A mi que no pongan facilidades para que la gente tenga hijos propios no me parece mal por un lado, pero por otro reconozco la discriminación que hay y creo que así no se hacen las cosas.
Si el gobierno quiere promover que la gente tenga menos hijos hay otras maneras, no esta.
Si en una pareja heterosexual, católica y de derechas, es el hombre el que tiene problemas de fertilidad, ¿recomendarán a la señorita que se busque a otro hombre que la fecunde? ¿O eso es solo para las lesbianas?
Pero como van a promover eso si la natalidad en España es de las más bajas de Europa? Lo que pasa es que los tratamientos de fertilización son muy caros, ese es el verdadero problema. Eso sí, pienso como tú y la mayoría de los de aquí, de que lo que no tiene lógica, es que algunos se lo tengan que pagar y otros no. O todos o ninguno
Totalmente de acuerdo en que no existe el derecho a tener descendencia. Que tener hijos propios no es un derecho, pensamiento que además comparto.
El problema con esta ley y estas declaraciones no es ese, si no la discriminación de por qué unos sí y otros no.
Todos deberían costearse el tener un hijo, o ninguno. Pero no en función de su condición sexual, ni ningún otro criterio arbitrario.
Y conste que soy un firme defensor de no promover la natalidad ni de financiarla públicamente.
Una anotación, algunos problemas de fertilidad se deben tambien a problemas de salud, . De todas formas un embarazo tampoco es una enfermedad y sin embargo en muchos países, entre ellos España, es el estado el que corre con los gastos o parte de ellos.
Cada vez que alguien apela al sentido común hablando de política, muere un gatito.
No tengo ni idea, así que perdón por si meto el gambón, ¿pero cómo que la falta de fertilidad no es un problema médico? Suele estar ligado a distintas disfunciones y tiene tratamientos eficaces, ¿no es suficiente eso? ¿La sordera es una enfermedad?
Yo creo que la natalidad sí está considerado en nuestra sociedad un derecho. ¿No nos gusta? Bien, tratemos de cambiar las normas, pero no rompamos la baraja. Lo de hablar del "no me gusta, no lo pago" hace que entremos en la espiral liberal que, personalmente, me da arcadas.
Casadas y niños primero
El feminismo de derechas me había convencido. La procreación es el derecho supremo, primordial e inalienable de toda mujer. Pues ahora ya ni eso. ¡Viva la coherencia!. Por La Filósofa Frívola
El viernes pasado, como cada viernes de sorpresas, nos enteramos de que lesbianas y solteras quedan fuera de la inseminación artificial del sistema público de salud (o “de gratis”, como lo llaman los que se perdieron “Estado de Bienestar 101”).
Este hecho puede parecer a priori muy gore, pero os lo voy a explicar un poco mejor para que veáis que no es para tanto, y que montamos escándalo por tonterías de nivel, feminazi style. El hecho en sí viene a ser que si eres una mujer sola (y una mujer sola es aquella que, aún hallándose rodeada de gente, si no está románticamente involucrada con un portador de miembro viril está SOLA, y punto. Si sois portadoras de vagina, os lo explicaré con una situación que seguro reconoceréis, por su alta recurrencia en vuestras correrías nocturnas: estás en un bar con seis amigas. Seis. Se os acerca un cretino “¿qué hacéis tan solas, morenas?”. Fin de la explicación. Espero que haya sido de ayuda también para nuestros congéneres macho decentes. Por si alguna vez habéis tenido la tentación. No, no lo hagáis) no te vas a poder inseminar si no tienes guita.
Una mujer sola no es como un pez sin bicicleta, que os han engañado, no seáis ingenuas, por favor. Es una criatura incompleta. Necesita un macho a su lado, una media naranja que le firme un permiso para abortar, para inseminarse o para abrirse una cuenta bancaria (tiempo al tiempo: probablemente se trate del bombazo del viernes que viene). Por lo tanto, y, como hemos visto, una mujer sola no es una mujer del todo. Su derecho a la maternidad queda así en suspenso hasta que decida de una vez realizarse como hembra humana y acabar comiendo perdices con un príncipe azul que diga “eh, chicos, esta no se toca, viene conmigo”.
Luego está el supuesto de las lesbianas, que es infinitamente peor y más rastrero, porque en el caso de una mujer sola, se contemplan hetero-escarceos, enamoramientos de un par de meses con gran carga pasional, e incluso a veces, si la mujer sola resulta saber lo que le conviene, ser llevada eventualmente al altar por su amantísimo padre en una suerte de carrera de relevos del tutelaje patriarcal. Pero si eres bollo, si un día te levantaste torcida y con el firme propósito de prescindir de los dildos de carne for good, pues ajo, amiga. Si has decidido, rebelándote contra todo lo que es natural, y por tanto hermoso, no ser mujer, con un par de ovarios toreros, ahora apechugas. Las pelopincho con camisas de cuadros y gafas de colorines no pueden ser madres inseminadas porque los chiquillos se traumatizarían. No tanto como teniendo por madre a doña María Dolores de Cospedal, pero ahí le anda. Y si de verdad, aún y con todo, están decididas a arruinar la vida de sus futuras criaturas, hay por ahí un montón de degenerados deseando montarse un trío, que podrían inyectarte in situ, y tú, caprichosa, insolidaria, mala madre, lo estás despreciando.
Las lesbianas sueltan tacos, llevan el pelo corto, no se afeitan la sobaca, y a friccionarse los clítoris mutuamente lo llaman “tener sexo”. Es un auténtico escándalo que encima quieran que las personas normales y trabajadoras, que pagamos nuestros impuestos, les financiemos la escabechina.
De este modo, con argumentos de gran peso, queda demostrado que las lesbianas lo que se dice mujeres mujeres tampoco. Así que derecho a la maternidad el justo y necesario. Cero, vaya. A no ser que quieran abortar, ojo. Y esto va también por las hetero-mujeres solas: Ahí tienen todo el derecho y el apoyo fuerte y coaccionante de las gentes de bien para llevar a buen puerto ese don de dios que es un embarazo no deseado.
La mujer casada, en cambio, cumple todos los requisitos necesarios para ser madre por inseminación pública, porque en este caso particular no se trata de un capricho. A la mujer casada la reconoceréis por sus rulos, su bata, y su rodillo de amasar en posición amenazante. Esa se consiguió una polla, pasó por el duro trance (lo que toda mujer decente que desee tener descendencia debe hacer) de firmar un papel y copular a cambio de una aburrida estabilidad económico-emocional. Pero el donante físico de semen no-anónimo le salió rana. Cachis pues.
En este supuesto, ser inseminada con el dinero de nuestros impuestos no es un derecho, no nos equivoquemos, sino una especie de recompensa, un homenaje, un aplauso fuerte, un tributo al esfuerzo y al espíritu de sacrificio de estas mujeres. Una verdadera mujer que desea hijos hace lo imposible, no va a lo fácil. No se conforma con echarse una novia en la Eskalera Karakola, con tener que pasar mil pruebas médicas, listas de espera, intentos fallidos en clínicas. En el camino de una buena mujer que ha oído la llamada de la maternidad puede haber obstáculos, sí, muy desagradables, también, a los que hacer frente, como casarse y todo lo que conlleva. Pero merece la pena. Y si no, es que no ansías un bebé tanto como vas diciendo por ahí, egoísta, caprichosa, mala madre, lesbiana, mujer sola.
http://www.madriz.com/casadas-y-ninos-primero/