Bueno, pues como con esta calor tampoco apetece meterse en el cuerpo un cocidillo o una alubiada, aprovecho los garbanzos y las judías escurridas para arrojarlas con delicadeza señorial sobre las verdes hojas de la hermana lechuga, los divertidos canónigos o los berros de la huerta. Todo ello con zanahoria rayada, soja germinada, unas olivitas y lo que se me ocurra.
No olvidarse del oro oleaginoso, la sal marina y el cítrico más admirable al gusto.