No entiendo como a estas alturas un diario serio puede publicar una cosa así. Pero ya que ha dejado su nombre y email se le puede responder:
hitler amaba los perros
ALBERT SOLER ALBERTSOLER1@HOTMAIL.COM Si camina a cuatro patas, tiene cola y ladra, suele ser un perro, no un humano (con excepciones), así que bastante sensiblerías. El Excálibur podía haber sido infectado de ébola y podía ser transmisor aunque no mostrar síntomas. Dos "podía" en una misma frase, sí, pero suficientes para matarlo si hay una remota posibilidad de infectar humanos. El ébola se transmite por fluidos corporales y nada deja ir más babas que un perro, a excepción de un culé cuando Messi supere la marca de Zarra en el Bernabéu. Ya sé que los perros son tan cariñosos que se pasan la mitad del tiempo haciendo besos a sus dueños. La otra mitad se la pasan lamiéndose el culo.
Estimar los perros no indica nada de una persona, Hitler también los amaba. Por eso da miedo que pretendidos adultos se movilizaran por un perro que podía ser una bomba con cuatro patas. Nuestros abuelos, más sabios, trataban a los animales como animales, con respeto y un golpe de palo de vez en cuando. Si enfermaban los mataban y abajo que hace bajada. Una sociedad que habla a los perros como si fueran niños, los lleva con cochecito, los viste y los besa es una sociedad Disney. Pero Excálibur no era Goofy y con permiso judicial o sin, la habría matado con mis propias manos si viviera cerca de mis hijos (nadie de sus defensores vive cerca, claro). Ya lo tituló Horace McCoy en su inolvidable obra: ¿verdad que matan los caballos? Con mayor razón este perro. Si tanto el consideraban familia que publiquen una esquela y le guarden luto.
Si la gente leyera más Faulkner y menos Enid Blyton, sabría que la vida no es de color de rosa ni para los humanos, mucho menos por los animales. Y no me acuse nadie de no querer a los perros. A mí me pasa como Rimbaud (o era Baudelaire?), Que en poner mala cara cuando una señora hacía besos al perro, ésta le preguntó ofendida si no le gustaban estos animales. El poeta respondió: sí señora, los perros me gustan mucho, lo que no me gusta es la gente a la que le gustan los perros.
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Por contra, cada vez mas medios se hacen eco del aumento increible de la sensibilidad animal que vivimos en estos momentos:
La Vanguardia 10 de Octubre 2014
Mientras el epidemiólogo Antoni Trilla tuit el argumento más razonable ("El perro no tiene riesgo ni puede transmitir la infección x Ebola. No hay ninguna razón para sacrificarlo."), Los medios norteamericanos captaban la atención de lectores y espectadores con el drama animal perfecto: perro, ébola, sacrificio. Mira que cuesta que la CNN te haga un reportaje, pues ayer hizo dos. Incluso el New York Times colgó un video con las declaraciones de Rajoy en el pasillo del congreso. El ébola importa, pero el perro, el perro es el gancho.
Desde que el libro Animal Liberation de Peter Singer se hizo best seller en 1975, con el argumento de que los animales merecen ser protegidos porque tienen capacidad de sufrir, la humanización de las bestias es un elemento tan central de nuestro tiempo que ha calado como baremo. El grado de civilización de un país se aprecia en el trato que presta a los animales, comestibles o no.
Más allá de los síntomas antropológicos,-que en Nueva York, la capital del perro, se expresan en las tiendas de ropa para animales, en las variedades orgánicas de pienso, en las guarderías para mascotas, en el yoga para animales, en los psicoterapeutas animales o en el Instagram de París Hilton y sus animales-, la batalla legal está haciendo el giro, poco a poco.
Hace unos meses, el dominical del Times publicaba en portada un largo artículo sobre la estrategia animalista: construyendo doctrina en los juzgados menores, con temas menores, que vayan estableciendo cultura jurídica y precedente. En Nueva York, desde el Mayo pasado vamos siguiendo con toda seriedad el caso de un chico de Brooklyn que le pegó una patada a un gato y colgó el video de la proeza en Facebook. Estos días se están celebrando las vistas previas del juicio, los animalistas piden pena de prisión, se manifiestan en la puerta y hacen campañas virales. Se debate incluso en las escuelas.
Los fiscales del distrito, vulnerables a la pasión democrática, han comenzado a priorizar el maltrato animal, y la policía ha abierto una división de crueldad animal ( NYPDPaws ), lo que ha causado un incremento del 250% en las detenciones. Los casos de crueldad que terminan con penas de prisión son cada vez más frecuentes y la lista de hechos que indican un cambio político es inacabable. Por no hablar del maravilloso zoo del Bronx, una especie de Jurasic Park con animales de nuestra era geológica. En sales con ganas de ser amigo de un rinoceronte.
En este contexto, la solución Excalibur es leída como una especie de retraso mental, histórico, sin ninguna de las simpatías que los toros pueden recolectar en nombre de los atavismos -immens error político frente a la opinión pública occidental. De fondo, una idea: quien desprecia el animal no ha entendido que él también es uno, de animal, y vive atrapado en supersticiones sobre la dignidad espiritual del homo sapiens. Es protegiéndolas que el hombre se diferencia de las bestias. Hasta aquí ha llegado el momento nuestra cultura: saberte simplemente otro animal te hace persona, creerte sólo un hombre te vuelve una bestia.