La inacción de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, pese al amplio despliegue policial, ha estado a punto de permitir un auténtico linchamiento.
La sentada pacífica de los antitaurinos, además, sufrió el lanzamiento de piedras y botellas, escupitajos y golpes de palos y bastones en un clima de absoluta hostilidad por parte de los jóvenes del pueblo y de los defensores de la fiesta. Todo,
ante la impasividad de la Guardia Civil, que previamente había cacheado e identificado a los que no consideraba "participantes" del Toro de la Vega. También tuvieron dificultades para realizar su trabajo los periodistas que cubrían los hechos: algunos reporteros han sido agredidos, han recibido golpes en sus equipos y han sufrido insultos y amenazas constantes.
El momento de mayor peligro se produjo unos minutos después de las 11.00, la hora fijada para el inicio del evento. A pesar de que los activistas en defensa de los animales permanecían obstruyendo el paso de los lanceros -que llegaron incluso a pasar por encima de ellos con sus caballos-, las autoridades locales decidieron soltar al toro, lo que provocó avalanchas, carreras y caídas.
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Lo que duró bastante más tiempo fue el enfrentamiento entre defensores y detractores del Toro de la Vega. Los protaurinos llegaron a acorralar a los pocos activistas que quedaban tras la muerte de Rompesuelas a gritos de "¡A por ellos, a por ellos!" o "¡El año que viene, otro toro más!" y les hicieron retroceder hasta la misma salida del pueblo.
Tras nuevas agresiones, pedradas y conatos de pelea, la Guardia Civil, que presenciaba los hechos a unos metros de distancia, decidió intervenir, realizar las primeras detenciones y escoltar a los animalistas hasta fuera de los límites municipales de Tordesillas. Esta intervención fue aplaudida y jaleada por los participantes en el festejo con expresiones como "¡Viva la Guardia Civil!" o "¡Antitaurino el que no bote!".
Las críticas de los colectivos convocantes de la protesta han ido dirigidas hacia la actuación de los agentes de seguridad y hacia los organizadores de la fiesta por "poner en riesgo sus vidas". Sin embargo, el alcalde de Tordesillas, el socialista José Antonio González Poncela, ha defendido la suelta del toro cuando el campo estaba lleno de manifestantes asegurando que "podía estar ahí quien quisiera" y que "todos somos mayores de edad".