Por desgracia, así es. Aplicar procesos como el hard limiting, la compresión, e incluso el normalizado, desvirtúan la naturaleza propia del sonido. Se tiende a creer que a mayor volumen, la música suena 'mejor'.
Pero es que a la mayoría de gente de hoy día le importa poco la calidad del sonido. Por ejemplo, el mp3 es un formato de audio de baja calidad, y, sin embargo, es el más popular.
También hay que tener en cuenta los hábitos actuales, especialmente el del público joven: la música se escucha más a través de reproductores 'MP3' y teléfonos móviles, que mediante equipos de alta fidelidad. Y, para añadir más, este importante sector de consumo escucha la música por la calle, en el autobús, en el metro, etc., con lo cual, prima más el volumen que la calidad.