Claro, es mejor arrodillarse ante las ordenes de la Merkel y comerle el falo como las tan alabadas aquí prostitutas. No hay que negarle ayuda a nadie, desde luego, pero que se hagan responsables de las consecuencias quienes causan las guerras. Es fácil echarle pestes a países europeos que pretenden desarrollarse pero no pueden levantar cabeza porque están bajo el yugo general de quienes lloran pseudoatentados y aplauden masacres allá donde a nuestro doble rasero occidental no le duele.