Yo creo que a algunos animalistas les pesa demasiado verse en la misma trinchera que otros animalistas y reaccionan de maneras diversas, en ocasiones renegando del animalismo. Yo soy animalista. En pocos sitios lo puedo decir de manera orgullosa sin que me miren con condescendencia. Socialmente está mucho mejor visto no comer carne para perder unos kilos (a pesar de que el sentido que pueda tener eso sea ninguno) que por respeto a la vida de los demás animales, imagínense cómo está el patio. Y sí, lo de "pobres corderitos" recuerda demasiado a las burlas que recibimos, como si fuésemos idiotas o algo por el estilo. Pues sí, coño, pobres corderitos, pobres vaquitas, pollitos, sardinitas y oquitas. Pobres, muy pobres. Porque no perdamos el norte: la explotación a la que son sometidos no es respetable. A mí no me da la gana de respetar esa masacre de dolor y muerte ni, por supuesto, los hábitos alimenticios de quienes la fomentan. ¿Suena demagogo? Pues es lo que hay, porque no hay otra cosa: dolor, muerte y sadismo.
Mi madre es muy misógina. Es así, así ha sido educada y temo que ya no haya nada que hacer, a pesar de que lance piedras contra su propio tejado. La quiero igual, por supuesto. A ella, no a su misoginia. Su misoginia no es respetable, nada respetable. Si trabajase su misoginia de alguna manera y la superase, no me cabe duda de que pasaría a ser mejor persona.
Sigo con fiebre, siento el posible desorden de ideas. En la relectura lo he entendido bien.