Biológicamente no somos una especie de consumidores de grasa, somos consumidores de grasa meramente "incidentales". Un aguacate ocasional y un puñadito de nueces y semillas son suficientes. Somos consumidores de carbohidratos, no de grasas. Digerir las grasas lleva horas y mucha bilis para romperlas y licuarlas :-)
Cuando el sistema no está "pegajoso" con un exceso de grasa el azúcar se mueve fácilmente hacia adentro y luego fuera de la sangre.
El viaje de tres pasos del azúcar a través del cuerpo:
Para ser utilizado como combustible para nuestras células, los azúcares que comemos pasan por un viaje de tres pasos a través de nuestros cuerpos:
Paso 1: Los azúcares entran en el tracto digestivo cuando los comemos.
Paso 2: Cruzan a través de la pared intestinal, al torrente sanguíneo.
Paso 3: Entonces se mueven sin problemas y fácilmente fuera del torrente sanguíneo y entran a nuestras células. Esto ocurre rápidamente, frecuentemente en minutos.
Cuando comemos una dieta alta en grasa, el azúcar queda atrapado en la etapa 2, y el cuerpo trabaja tiempo extra, algunas veces hasta un punto de cansancio y enfermedad, en un esfuerzo por mover el azúcar fuera del torrente sanguíneo. Mientras tanto, el azúcar se atasca en la sangre, creando niveles de azúcar sanguíneo elevados y sostenidos que provocan estragos en el cuerpo en la forma de candida, fatiga, diabetes, etc.
El rol de la insulina
¿Qué ocurre en presencia de la grasa que causa que el azúcar se apile en nuestro torrente sanguíneo?
Tiene que ver con el páncreas. Bajo la dirección del cerebro, el páncreas es responsable de producir una hormona conocida como insulina. Uno de los roles de la insulina es pegarse a si misma a las moléculas de azúcar en la sangre y entonces encontrar un receptor de insulina en la pared del vaso
sanguíneo. La insulina puede entonces transportar la molécula de azúcar a través de la membrana del vaso sanguíneo al fluido intersticial (el fluido entre las células) y continuar escoltando al azúcar a través de otra barrera—la membrana celular—y adentro de la célula misma.
En el cuerpo, la grasa provee muchas funciones aislantes necesarias, incluyendo conservar el calor corporal, absorber golpes o impactos, prevenir que demasiada agua se escape a través de la piel, y proteger las fibras nerviosas. Pero el exceso de grasa dietética en el torrente sanguíneo crea algunos efectos aislantes negativos. Cuando comemos demasiada comida grasosa, un recubrimiento delgado de grasa se deposita sobre las paredes del vaso sanguíneo, los sitios receptores-de-insulina de las
células, las moléculas de azúcar, y sobre la insulina misma. Estas grasas pueden tomar un día completo o más en “limpiarse” de la sangre, durante todo ese rato la actividad metabólica normal se ve inhibida, previniendo que estas varias estructuras se comuniquen unas con otras
Así pues, demasiada grasa en la sangre impide el movimiento de azúcar fuera del torrente sanguíneo. Esto resulta en una elevación general del azúcar de la sangre, mientras que los azúcares continúan viajando desde el tracto digestivo (paso 1) hacia la sangre (paso 2) pero no pueden
escapar de la sangre para que puedan ser entregados a las células (paso 3), quienes están en espera de su combustible.
Dietas altas en grasa y bajas en carbohidratos elevan los niveles de insulina.
La estructura teórica entera de las dietas bajas en carbohidratos, como Atkins y La Zona, se basan
en la noción de que la insulina es la raíz de todo mal. A la vista de sus promotores, uno necesita limitar su ingesta de carbohidratos para poder limitar la liberación de insulina. Lo que pasan por alto es que los alimentos ricos en grasa y en proteína pueden también inducir secreciones
sustanciales de insulina.
Por ejemplo:
Un cuarto de libra de res eleva los niveles de insulina en los diabéticos tanto como un cuarto de libra de azúcar pura. (Diabetes Care 7 (1984):465)
El queso y la res elevan los niveles de insulina aún más que los “temidos” alimentos ricos en carbohidratos como la pasta. (American Journal of Clinical Nutrition 50 (1997):1264)
El equivalente a la res de una sola hamburguesa, o tres rebanadas de queso cheddar, impulsan los niveles de insulina más que casi dos tazas de pasta cocida. (American Journal of Clinical Nutrition 50 (1997):1264) De hecho, el artículo del Journal Americano de Nutrición Clínica (American Journal of Clinical
Nutrition) refirió de los reportes anteriores que la carne, en comparación con la cantidad de azúcar en sangre que libera, parece causar la mayor secreción de insulina que cualquier alimento probado.
Un estudio hecho en la Universidad de Tufts, por ejemplo, presentado en la convención del 2003 de
la Asociación Americana del Corazón, comparó cuatro dietas populares por un año. De las cuatro
(Weight Watchers, La Dieta de La Zona, la Dieta Atkins, y la Dieta Ornish), la dieta vegetariana de
Ornish (casi toda basada en carbohidratos) fue la única en disminuir significativamente la insulina
(27%), a pesar de que supuestamente eso era para lo que estaban diseñadas las dietas de La Zona y
Atkins (muy pocos carbohidratos)19.
Consumir una dieta alta en grasa, de alimentos cocidos o crudos, contribuye no periféricamente,
sino directa y causalmente a todos los engañosamente nombrados “desordenes metabólicos de
azúcar en sangre.” Dada esta nueva perspectiva, uno podría con mayor precisión clasificar estas
enfermedades como “desordenes metabólicos de lípidos.”
¿Pero Qué Hay de Esos Análisis de Sangre en Vivo (LBA)?
Es verdad. Los expertos en la moda de los alimentos crudos dan sus pláticas, escriben libros y
viajan con historias convincentes, presentaciones, y videos que apoyan su postura en contra de la
fruta. ¿Cómo puede ser negado? Justo ahí frente a tus ojos, nos muestran imágenes de sus
microscopios de campo oscuro. Podemos ver por nosotros mismos las células sanguíneas deformes,
nubladas e infectadas de levadura de pacientes reales que fueron tan desacertadamente guiados
¡como para consumir una dieta alta en fruta!
Su información “científica” parece concluyente: La fruta es claramente la culpable en los problemas
de azúcar sanguíneo en los que tratan de alimentarse a base de alimentos crudos. Pero demos un
paso atrás por un minuto: Toma un vistazo a las recetas altas en grasa en los libros, revistas y sitios
de internet de aquellos que rápidamente te dijeron que evitaras la fruta. Nota los alimentos cargados
de grasa que sirven a sus invitados en institutos, retiros y centros de rejuvenecimiento. Pon atención
a los pequeños pedacitos ricos y sabrosos que sirven en las demostraciones de alimentos y festivales.
Nueces, semillas y aguacates, todas contienen 75% de grasa o más, como porcentaje de sus calorías.
Los aceites son 100% grasa. Se requiere muy poco de estos alimentos para empujarnos por mucho
fuera del límite en términos de grasa en sangre. Y los que tratan de basar sus dietas en alimentos
crudos, como voy a demostrar, no comen “muy poco” de estas comidas, sino todo lo contrario.
¿Estás empezando a ver tu dieta cruda y tu intolerancia hacia la fruta bajo una nueva luz?
El tiempo no lo es todo
Desafortunadamente, cuidarse de evitar las combinaciones de azúcar/grasa en la misma comida no
es suficiente para aliviar los problemas de azúcar en sangre. Consumir una dieta alta en grasa crea
azúcar sanguínea elevada cuando sea que la fruta y otros alimentos dulces sean ingeridos, sin
importar el momento. Aquí está el por qué:
Los azúcares requieren poco tiempo en el estómago. Inmediatamente después de poner una simple
fruta dulce en tu boca, algunos de los azúcares son absorbidos hacia el torrente sanguíneo por
debajo de la lengua. La fruta consumida sola o en combinaciones simples, bien escogidas en un
estómago vacío requiere de unos pocos minutos solamente antes de que pase al intestino delgado,
donde los azúcares pueden ser rápidamente absorbidos. La mayoría del azúcar de la fruta viaja de
los intestinos, hacia el torrente sanguíneo, y luego a las células donde es necesaria a minutos de su
consumo.
Las grasas, sin embargo, requieren de un período mucho más largo de tiempo, frecuentemente entre
12 y 24 horas o más, antes de que lleguen a su destino, las células. En el estómago, las grasas están
sujetas a un proceso digestivo que usualmente toma varias horas. Cuando ellas finalmente proceden
al intestino delgado, son absorbidas hacia el sistema linfático, donde pasan doce horas o más antes
de entrar al torrente sanguíneo. Más importante aún, las grasas persisten en el torrente sanguíneo
por muchas horas más que los azúcares.
En una dieta alta en grasa, así pues, el torrente sanguíneo siempre contiene una cantidad excesiva de
grasa, y más está llegando en casi cada comida. Esencialmente, inclusive cuando haces una comida
de sólo fruta y esperas horas antes de consumir grasa, esos azúcares están propensos a mezclarse en
tu torrente sanguíneo con las grasas que comiste el día anterior.
Esta es la razón principal por la cual los que consumen gran parte de su dieta cruda y rica en grasa
experimentan dificultades digestivas, malestar y desordenes de azúcar en sangre cada vez que
comen fruta. Cuando tu dieta está predominada por patés de nueces, quesos a base de semillas y
galletas de linaza, no es de asombrarse que te digan que no comas fruta. Ya sea que comamos fruta
o no en presencia de niveles de grasa tan tremendamente altos, nos estamos poniendo a nosotros
mismos en problemas de salud y en una posición donde seremos incapaces de continuar con una
dieta de alimentos crudos.
Azúcar + grasa = azúcar en sangre alta
Demasiada azúcar en la sangre es tan amenazador para la vida como lo es muy poca, y ambas son
peligrosas para la salud humana. Desafortunadamente, los “expertos” con fobia hacia las frutas se
enfocan en la porción equivocada de la ecuación, manteniendo a los que llevan dietas de alimentos
crudos demasiado ocupados evitando la fruta que ellos mismos de alguna forma olvidan el hecho de
que están consumiendo más grasa que nuestros amigos que consumen una dieta americana estándar.
En el capítulo 8, yo resumo qué tanto más.
Fruta y fatiga crónica
“¿Cómo puede el consumo de fruta estar conectado a la fatiga crónica,” me pregunté años atrás,
después de escucharlo de la persona número un millón que me dijo que eso fue lo que escuchó.
Después de todo, la fruta está considerada como “comida energética,” ¿no es así? Yo investigué la
fisiología de la fatiga crónica un poco más a fondo y estuve intrigado por lo que encontré.
Cuando la función pancreática está aletargada, como ocurre cuando el páncreas está cansado y
“sobretrabajado”, las glándulas adrenales sirven como un mecanismo de apoyo. Las adrenales
producen la hormona epinefrina (adrenalina), la cual estimula la función pancreática y
efectivamente incrementa la producción de insulina.
Como yo había descrito en la sección previa, cantidades anormalmente altas de grasa existen en la
sangre por varias horas cada vez que consumimos una comida alta en grasa. Conforme los niveles
de grasa en sangre se elevan, el nivel “normal” de la función pancreática es simplemente
insuficiente para despejar los azúcares del torrente sanguíneo. Eventualmente, si consumimos una
dieta alta en grasa por un período suficientemente largo de tiempo, el páncreas empieza a fallar en
su producción suficiente de insulina como para mantener los niveles de azúcar en sangre saludables.
En vez de las típicas fluctuaciones gentiles sube-y-baja del azúcar en sangre, empezamos a
experimentar picos cada vez más pronunciados y valles más profundos. Los niveles de azúcar en
sangre se vuelven inestables debido al sobreconsumo de grasa en la dieta.
Esto establece una situación donde la mayoría de nosotros dependemos de una función pancreática
asistida por las glándulas adrenales cada vez que comemos, colocando demandas excesivas
constantes sobre el páncreas y las adrenales. Esta relación adrenales/páncreas fue diseñada para lo
que llamamos la respuesta “luchar-o-huir”, una reacción apropiada a condiciones que ponen en un
riesgo potencial a la vida. Esta respuesta raramente sería utilizada si viviéramos en un ambiente
natural, donde, por ejemplo, nosotros ocasionalmente pudimos haber alcanzado la cima de una
colina al mismo tiempo que un oso con sus cachorros, pero desde lados opuestos.
En el mundo de hoy, sin embargo, experimentamos más respuestas que ponen a trabajar a las
glándulas adrenales que en el pasado. Parecen llegar cada hora en vez de cada semana. Casi cada
vez que manejamos un auto en la ciudad, experimentamos al menos una situación merecedora de al
menos cierto grado de respuesta de las glándulas adrenales.
Somos una sociedad de adictos a la adrenalina
Como sociedad, nos hemos convertido en algo muy similar a adictos a la adrenalina. Estamos
adictos a la estimulación, y dependemos de nuestra siguiente “dosis” constantemente. Desde la
sorpresa al sonar el reloj despertador y nuestro café matutino, a los encabezados de los periódicos y
el comportamiento extremo en los programas de televisión del día de tipo talk-shows, a las
películas, deportes para espectadores, y shows de televisión “de la vida real” diseñados para evocar
emociones intensas, hasta las comidas de restaurante que se promueven más por su valor de
excitación que por su nutrición, a través de todo el día hasta las noticias de las once de la noche que
están repletas de historias de muerte y destrucción, seguimos llamando más adrenalina. Si existiera
un hueco en la “acción” nos sentiríamos somnolientos, un signo claro de agotamiento. Estamos
literalmente viviendo en un estado de fatiga de glándulas adrenales constante.
Esta demanda de adrenalina excesiva, junto con el alto estrés de nuestro estilo de vida americano,
resulta en un uso excesivo tan extremo de las adrenales que eventualmente empiezan a fallar.
Los síntomas de falla adrenal severa son llamados colectivamente como “fatiga crónica” en los
Estados Unidos, o encefalomielitis miálgica (EM o ME, por sus siglas en inglés) en Europa. Por
supuesto, muchos signos y síntomas usualmente llevan a la fatiga crónica; raramente llega como
una sorpresa total. La falta de motivación, malestar, dependencia sobre los estimulantes, la
necesidad excesiva de sueño, y ataques de mononucleosis son todos indicativos de varios grados de
fatiga adrenal.
Las subidas de azúcar en los niños
La respuesta adrenal también juega un rol clave en lo que le ocurre comúnmente a los niños en las
fiestas de cumpleaños. Consumen porciones generosas de comidas extremadamente azucaradas, y
poco tiempo después están corriendo de forma salvaje, literalmente fuera de control y casi fuera de
sus propias cabezas. ¿Qué ocurre, y por qué no le ocurre a los adultos?
La respuesta es bastante simple. Los niños jóvenes no beben café, fuman cigarros, usan relojes
despertadores ni miran las noticias de las once. La vida para ellos es interesante, llena y nunca
aburrida o chata. Ellos tienen un nivel de vitalidad superior que el de la mayoría de los adultos, lo
que significa que sus glándulas adrenales todavía funcionan bien. Ellos están, sin embargo, en la
misma dieta alta en grasa que los adultos.
Así pues, cuando los niños consumen grandes cantidades de azúcar en cumpleaños, Halloween, y
otras ocasiones, ellos detonan una versión particularmente vigorosa de la reacción en cadena que yo
he descrito en este capítulo. Las grasas que quedaron en sus torrentes sanguíneos de las comidas del
día anterior bloquean la función de insulina tan efectivamente como lo hacen en los adultos.
Entonces sus jóvenes y todavía no tan agotadas glándulas adrenales entran en acción con una
descarga, liberando una buena cantidad de epinefrina (adrenalina). Lo siguiente que te das cuenta es
que los niños corren salvajemente.
Los adultos no muestran tal respuesta porque ellos simplemente ya no tienen la vitalidad para
hacerlo. Sus glándulas adrenales están tan cansadas que requieren de una verdadera y seria
emergencia para siquiera funcionar. No culpes a los niños por correr como locos. La epinefrina
tampoco es la culpable, ni el azúcar.
Los niños en una dieta baja en grasa no muestran esta misma respuesta de estar fuera de control
cuando se les permite consumir grandes cantidades de azúcar. Es la grasa, más que el azúcar, el
responsable de la hiperactividad. De la misma forma, la grasa—no el azúcar—es la responsable de
la cada vez mayor incidencia de síndrome de fatiga crónica (bajo cualquier nombre) que
observamos en los Estados Unidos y en el mundo hoy día.
Fruta y Candida
El tema de candida está lleno de más malinformación que tal vez cualquier otra área del cuidado de
la salud. Requiere de un poco de desenredo para darnos un sentido real del cuadro verdadero de la
candida, dado que existe mucho que necesita ser desaprendido.
La candida es una forma de levadura, un organismo que se presenta naturalmente en la sangre
humana. Se supone que debe estar ahí. Este microbio consume azúcar como alimento. Dado que
siempre existe azúcar en la sangre (cuando los diabéticos checan sus niveles de azúcar, ellos de
hecho están monitoreando la cantidad de azúcar en sangre), siempre existe alimento para el
organismo llamado candida.
La candida consume el exceso de azúcar en sangre
El tamaño o “población” de la colonia de candida en la sangre está determinada directamente por el
abasto de alimento. Si los niveles de azúcar en sangre están siempre a niveles normales, también lo
está el tamaño de la colonia de candida que vive en la sangre. Cuando el azúcar que comemos
abandona la sangre para ser distribuido y utilizado por las células del cuerpo, cualquier exceso de
levadura muere rápidamente, como se supone que debiera pasar.
Si los niveles de azúcar en sangre se elevasen, sin embargo, los organismos de candida se
multiplicarían rápidamente (“florecen”) mientras consumen el exceso de azúcar. Una vez que han
hecho eso y los niveles de azúcar en sangre bajan a niveles normales, también baja el número de
microbios candida. Este sube y baja pasa como una parte normal de la fisiología humana y no causa
problemas de salud o síntomas incómodos.
Si los niveles de grasa se mantienen elevados de forma crónica debido a una dieta rica en grasa, el
azúcar permanece en el torrente sanguíneo y alimenta a grandes colonias de candida en vez de
alimentar los 18 trillones de células del cuerpo. Hambrientos de combustible, estas células no
pueden seguir metabolizando energía. Te cansas y te sientes agotado.
Es importante entender las implicaciones de la elevación en el nivel de azúcar sanguíneo. Si el
cuerpo no es capaz de reestablecer niveles de azúcar en sangre normales, entonces existe una
situación peligrosa. El único mecanismo que queda para bajar el azúcar en sangre de vuelta a su
lugar es la candida.
El microbio de candida en nuestra sangre es de hecho un organismo que nos salva la vida, uno que
no quisiéramos jamás erradicar. Funciona como otro sistema de apoyo—una válvula de seguridad
que ayuda a traer el nivel de azúcar en sangre de vuelta a la normalidad en el evento de que el
páncreas y las adrenales fracasen en su intento.
Causando nuestra propia candida
Como ya he descrito, la mayoría de las personas crean las condiciones que causan fatiga adrenal y
pancreática constantemente, a través del día y en cada comida. Por tanto, no es sorpresa que los
problemas de candida plaguen a las personas hasta que de hecho cambian sus hábitos de estilo de
vida. Los estallidos de candida son una llamada a despertar—una advertencia de que tu sistema se
acerca rápidamente a la diabetes, y de que harías bien en acortar drásticamente tu consumo de grasa
o enfrentar terribles consecuencias de salud.
Nuevamente, el consejo estándar de la comunidad de salud, tradicional o alternativa, tiende a estar
seriamente fuera de base. Comprendiendo solo la sintomatología y no la causa subyacente basada
en grasa, nos dicen que evitemos toda forma de azúcar, incluyendo la fruta. Pero el consumo de
fruta no causó el problema de candida, y evitarla no va a lidiar con el asunto real.
Cierto, una vez que te has metido a ti mismo en el dilema de candida al sobreconsumir grasa, comer
frutas dulces puede parecer que exacerba tu problema. Pero eliminar las frutas no va a remover la
causa de tu problema, solo los síntomas. En presencia de demasiada grasa en la sangre, inclusive
una pequeña cantidad de azúcar, de cualquier fuente, puede resultar en niveles de azúcar en sangre
anormalmente altos. Además, hasta el punto en que los intentos conscientes en bajar el azúcar en
sangre tengan éxito, te sentirás cansado. Intentar eliminar la candida a través del control del
problema de azúcar en sangre inevitablemente fracasa, por lo cual es que encontramos miles de
personas batallando con candida por años sin éxito duradero.
Dado que todos los carbohidratos, grasa, y proteína que consumimos son convertidos a azúcar
simple (glucosa), si es que va a ser utilizado como combustible para las células, el camino para salir
de este ciclo no es comer menos azúcar, sino consumir menos grasa. Cuando los niveles de grasa
caen, el azúcar empieza a ser procesada y distribuida de nuevo, y los niveles de levadura caen pues
no existe más exceso de azúcar disponible que requiera ser consumida.
El microbio de candida es de una vida extremadamente corta. Si la gente que sufre candida
simplemente siguiera una dieta baja en grasa, la mayoría de ellos encontraría que sus problemas de
candida han desaparecido por completo en cuestión de solo unos pocos días. Por supuesto, ellos
pueden todavía tener la fatiga adrenal y pancreática subyacente que resolver. La salud solo viene de
vivir sanamente.
Fruta y diabetes
Como mencioné en la introducción de este libro, los Centros para el Control de Enfermedades de
E.U. predicen que nuestra incidencia de diabetes va a más que duplicarse para el 2050. Y aquí está
otra estadística reciente, tal vez la más asombrosa de todas: Desde 1990 a 1998 solamente, la
incidencia de diabetes en individuos entre 30 y 39 años se incrementó 70%20. Antes de que
discutamos como es que estos números alarmantes pueden ser ciertos, y cómo la falta de consumo
de fruta contribuye a todos ellos, permíteme resumir en el más breve detalle esta enfermedad
llamada diabetes.
Cinco por ciento de los diabéticos diagnosticados son designados diabéticos “Tipo 1,” (antes
llamados “juveniles”). Desde el nacimiento, el páncreas de estos individuos es incapaz de producir
cantidades adecuadas de insulina para el metabolismo de la glucosa. A pesar de que la glucosa está
presente, permanece atrapada en el torrente sanguíneo. Las células no reciben combustible de los
carbohidratos para realizar las funciones necesarias, dado que la glucosa requiere insulina para su
entrada. Así pues, el primero entre los síntomas de la diabetes es el sentirse enfermo, preocupado e
insatisfecho. Seguramente has notado antes que la mayoría de los diabéticos se quejan de estar
extremadamente cansados la mayoría del tiempo.
El otro 95% de los diabéticos son clasificados como diabéticos “Tipo 2” (antes llamada “diabetes
adulta”). En la enorme mayoría de estos casos, el páncreas produce niveles adecuados a excesivos
de insulina, pero la glucosa aún así es incapaz de entrar a las células. Esto es en gran parte como
resultado de la dieta Americana alta en grasa, que entorpece el funcionamiento tanto de la insulina
natural como de la inyectada.
Los diabéticos de ambos tipos presentan un complejo de síntomas cada vez más debilitantes, que
van desde orinar frecuentemente a una sed insaciable, hambre excesiva, pérdida de peso repentina,
debilidad y fatiga, concentración y coordinación reducidas, visión borrosa, irritabilidad, infecciones
recurrentes, entumecimiento en las extremidades y sanación lenta en cortadas y heridas.
Desafortunadamente, los estragos de la diabetes no son por ningún medio el punto final de la
resbalosa pendiente hacia un fracaso total de la salud. Los diabéticos también enfrentan riesgos más
altos de enfermedades de corazón, infarto, hipertensión, enfermedad de riñón, gangrena,
amputaciones de miembros, ceguera, entre otras.
Todas las funciones celulares requieren acción que debe ser seguida de recuperación, o inacción. El
sobreentrenamiento (o la falta de recuperación) de un grupo muscular guía hacia la degeneración,
no al crecimiento. Lo mismo es cierto para cualquier órgano. El páncreas no puede continuar
trabajando en exceso sin mostrar señales de fracaso parcial, y eventualmente, total.
La conexión grasa/diabetes
Dados los horrores de este camino hacia la ruina, uno esperaría que las masas pidieran a gritos una
solución a la creciente epidemia de diabetes. En vez de eso, parecemos determinados a sellar el
siniestro destino que los Centros de Control de Enfermedades han predicho. ¿Cómo aseguramos el
resultado que ellos profetizan? Simplemente necesitamos seguir haciendo lo que hemos hecho por
más de sesenta años: consumir una dieta que está predominada por grasa.
En este capítulo, yo he intentado presentar una imagen clara, si bien enormemente
sobresimplificada, de la progresión natural de eventos que ponemos en movimiento cuando
consumimos carbohidratos simples en cantidades insuficientes. La diabetes no es más que el
trampolín natural en el camino bajo en carbohidratos y alto en grasa hacia la devastación de nuestra
salud. A pesar de que no todos los diabéticos experimentan fatiga crónica y candidiasis, estas
condiciones son manifestaciones de la misma condición subyacente—altos niveles de grasa en
sangre.
Esta conexión grasa/diabetes no es algo que yo he fabricado, y no es del desconocimiento de los
círculos médicos convencionales. Pero su simple verdad apunta a una condición que puede ser
remediada muy fácilmente y de forma natural como para que el cartel medico-farmacéutico quiera
una parte.
La correlación fue documentada desde los 1920s:
· En 1927 el Dr. E. P. Joslin del famoso Centro Diabético Joslin en Boston sospechó que la
dieta alta en grasa y colesterol pudiera contribuir al desarrollo de la diabetes21.
En 1936, el Dr. I.M. Rabinowitch de Canadá presentó 1,000 casos de estudio demostrados a la
Asociación Diabética en Boston. En su presentación, él probó que el factor principal que inhibe el
metabolismo del azúcar en sangre en presencia de insulina normal era demasiada grasa en la
sangre22.
· En 1959, el Journal de la Asociación Médica Americana (Journal of the American Medical
Association) también documentó esta relación causal entre el consumo de grasa y la
diabetes23.
· Un artículo de 1979 en el Journal Americano de Nutrición Clínica (American Journal of
Clinical Nutrition) establece, “La investigación médica confirma que hasta 50% de las
personas con diabetes Tipo 2 pueden eliminar los riesgos de diabetes y descontinuar su
medicamento en 3 semanas adoptando una dieta de plantas, baja en grasa y ejercicio regular
diariamente”24.
· En 1998, los investigadores del Centro Médico de la Universidad de Duke reportaron los
hallazgos de un estudio que demuestra que la diabetes Tipo 2 puede ser revertida
completamente en ratones al disminuir la grasa dietética. El estudio demostró que los
alimentos altos en grasa son responsables del comienzo de diabetes en ratones, mientras que
el azúcar no tenía efecto en absoluto en los síntomas de la diabetes. El anuncio de prensa
menciona, “Sin la grasa, la diabetes no ocurre, inclusive en ratones propensos a diabetes.
Cuando la dieta alta en grasa es detenida en ratones que han sido criados en ella, la diabetes
desaparece”25.
Muchos otros investigadores han corroborado esta evidencia, siendo Nathan Pritikin uno de ellos,
cuyo trabajo en los sesentas demostró que ochenta por ciento de los diabéticos a largo plazo que
fueron puestos en una dieta baja en grasa pudieron dejar su medicamento completamente en menos
de cuatro semanas.
La fruta no es la culpable
Como ya lo he mencionado en repetidas ocasiones, consumir fruta no causa problemas de azúcar en
sangre, pero consumir grasa en exceso sí. Si remueves la grasa de tu dieta, en la mayoría de los
casos los niveles de azúcar en sangre regresan a lo normal, igual que el funcionamiento pancreático.
Restringir la fruta de tu dieta no es la cura. De hecho, lo opuesto es cierto.
Los doctores nos dicen, “Tú tienes diabetes. Vas a tenerla por el resto de tu vida. Y oh, por cierto—
ya no puedes consumir fruta.” Esto ciertamente no suena como una “profesión sanadora” a mi
gusto.
Yo he trabajado con muchos diabéticos por los últimos 25 años. Por supuesto, yo he guiado a cada
persona individualmente, de acuerdo a su historia única. Aunque no utilizo planes genéricos de
tratamiento, sí utilizo ciertas guías mientras diseño cada programa individual. En cada caso y sin
excepción, el uso de una dieta de plantas, baja en grasa, predominada por frutas dulces ha resultado
en la estabilización del metabolismo del azúcar en sangre. La mayoría de mis clientes fueron
capaces de eliminar completamente su necesidad de insulina y de otras drogas relacionadas en
pocas semanas o menos. Ninguno fue lastimado, y no he visto consecuencias negativas resultantes
de estos cambios alimenticios.
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¿Necesitamos ácido láurico del aceite de coco virgen?
El ácido láurico es el tema de una parte importante de investigación actual. Este ácido graso de
cadena mediana se encuentra principalmente en la leche materna, los cocos y en su aceite, la
mantequilla de cocoa, el aceite de palma, y el aceite de semilla de palma. Los últimos tres son
grasas vegetales altamente saturadas. Mientras que el aceite de coco virgen puede mostrarse como
un menor riesgo para la salud, cuando se consume crudo, comparado con las grasas cocinadas
saturadas, es aún así una grasa saturada y refinada que puede tapar arterias y que nuestro sistema
digestivo no está diseñado para procesar59. Mas adelante, en este capítulo, hablo más acerca de por
qué los aceites en general no son saludables; por favor vea “El aceite no es un alimento saludable”.
Las propiedades antibacteriales y antimicrobiales del ácido láurico no son propiedades deseables,
tal como el mercadeo engañoso nos quiere hacer creer. Un antibiótico (literalmente significa “antivida”)
no es en realidad la propiedad que buscamos en un alimento. El ambiente interno de un
adulto saludable que come una dieta baja en grasa y baja en toxinas no alberga un exceso de
bacterias dañinas60. Cuando desarrollamos hábitos sanos de vida, nuestro cuerpo cuenta con todos
los recursos que necesita para cuidarse por si mismo.
Los ácidos grasos insaturados forman la gran parte de las grasas de las plantas. Las grasas
monoinsaturadas contienen un enlace doble o triple; las grasas poliinsaturadas tienen dos o más
dobles enlaces. Los átomos de hidrógeno son eliminados donde se forman los dobles enlaces. El
cuerpo añade hidrógeno, un proceso que satura la grasa. En otras palabras, la molécula de grasa
insaturada es maleable y está sujeta a cambiar en el cuerpo. El cuerpo puede trabajar con ella y
utilizarla. Entonces integra estas grasas saturadas auto-manufacturadas en nuestra estructura
corporal a como va siendo necesario.
· Los ácidos grasos monoinsaturados pueden acomodar un solo par de átomos de hidrógeno.
Los aceites monoinsaturados tienen un punto de fusión más bajo que los ácidos grasos
saturados. Los alimentos del tipo plantas crudas y enteras que son fuentes de grasa
monoinsaturada incluyen aguacates, almendras, y otras nueces y semillas y sus mantequillas.
· Los ácidos grasos poliinsaturados son los menos saturados, con espacio para dos o más pares
de átomos de hidrógeno. Los aceites poliinsaturados tienen puntos de fusión todavía más
bajos, lo que significa que todos son líquidos a temperatura ambiente. Las fuentes de plantas
crudas y enteras de este tipo de grasa incluyen a las nueces de castilla, otras nueces y
semillas y sus mantequillas, así como también los vegetales de hojas verdes.
· Generalmente, entre menos saturado el ácido graso, más fácilmente puede ser utilizado por
el cuerpo.
Proporción S/P
Los nutriólogos han recomendado una proporción saludable de grasas saturadas a poliinsaturadas
por los últimos 50 años. La proporción se llama la “proporción S/P.” Esta proporción que se sugiere
como la mejor para la salud ha sido colocado en un 20/80 (20% saturada a 80% poliinsaturada).
Este un estándar aceptado en el mundo de la nutrición.
Nótese que la proporción S/P de la mayoría de las plantas, incluyendo las nueces y semillas, tienen
este ideal: 20/80, o están extremadamente cerca. La proporción de ácidos grasos saturados a
poliinsaturados en la mayoría de los alimentos de origen animal es 80/20, justo la proporción
opuesta que nosotros requerimos.
Cuando discutimos qué tan valiosos son para la salud los distintos tipos de grasas, es importante
recordar la proporción S/P. La estructura de la grasa que nosotros consumimos afecta muy
profundamente la función corporal. Conforme este número tiende hacia las grasas saturadas en la
dieta, observamos incrementos en aterosclerosis y otras formas de enfermedad de corazón, el
asesino número uno en el mundo occidentalizado. Es literalmente imposible lograr una proporción
S/P saludable mientras incluimos productos de origen animal en nuestras dietas.
¿Qué tanta grasa comemos?
Los americanos consumen desde un tercio hasta la mitad de sus calorías como grasa. En mi
experiencia, el número tiende a gravitar alrededor de 42% para el consumidor promedio de comida
rápida. Las estadísticas gubernamentales nacionales en promedio muestran números un poco más
bajos dado que incluyen a las personas que consumen dietas bajas en grasa, otros que consumen
cantidades masivas de azucares refinados y también a aquellos que están en cualquier otro plan
dietético imaginable.
En el 2004, los Centros de E.U. para el Control y Prevención de Enfermedades liberó un reporte
titulado “Tendencias en la Ingesta de Energía y Macronutrientes—Estados Unidos, 1971-2000”61,
el cual resalta una distinción importante: a pesar de que el porcentaje promedio de calorías de grasa
disminuyó unos cuantos puntos porcentuales desde 1971 hasta el 2000 (4% para los hombres, de 37
a 33% de las calorías, y 3% para las mujeres, de 36 a 33%), la cantidad de grasa total consumida
muestra otra imagen.
En promedio, la ingesta de grasa total (en gramos) incrementó entre las mujeres por 6.5 g y
disminuyó entre los hombres por 5.3 g, reflejando un cambio total cercano a cero. Esto es debido a
que un incremento estadísticamente significativo en el promedio de energía (caloría) ingerida
ocurrió durante ese período: la ingesta de calorías por hombres incrementó de 2,450 a 2,618 calorías
por día, y la de las mujeres incrementó de 1,542 a 1,877 calorías por día. (Estos datos incluyen las
cifras para los hombres y mujeres de los 20 a los 74 años de edad; las personas más jóvenes comen
más y las de mayor edad comen menos que estos promedios en general). La mayoría del incremento
de calorías ha venido en la forma de carbohidratos, conforme el consumo de postres dulces y
refinados, panes, galletas, pastelillos, bebidas gaseosas y alcohol ha aumentado considerablemente.
Las personas comúnmente consumen más grasa que la que necesitan en una de las siguientes 3
formas:
· Algunas personas comen grasa en exceso mientras que mantienen sus calorías totales en el
nivel justo para mantener su peso. Para lograr esto, ellos deben, por necesidad, consumir una
cantidad insuficiente de carbohidratos. Las consecuencias inmediatas de consumir muy
pocos carbohidratos pueden incluir letargo, antojos, atracones e inestabilidad emocional.
· Otras personas consumen grasa en exceso mientras que se quedan cortos en términos de
calorías totales. Tal dieta produce pérdida de peso, pero también falla en proveer suficientes
nutrientes—al mismo tiempo que provee sobredosis potencialmente fatales de otros. Si
minimizamos uno de los caloronutrientes de nuestras dietas (carbohidratos), obviamente
perderemos peso; casi habremos reducido a la mitad nuestra ingesta de calorías. Sin
embargo, tenemos que aprender a ignorar nuestro gusto natural por lo dulce, mientras que
vivimos con un antojo incesante y cada vez mayor de carbohidratos.
· Finalmente, están aquellos que comen grasa en exceso mientras que también se exceden en
términos de calorías totales. Los resultados de esta práctica son bien conocidos. Además de
los efectos nocivos que resultan de una dieta alta en grasa, consumir calorías en exceso
contribuye al sobrepeso, obesidad, letargo, problemas digestivos y una expectativa de vida
reducida, entre otras enfermedades.
Ya sea que se den cuenta o no, la ingesta de la mayoría de las personas tiende a girar alrededor de
un 42% en grasa, sin importar del tipo de dieta que ellos siguen.
Vegetarianos
Muchas personas se consideran a si mismos como vegetarianos a pesar de que comen al menos algo
de alimentos que contienen carnes. Sus dietas están generalmente inclinadas hacia el pescado y las
aves, bajo el falso supuesto de que estas son elecciones más saludables. Ellos se consideran a si
mismos “en el camino vegetariano,” y sólo comen carne “con moderación” o “de vez en cuando”
comparada a la cantidad que comieron en el pasado.
Los lacto-ovo vegetarianos, (aquellos que no comen carnes) tienden a compensar la falta de carne
en sus dietas aumentando su consumo de lácteos y huevo. Las opciones vegetarianas tales como los
sandwiches de queso, las papas fritas, las pastas empapadas de aceite y queso, y los postres ricos en
grasa se vuelven el foco de sus hábitos dietéticos.
Los vegetarianos rápidamente aprenden a recrear todos sus viejos alimentos favoritos en un estilo
que es aceptable a su nueva ética. La pizza vegetariana puede que no tenga carne, pero comúnmente
tiene una doble porción de queso y no carece en absoluto de la grasa. Los vegetarianos están
generalmente felices de que puedan consumir alimentos familiares al mismo tiempo de que no se
sienten privados. En el análisis final, la dieta vegetariana promedia alrededor de 42% grasa.
Veganos
Además de no consumir carne de ningún tipo, incluyendo mariscos, los veganos (o vegetarianos
estrictos) no consumen lácteos, huevos, miel o cualquier otro producto derivado de animales. Las
alternativas veganas a los alimentos más convencionales están siendo ofrecidas ahora en los
supermercados. También forman la mayor parte de los artículos ofrecidos en las tiendas de
alimentos saludables más grandes a través de la nación. La lasagna vegana (utiliza queso de soya) e
inclusive la leche vegana (de soya, almendras o arroz) son comunes hoy en día. Los chefs veganos
abundan, y en ciudades grandes como Los Angeles, Nueva York y Seattle presumen restaurantes
veganos que incluyen las cocinas de muchas naciones del mundo, incluyendo India, China, Jamaica,
Italia, Tailandia y otros.
La margarina, un producto vegano, (el “valor” de la margarina como producto saludable, inclusive
comparado con la mantequilla, es otra historia) contiene el mismo porcentaje de calorías de grasa
que la mantequilla: 100%. El aceite generalmente juega un rol más grande en la dieta vegana que en
la dieta Americana estándar, ya que reemplaza muchas de las grasas animales. Los vegetarianos
estrictos comúnmente incrementan su uso de nueces, semillas, aguacates y aceitunas también.
Esencialmente, los veganos comen su propia versión de la dieta Americana estándar, con versiones
veganas de todas las mismas comidas que comían antes. Entonces no debería ser sorpresa que
cuando analizamos la proporción de caloronutrientes, encontremos que no cambia mucho.
De hecho, los veganos suelen permitir que su ingesta de grasa suba aún más que la corriente
estándar. Esto debido a que se piensa que no es necesario limitar la ingesta de grasa y que los únicos
“culpables” eran los productos animales de su viejo programa. Inclusive si la ingesta de grasa
permanece igual, la ingesta de calorías en su totalidad suele bajar cuando los veganos reemplazan
los productos animales con plantas (las cuales proveen menos calorías por mordida). Así pues, el
porcentaje de la dieta vegana que proviene de grasa aumenta.
El promedio, en realidad, permanece cercano al 42%, ya que un buen número de veganos sigue
programas “bajos en grasa” también. Sin embargo, la dieta vegana, con su uso incrementado de
frutas y verduras, y su proporción S/P superior, es en general una dieta mucho más saludable que la
dieta Americana estándar o las opciones vegetarianas. Aún así, demasiada grasa es demasiada grasa.
Comer grasa: ¿Bueno o malo para nosotros?
Más grasa de la que requerimos no es una ventaja sino algo en detrimento de una buena nutrición.
Entre más grasa comemos, más nos alejamos de satisfacer nuestras necesidades nutricionales. Un
flujo estable de investigación se publica regularmente relacionando las dietas altas en grasa a casi
cada tipo de malestar digestivo, desorden sanguíneo y enfermedad degenerativa. Mucho de esto es
causado por la habilidad reducida del cuerpo para tomar, transportar y entregar el oxígeno a los
trillones de células. (Discutimos esto a profundidad en el capítulo 2. Además, demasiada grasa
reduce el número actual de células rojas viables. El consumo excesivo de grasa puede ser algo
común, pero no es nada menos que un desastre nutricional.
Una dieta alta en grasa no sólo destruye nuestra salud, sino que nos envejece, también. Debido a
nuestra incapacidad para saborear grasa, tendemos a aderezar nuestros alimentos grasos con
estimulantes y condimentos irritantes, para darles sabor. Estos mismos estimulantes y condimentos
aceleran el proceso de envejecimiento. Pagamos por cada “subida” con su posterior bajada. Todas
las sustancias aisladas extraídas de alimentos enteros tienen este efecto sobre el cuerpo, inclusive si
son promovidas como suplementos, ayudas para el rejuvenecimiento y la belleza, u otros tipos de
promotores de la salud. Combina la influencia de estos aditivos para alimentos junto con el trabajo
extra que el cuerpo realiza para procesar los alimentos altos en grasa, así como los compromisos en
la función de la sangre que plaga a las personas en el hábito de comer dietas pesadas y grasosas y
tienes la perfecta receta para el envejecimiento prematuro y el decaimiento de la salud.
El aceite no es un alimento saludable
Aunque hemos aprendido y demostrado repetidamente que los alimentos integrales son la única
fuente de nutrición balanceada, muchos consejeros de salud nos dicen que las grasas y aceites
aislados y refinados deben ser considerados “alimentos sanos.” Casi todos ellos venden algún tipo
de aceite de “grado alimenticio”, lo cual parece ser una muestra de aprobación bastante fuerte. ¿Se
supone que debamos ignorar esta obvia contradicción?
Algunos vendedores promueven el consumo de aceite como parte de un programa de “limpieza”
interno o de “desintoxicación”. Yo inclusive he escuchado referirse al aceite como “jugo,” con la
sugerencia de que lo bebamos como una práctica diaria sana. Este es el tipo de cosas que suenan
ridículas para los científicos y nutriólogos convencionales, y, al menos de acuerdo a muchos
expertos de salud, es por lo que el movimiento de alimentos crudos es tema de risas entre la
comunidad científica.
Aceites… comida chatarra carcinogénica o, calorías vacías cuando mucho
Los aceites refinados (incluyendo los de coco, linaza, oliva, cáñamo, almendra y otros, que son
promovidos como “puros” o “especiales” debido a su fuente o a métodos de procesamiento
cuidadosos) son esencialmente calorías vacías, no aptos para consumo humano. A estos se les
removió la fibra, proteína y carbohidratos que acompañaban al alimento entero del que fueron
derivados, dejando un producto fraccionado desbalanceado que es 100% grasa.
En contraste, las grasas de alimentos enteros consumidas moderadamente (nueces frescas, semillas,
aguacates o la carne de coco tierno) proveen parte de una nutrición útil y no son automáticamente
dañinas para la salud. Utilizar tales fuentes intactas de grasa en aderezos de ensalada y en otros
platillos con su complemento entero de macro y micronutrientes es preferible por mucho que
utilizar aceites refinados.
A pesar de que los vendedores de aceites promueven una amplia variedad de beneficios de salud
que pueden ser ganados de los fitoquímicos contenidos en los aceites prensados en frío, no puede
haber duda que estos delicados micronutrientes son más potentes cuando se les deja intactos adentro
de los alimentos integrales. Una nutrición máxima ocurre cuando nuestros dientes son la primera
cosa en romper el paquete de la Naturaleza... en vez de una máquina, un electrodoméstico o
inclusive un cuchillo.
Aún más, la fibra contenida en las plantas enteras ayuda a evitar que las grasas se vuelvan rancias.
Poco tiempo después de extraer cualquier aceite de su fuente y de descartar la fibra ocurre la etapa
temprana de la rancidez (y con ella una potencial carcinogenicidad), aunque no podamos detectarla.
Conforme la rancidez empieza su proceso, los micronutrientes se ven dañados.
Si llamar a un aceite refinado como “calorías vacías” no es de tu total agrado, atribúyeselo a un
buen mercadeo—porque el aceite (grasa pura) cuadra perfectamente con la descripción de calorías
vacías, junto con los polvos de proteína (proteína pura) y el azúcar de mesa (carbohidrato puro).
Estos incluyen productos populares en el mercado de alimentos crudos tales como caña de azúcar
evaporada (Rapadura) y proteína de cáñamo. Las calorías vacías invariablemente proveen un valor
nutricional más bajo que sus contrapartes de alimentos enteros.
Si pensamos sólo en términos de síntomas, podremos entonces percibir algunos beneficios del
consumo de aceites. Pero cuando se extrae el aceite de las nueces y semillas en un vano intento de
maximizar sus propiedades anticáncer y concentrar otros nutrientes, creamos desbalances (casi
siempre indetectables) en el cuerpo que producen problemas de salud no intencionados. Añadir
aceites en la dieta para tratar síntomas tales como piel seca, eczema, caspa, candida, dolores en las
articulaciones, etc., que no fueron causados por una falta de aceites (de hecho, ningún síntoma
conocido es causado por una falta de aceite), no tiene ningún sentido.
En vez de tratar o suprimir los síntomas de cualquier condición, es siempre una estrategia más
saludable remover las causas de la condición. La verdadera salud es creada desde adentro hacia
afuera, no a través de lociones, pociones u otras ayudas. Incrementar la cantidad de frutas y
verduras ricas en su contenido de agua, mientras que reducimos el consumo de grasa a un rango
saludable es la base para crear una vida saludable.
Comer por salud requiere un cambio en el pensamiento que va de “¿es esto bueno y necesario para
mi?” a “¿para qué estoy diseñado?” Sin importar cómo lo veamos, el aceite simplemente no es
necesario en nuestra dieta y nunca debería considerarse un alimento sano.
Espero opiniones, si alguien se molesta en leer mis tochos en vez de panfletos publicitarios milagrosos
Creo que lo dice este señor tiene mucho sentido y es fácil de entender.
Si no pones las fuentes es como si no pusieras nada.
De todas formas hay cada barbaridad escrita en eso que has puesto, que yo ya no puedo tomarte en serio. Y espero que nadie lo haga.
Y eso que he leído en diagonal.
Dr. Douglas Graham, de su libro 80-10-10.
http://api.ning.com/files/kpPDTkb*yU...AM80.10.10.pdf
Se reabre el hilo.
Como veréis, se han borrado los mensajes no relacionados con la temática del mismo, por lo que os agradeceríamos que no se reavivara la polémica ya cerrada.
Ni toda la oscuridad del mundo podrá acabar con la luz de una sola vela
Los motivos para ser vegan@:
http://www.youtube.com/watch?v=hPGKU...TbguMQkn14cxGA