No soy partidaria de la explotación de ningún animal, con ningún fin. Considero que la vida es la posesión más sagrada de cada ser vivo y por ello nadie tiene ningún derecho sobre ese bien más que el propio individuo. Y sin embargo, alguien podría levantar el dedo y señalarme porque tengo dos perros y seis gatos. Ahora bien, a veces no nos es posible cambiar todo lo que está mal en un abrir y cerrar de ojos, y mientas lo hacemos podemos ayudar a otros en el camino que están sufriendo. Si para ayudar a algunos de estos seres tengo que hacerme llamar " su dueña" lo haré, no porque yo quiera ni porque ellos sean mi propiedad, sino porque en este mundo las cosas siguen siendo blancas o negras y siguen existiendo amos y esclavos. Para mí, los animales que conviven conmigo no son mi posesión, sino mis protegidos. No son mis mascotas, son de mi clan y de mi familia. Si los llamo "míos" alguna vez es para protegerlos de lo que hay fuera, porque fuera estuvieron a punto de morir y bajo mi techo están a salvo. No son nada mío, pero si hiciera el intento de dejarlos marchar, seguramente no querrían irse, porque conmigo han encontrado afecto, sustento y seguridad.
Mi conclusión es que si bien es verdad que nadie tiene derecho a poseer la vida de ningún ser vivo, y por supuesto debemos rebelarnos ante cualquier situación en la que alguien reclame derechos sobre la vida de otro, a veces el corazón te pide proteger al que sufre cobijándolo con tu propia vida y circunstancias. ¿Me pertenecen mis animales? Ante cualquiera que intente hacerles mal sí, y los defenderé como tenga que defenderlos.