedido de libros hace un par de semanas: ¡aún no la he podido tirar!
Y lo dejo, que si me pongo a hablar de mi gata no paro en dos siglos... ¡Mira que la quiero!
¡Salud!