No me alegro del sufrimiento ajeno. Pero opino que cuando realizas una actividad peligrosa, has de ser consciente de que te expones a un peligro (como su propio nombre indica). O sea, que el que te metan una cornada entra dentro de las posibilidades de ponerte delante de un toro a clavarle banderillas y a marearle hasta que posteriormente le matas.
El que evita la ocasión, evita el peligro, como dice el refranero popular.