Hoy tocaba revisión médica en el trabajo, análisis, vista, tensión, bueno, ya sabéis. Nos dieron un formulario para rellenar donde nos pedían algunos datos personales y cuestiones sobre nuestro estilo de vida; obviamente en la casilla de alimentación marqué "vegetariana". Después de esperar un par de horas a que llegase mi turno, pasé al médico qué me hizo una serie de preguntas rutinarias. Cuando me dijo "¿eres vegetariana?" yo pensaba "a ver por donde me sale ahora" y ya me estaba preparando para aguantar carros y carretas, porque la verdad, no tenía ganas de discutir. Pero no dijo más.
Luego cuando me estaba auscultando más o menos tuvimos este diálogo:
El: ¿Te ponen nerviosa los médicos?
Yo: No
Él: Pues tienes taquicardia, te va el corazón al galope.
Yo: Será que estoy apurada porque llevo mucho rato esperando y tengo mucho trabajo que hacer.
Entonces me pasó el fonendoscopio para que yo misma me escuchase los latidos (qué ilu!)
Yo: Pues no pensé que estuviese tan estresada.
Él: ¿Cómo puede ser, que una persona con la templanza, la fuerza de voluntad y la dignidad de hacerse vegetariana puede dejarse afectar tanto por algo tan terrenal como el trabajo? Tienes que enfrentar a gente continuamente, incluso cuando yo te preguntado por ello, te habrás sentido agredida, ¿por qué te preocupas por pamplinas? (bueno,no dijo pamplinas exactamente )
Ahí me quedé tonta, claro, por el halago y por la razón que tenía.
Es una pena que nuestra energía se malgaste en asuntos de relativa importancia como puede ser pagar una factura o comprar una lavadora nueva, cuando tantos miles están muriendo o malviviendo. Yo me creía a salvo de toda esta vorágine de la vida moderna y me frustra ver que estoy cayendo en sus redes.
Y nada, sólo quería compartir la anécdota del día