La EMDR
La EMDR, o "eye movement desensitization and reprocessing" (desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares), fue promovida por el Dr. David Servan-Schreiber, fallecido el año pasado.
Se trata de una técnica que consiste esencialmente en mover los ojos según una secuencia precisa para modificar su estado emocional.
El fenómeno fue descubierto por azar por la psicóloga estadounidense Francine Shapiro en mayo de 1987. Mientras paseaba, observó que sus "pequeños pensamientos negativos obsesivos" desaparecían cuando hacía ir y venir rápidamente sus ojos de izquierda a derecha. No le hizo falta más para proponer el ejercicio a sus colegas, experimentarlo con sus pacientes y crear la EMDR con resultados brillantes, especialmente para los estados de estrés postraumático sufridos por las víctimas de conflictos, atentados, violencia sexual o catástrofes naturales.
Según el Dr. Servan-Schreiber:
«Es el tratamiento más controvertido desde las revoluciones del psicoanálisis y la más reciente de los antidepresivos. En los años 1980, una psicóloga que estaba preparando el doctorado en Menlo Park, Francine Shapiro, descubrió que los movimientos oculares rápidos permitían atenuar recuerdos traumáticos reemplazándolos por imágenes y pensamientos nuevos. Tras quince años de investigación, los resultados de la EMDR para tratar los trastornos postraumáticos severos se revelan superiores a los de los medicamentos y mucho más rápidos que las psicoterapias clásicas o de comportamiento. Neurosis de guerra, consecuencias de una violación, de un seísmo o un accidente: el 80% de los sujetos declaran estar curados en tres sesiones. Un seguimiento posterior de quince meses muestra que los efectos beneficiosos persisten mucho tiempo después del tratamiento ». (2)
Escribir lo que se siente
Siéntese con la espalda recta sobre el borde de una silla con las manos sobre los muslos y en una posición cómoda. Concéntrese en las sensaciones de su cuerpo e intente encontrar palabras para describir el modo en que sufre:
¿Qué le ocurre? ¿Por dónde comienzan sus emociones negativas? ¿Cuál es el encadenamiento de las "ideas negras" que se suceden en su cabeza? ¿A qué hora se despierta por la noche y cuáles son normalmente los primeros pensamientos negativos sobre usted mismo que le vienen a la mente?
¿Dónde le provoca esta situación más dolor físicamente? ¿En la garganta, el vientre, el pecho, la cabeza…?
No busque únicamente las ideas negativas o los dolores y piense también en las cosas neutras o positivas que sienta, si existen. Apunte todo eso en un papel. Poco a poco podrá así ir aprendiendo a “domesticar” su dolor (el cual, como hemos visto antes, es absolutamente real), y vivir mejor con él. Se dará cuenta de que la depresión no es usted, sino que son ideas que a veces le acompañan en la vida que lleva.
Por cierto, no es necesario que otra persona lea su análisis.
Corrija un desequilibrio nutricional
Cada vez que sufre estrés, ello provoca en la sangre una descarga de adrenalina, de noradrenalina y de cortisol, hormonas segregadas por las glándulas suprarrenales.
Esta descarga hormonal desencadena la transferencia a la sangre de sus reservas de minerales y oligoelementos almacenadas en los órganos y los músculos. Su cuerpo busca así soportar mejor el estrés y compensar sus efectos. Esta reacción es eficaz en un primer momento, pero debe saber que esos minerales y oligoelementos se eliminarán en gran parte en los días sucesivos a través de la orina.
Cuando usted sufre un importante choque emocional (duelo, accidente, despido, separación...), la situación de estrés se mantiene. Las descargas hormonales continúan. Pero sus reservas de minerales y oligoelementos van disminuyendo. A medida que pasan los días, sus glándulas suprarrenales continúan segregando sus hormonas bajo el efecto del estrés y sus reservas de minerales y oligoelementos se agotan.
Como consecuencia de ello, su capacidad de superar el estrés disminuye. Siente fatiga física y luego fatiga nerviosa, que se manifiestan con palpitaciones cardiacas, trastornos gástricos, trastornos intestinales, dolor de cabeza y vértigo que acentúan su estrés. A ello sigue inevitablemente una pérdida adicional de minerales y oligoelementos.
Poco a poco su sistema se desboca y se dirige hacia la depresión, por autoamplificación del fenómeno.
La solución, como ya habrá adivinado, consiste en reconstituir sus reservas de minerales y oligoelementos a medida que transcurre la situación adversa a la que se enfrenta y, por lo tanto, en consumir dichos nutrientes. Pero atención: es crucial consumir también las vitaminas que le permiten asimilar los minerales (sin lo cual éstos serían evacuados por la orina y las heces), los aminoácidos y los ácidos grasos que aseguran la retención de los minerales en sus tejidos y mantienen la producción hormonal para que ésta tampoco se agote. Tenga en cuenta estas pautas nutricionales:
Las vitaminas que permiten la asimilación de esos minerales son principalmente las del grupo B (B3, B6, B9, B12), que se encuentran en la cáscara de los cereales (germen de trigo, copos de avena), las leguminosas (judías, lentejas, guisantes…), la levadura de cerveza, el pan integral, el pescado, la carne (sobre todo la de las aves de corral ecológicas)... La vitamina B6 es especialmente importante, ya que favorece la asimilación del magnesio y la vitamina D es indispensable para el metabolismo del calcio.
Varios aminoácidos desempeñan funciones importantes: la taurina favorece la asimilación del calcio y el magnesio; la glutamina es un precursor del ácido gamma-aminobutírico (GABA), un neurotransmisor que impide el riesgo de sobreexcitación neuronal del cerebro; la tirosina es esencial para la producción de dopamina, de adrenalina y de noradrenalina, implicadas en la regulación del rendimiento neuromuscular, la vivacidad de espíritu, la concentración y el humor; la arginina es un regulador del cortisol, hormona mediadora del estrés.
Para evitar que sus glándulas suprarrenales se agoten, debe usted consumir también otros precursores hormonales como son los ácidos grasos omega-3 de cadena larga: el EPA y el DHA. Cuando se asocian a todos los elementos anteriores, se constata que se potencian mutuamente y tienen un efecto ansiolítico y tranquilizante.
No hay que olvidar los oligoelementos: el manganeso, el cobre, el cromo y el selenio, que intervienen como cofactores de un gran número de reacciones metabólicas, entre ellas las secreciones de las glándulas endocrinas. Estas secreciones son indispensables para que su cerebro siga produciendo la hormona del buen humor (la serotonina), así como los demás neurotransmisores necesarios para la buena gestión de sus emociones (acetilcolina, dopamina, GABA...).
Importante
Lo que le estoy dando aquí no es más que una "rueda de repuesto" nutricional para hacer frente a las dificultades de la vida. No obstante, lo esencial no se encuentra ahí, sino en las decisiones y soluciones personales que encuentre para desarrollar su “sistema de protección completo”, lo que implica una vida familiar equilibrada, una base a la que pueda recurrir en caso de recibir un golpe duro, ahorros, una pasión, un proyecto de vida...
Por falta de espacio, no puedo abordar estos temas aquí, ya que cada uno de ellos debería ser objeto en sí mismo de una carta completa. No obstante, espero haberle dado algunas pistas útiles. Le prometo que volveré sobre este tema.
¡A su salud!
Juan-M. Dupuis
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Fuentes
(1) O'Connor LE et coll. Empathy and depression: the moral system on overdrive. Empathy in mental illness, Tom F. D. Farrow, Peter W. R. Woodruff
(2) David Servan-Schreiber, Notre corps aime la vérité, página 16.
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Los copyrights me los paso por el larguero sin ánimo de molestar.
¡Un saludo!