Yo ahora mismo, después de años de sedentarismo forzado porque he estado dedicada al cuidado de mis nenas, puedo volver a hacer deporte, ahora que la peque no es tan peque porque tiene más de 3 años y me da más pie a volver a poder realizar actividades. He vuelto al ballet (cosa harto humillante, dicho sea de paso, pero duro como no se imagina la gente que lo ve desde fuera), más el running que me ha enganchado como jamás pensé que lo haría (¡yo, que corría un minuto y me ahogaba, qué risa!), aparte del yoga que hago de vez en cuando en casa. Vamos, nada del otro mundo, hago ejercicio un día de cada dos, y bastante es, con el escaso tiempo de que dispongo. Pero merece la pena. La sensación de libertad, incluso de "meditación en movimiento", de mindfulness o como quieras, el disfrutar de ese preciso instante, no tiene precio. Y encima después te da un subidón bestial de endorfinas. Vamos, que no tiene ningún pero.