Iniciado por
hijo del rey
¡Hola a todos!
Hace mucho que la ciencia demostró que todos los seres humanos somos originarios de África, y que todos somos la misma especie y la misma raza. Pero, por increíble que parezca, ya en pleno siglo XXI, sigue existiendo gente que se empeña en negar el origen negro del ser humano, pretendiendo crear nuevas razas donde no las hay.
La contradicción llega a extremos delirantes cuando se llega a consideraciones tan absurdas como que un negro albino, sólo por haber nacido de padres negros, sigue siendo negro aunque no haya la más mínima diferencia entre él y, por ejemplo, un finlandés. Es triste ver que en países como Estados Unidos, pese a tener un presidente de piel oscura, todavía clasifican a la gente por ese anticuado criterio, como si de verdad algo tan estúpido e insignificante como el color pudiera determinar nada sobre cualquier persona.
Esto es un problema que nos incumbe a todos. El racismo, de la mano de nuevos fascismos,está resurgiendo en Europa con mucha fuerza, y yo, como antifascista que me considero, no puedo quedarme de brazos cruzados ante esta situación. Cada vez menos gente duda que si seguimos por este camino, Europa se va a llenar de Hitlers y el mundo va a correr grave peligro. Es duro, pero es la realidad.
He decidido abrir este post porque considero que los usuarios de este foro, al ser en su mayoría animalistas, estarán más concienciados en el tema. Mi intención es que entre todos, hallemos una solución final para el problema del racismo, que como decía en el siglo pasado Nkrumah, está en la base de todos los problemas a nivel global.
El problema más esencial, desde mi punto de vista, es que el ser humano es demasiado superficial. Quiero decir, que por mucho que le expliques a alguien que un negro y un blanco son exactamente lo mismo, a nivel genético, el simple hecho de que haya una diferencia superficial en la pigmentación hace que esa persona los siga viendo diferentes. Lo único que podemos concluir de esto es que el racismo, en el sentido amplio, seguirá existiendo mientras existan diferencias entre los distintos grupos étnicos.
Personalmente, sólo veo dos caminos posibles en la lucha contra el racismo.
La primera solución, sería la que ya está en marcha, es decir, el intercambio masivo de seres humanos entre todos los países del mundo mediante el fomento de la inmigración, especialmente en Europa, donde hay más racismo, para provocar la desaparición de esos rasgos que nos diferencian a unos de otros. De este modo crearíamos una “raza” homogénea de seres humanos imposibles de diferenciar entre si.
El único problema, a mi entender, con esta idea, es que no podría mantenerse eternamente. Al existir una amplia variedad de rasgos humanos mezclados, tarde o temprano volverían a surgir nuevos grupos especializados en unos rasgos concretos, y con ello, nuevas “razas” y más racismo. Para paliar esa deficiencia, habría recurrir a un dirigismo social similar a la eugenesia, idea que ni siquiera me planteo.
¿Y la segunda solución? Pues está claro, la extinción de la raza humana. Sinceramente, prefiero eso antes que un nuevo Holocausto. Pero evidentemente, este camino no nos lleva a ninguna parte. La gente no estaría dispuesta a extinguirse voluntariamente, y valerse de la violencia para conseguirlo es un sinsentido.
Pero hay una tercera solución, y es precisamente la que me gustaría proponer. Antes de explicarla, creo necesario exponer un hecho indiscutible. Lo único que distingue a los seres humanos, dejando de lado otros detalles aún más insignificantes, es el color de la piel. El color es sólo un pigmento, desarrollado por adaptaciones climatológicas. Pero eso no es todo. Hemos de admitir que, a la mayoría de la gente, por no decir todo el mundo, le gusta más ser de color claro que oscuro.Esto no es una elucubración mía. Yo os puedo asegurar que a cualquier persona que no sea blanca, si se sabe intimar con ella, es fácil sonsacarle que, si hubiera podido elegir su color de nacimiento, habría preferido ser blanco. Siempre es así. Ser de un color u otro no nos hace ni mejores ni peores, pero como ya he dicho,el ser humano es superficial, y ni toda la ciencia del mundo podría cambiar eso.
Así pues, ¿cuáles esa tercera solución? La única solución al racismo es erradicarlas diferencias. Ya hemos visto que la mezcla masiva no es viable.Por lo tanto sólo nos queda una alternativa. Tenemos que seleccionar un tipo humano concreto, perfectamente homogéneo, y llevar a cabo la completa sustitución de todos los demás tipos humanos por aquél seleccionado. Pero de inmediato nos surge un dilema. ¿Cuál tipo humano sería el elegido para esta misión? Teniendo en cuenta lo anterior, lo ideal sería seleccionar un tipo blanco. Porque seamos francos: si el mundo tuviera que elegir entre ser negro, árabe o blanco, ¿no es obvio que todo el mundo preferiría ser blanco?
Se pondría en marcha un programa de inmigración masiva con personas blancas que se ofrecieran voluntariamente, preferiblemente ciudadanos suecos y daneses, hacia los continentes receptores.
También podrían realizarse inyecciones moderadas de población nórdica en otras áreas del mundo donde, aun predominando los blancos, existe un cierto grado de diferenciación o mezcla, como en los países mediterráneos o en Australia.
No sería necesario recurrir en principio a la violencia para obtener el consentimiento de los antiguos pobladores, sino sencillamente, razonar con ellos que lo mejor para el mundo es la solución que proponemos. Creo que si se hiciera adecuadamente, todo saldría bien. En realidad, bastaría conque un sólo país aceptara el programa y, a partir de ahí, el resto del mundo seguiría su ejemplo, tras comprobar que los resultados son positivos.
El único derramamiento de sangre sería, literalmente, el de la sangre europea, que se desparramaría a lo largo y ancho del mundo. Pero no sólo habría que buscar la homogeneidad étnica, pues con eso sólo no basta. Muchas veces, el problema no es tanto étnico como cultural. Por lo tanto, surge también la necesidad de “imponer”una cultura única para todo el mundo. Lo más lógico, y efectivo,sería elegir la cultura propia de los nuevos pobladores, ya que de este modo nos ahorraríamos las posibles complicaciones a la hora de adaptarlos a su nuevo entorno.
En cierto modo, esta solución tiene algo de racista también. Pero no es un racismo inspirado en una falacia supremacista, sino en la necesidad de que todos los seres humanos de la tierra sean iguales entre sí. Es un racismo positivo. Es combatir el fuego con el fuego.
Si la igualdad en el mundo no existe, ¿por qué no crearla nosotros?