Dicen que los conocimientos de nada sirven si no se pueden compartir con los demás. Ese compartir es más profundo si te entregas a la otra persona, si la tienes delante.
Desde un medio de comunicación de masas u otro púlpito mediático, el diálogo degenera en monólogo y queda distante e impersonal. Además, desde esa altura, la sabiduría pierde humildad, se diluye en el ruido cotidiano de nuestras miserias y enfrenta a las partes en conflicto.