Bueno...! Qué debate más curioso. Y, aunque sea un poco "tabú" o escandaloso, me parece interesante.
Debo empezar diciendo que entiendo, en parte, a Lamentodejack en cuanto a que creo que es cierto que la mayor parte de la concepción que tenemos hoy en día de lo correcto o incorrecto de las relaciones sexuales viene generada por valores morales, religiosos, sociales y culturales.
De hecho, no hay más que hurgar un pelín en la historia para ver cómo a lo largo de ésta y según en qué momentos, en qué culturas y en qué religiones, lo que es considerado bueno y correcto en algunas épocas o culturas es considerado una depravación en otras.
Si miramos desde un punto de vista puramente biológico, una cría a partir de los diez-doce años (en cuanto tiene su primera regla, por lo tanto, ya ha tenido su primera ovulación) ya está plenamente capacitada para tener relaciones sexuales y procrear. A lo largo de la historia, siglos atrás (y aún hoy en día en algunos países) venía siendo muy habitual que en cuanto una niña tenía su primera regla, se casase incluso con un señor mayor.
También es muy natural y completamente normal que, siendo niños, se tengan deseos e instintos sexuales. Yo recuerdo que con 12 años estaba perdidamente enamorada de famosos cantantes y tenía fantasías sexuales bien "adultas" con ellos (no tengo ningún problema en decirlo XDD).
También es normal que a una edad mucho más temprana se tengan también instintos sexuales involunarios y partes erógenas del cuerpo respondan agradablemente a la estimulación. Es natural y biológico. Pero esto último no es es una respuesta a un acto pensado conscientemente sino una respuesta corporal y parte de una respuesta biológica al crecimiento y maduración sexual del cuerpo.
Recuerdo que cuando a mi primo pequeño le tuvieron que operar de fimosis con apenas 3 años, le producía al pobre mucho placer y gustito cuando, para favorecer una buena cicatrización del prepucio y evitar que la herida cerrase mal, mi tía tenía que subirle y bajarle la pielecilla. Es normal, es una parte erógena y responde placenteramente al tacto. Pero eso no es sexualidad.
Por eso, aquí entra en juego algo que, creo, se ha olvidado en todo este larguísimo debate: analizar qué es sexualidad o las relaciones sexuales.
Bien dice Lamentodejack que sexualidad no es sólo penetración. Hay muchas más otras cosas que se pueden hacer, desde la masturbación, a la masturbación del otro, las caricias, el sexo oral, etc. Pero, más allá de "técnicas" físicas, ciertamente la sexualidad es algo mucho más amplio que comprende, primero, como bien habéis dicho mucho, un pleno consentimiento por ambas partes.
Pero también, al menos en el humano, comprende una intención.
No es meramente un instinto reproductivo acompañado y facilitado por un placer físico, como el que pueda tener un animal, ni es meramente el instinto placentero físico que pueda tener un bebé cuando, por ejemplo, se le estimula por necesidad parte de la piel del prepucio.
Es decir que en el ser humano las relaciones sexuales (remarco la palabra "relación") son más que un mero estímulo por rozamiento de las partes erógenas del cuerpo. La sexualidad humana implica una intención tanto de encontrar placer como de proporcionarlo. Y, para ello -como también habéis comentado todos- hace falta un proceso de bagaje y de aprendizaje así como de madurez que, ni un niño pequeño ni un animal, pueden tener.
Por eso, aunque coincido con Lamentodejack en que puede darse -desde un punto de vista biológico o natural- una situación en la que un niño y un adulto tengan sexo placentero sin abuso y consentido, o pueda darse la situación de un animal que se masturbe contra un humano y a este no le importe y se excite con ello y puede que esto no sea malo para nadie, yo disto mucho e opinar que esto sea una buena relación sexual o sea beneficioso.
En una relación sexual con un animal, aún suponiendo que éste no sea obligado sino que se esté masturbando, el animal no es consciente de que está proporcionando placer al otro. No existe ese acto de proporcionar placer que existe en el sexo humano, además del acto de obtenerlo. Al animal igual le daría masturbarse contra una pierna, que contra un sofá o satisfacerse con otro animal de su misma especie, o de otra.Y el humano que lo practica con él lo que busca es saciar su deseo o su morbo de estimularse sexualmente.
Eso, a mi juicio, no es deseable porque la intención de ambas partes no es recíproca.
Y en una situación como la que se describe, de que un adulto estimule a un niño y a este le guste y, como no es malo, el adulto lo disfrute igual, pues veo lo mismo: el niño no es consciente de estar dando placer al adulto. El niño, aunque reciba estímulos placenteros, no puede responder proporcionando el mismo de una manera intencionada y consciente al adulto.
Por eso, estoy de acuerdo con los demás en que la pedofilia nunca es un proceso igualitario ni recíproco en el que ambas partes actúen en el proceso con los mismos intereses y la misma madurez e intención. Y esto, a mi juicio, tampoco es deseable.
Por eso, aunque estoy de acuerdo en que muchos de los tabúes e ideas que tenemos acerca del sexo provienen de años de encorsamiento cultural, religioso y social y creo que el ser humano está preparado para el sexo mucho antes de lo que muchas culturas, sociedades y religiones nos ha estado haciendo creer, también creo que la sexualidad es mucho más que instinto y que una mera estimulación erógena.
No hay que ver nada malo en que los niños descubran sus partes erógenas y las disfruten. Pero si un adulto participa de ello con una excitación sexual y un disfrute, ya no hay una igualdad de intención, ya no es un proceso de aprendizaje paulatino ni de camino hacia una madurez sexual, sino un aprovechamiento de una parte hacia otra aunque aparentemente no se haga daño a nadie.
Y con la zoofilia, considero lo mismo: la intención que lleva un ser humano si se excita al mantener sexo con un animal, nunca va a ser la misma que la intención que lleve el animal al estimularse con un humano. Y eso no me parece sano, aunque tampoco haga daño a nadie.
No sé si me he expresado bien