Si algo me sorprendió cuando fui a Turquía es el respeto que les tienen a los animales mientras en Dubrovnik vi a una monja pegandole una patada a un gato porque estaba en la puerta de una iglesia, en Estambul tengo fotos acariciando a una preciosa gatita dentro de Santa Sofía, al lado de un militar que nos miraba a las dos sonriendo.