¡Hola Pepe! Yo sí que contesto “un poco tarde”
Tú tienes la ventaja de que no te apasiona la carne, supongo que eso puede facilitar las cosas.
A mí me encantaba. La comía todos los días, poco hecha o cruda… (el pescado en cambio no, siempre me pareció que olía muy mal x_x) Y me bastaba la máxima estúpida de “los animales comen animales”, hasta que algo (no sé muy bien qué) cambió en mi cabeza y me empecé a concienciar. Aunque supongo que en el fondo ya estaba concienciada (aunque suene raro). Cada vez que pasaba por la vitrina de la carnicería… Me iba dando más y más pena, y me sentía cada vez peor.
Me bastó con meterme en la cabeza que eso-no-se-come, al ver la carne (o el pecado, para mí es básicamente lo mismo) pienso que… no me pertenece, y que no lo necesito. Un día tomé la decisión, y todo el mundo se quedó flipado.
No he vuelto a probar la chicha, pero la verdad, si hubiese vuelto a comer carne lo habría visto como algo puntual y habría seguido adelante. Bajo mi punto de vista, no es tanto “no recaer” como el ir acostumbrándose hasta hacer del comer animales algo impensable y a lo que se está completamente habituado. Piensa que por cada día (u ocasión) en la que no comes carne, te estás posicionando más en contra de la barbarie… yo lo veo así, al menos.
Ánimo, ya verás como merece mucho la pena