En contraposición a otras cosmovisiones, como la antropocentrista, teocentrista, biocentrista, ecocentrista, etc. el veganismo generalmente parte de una cosmovisión sensocentrista. El planteamiento ético sensocentrista considera que todos los individuos con capacidad para sentir deben ser considerados y respetados; no tener en cuenta los intereses de los individuos de una determinada especie sería una discriminación arbitraria llamada especismo.
El rechazo al especismo lleva a los sensocentristas a practicar un estilo de vida vegano, es decir, dejan de participar en todas las actividades que de forma directa e indirecta explotan a los animales sintientes, absteniéndose del total uso o consumo de productos de origen animal. En cuanto a la práctica colectiva, los sensocentristas consideran que la explotación de los animales debe ser abolida, acabando con el estatus de propiedad que actualmente tienen los animales no humanos y concediéndoles, en su lugar, derechos animales que protejan sus intereses básicos. En este sentido, se puede afirmar que el veganismo es un movimiento abolicionista, pues no tiene como objetivo una mejora en las condiciones de vida de los animales que son explotados, como pide el bienestarismo, sino que tiene como objetivo el fin de la explotación.