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Sinclética de Alejandría
Pareciera que no conocieses la naturaleza humana. Una persona puede comer carne pese a su gigantesca compasión hacia los animales y pese a sentirse realmente culpable. Existen personas a las cuales les cuesta una vida dejar ciertas comidas, aun cuando cuentan con mil razones de por medio. En muchos casos no es porque se prefieran a sí mismos sobre los animales que consumen, sino porque los rebasa una fuerza bruta incontrolable, instintiva, salvaje y animal que está más allá de su control, que en el instante de su irrupción frena todo razonamiento, bloquea toda capacidad intelectual, coloca la mente en blanco, crispada y enloquecida. Ese deseo irrefrenable por ciertas comidas inclusive los puede conducir a preferirlas estas antes que su propia vida, que son capaces de poner en riesgo. Por ejemplo, existen personas con diabetes grave a las que se les pronostica una muerte muy próxima si consumen ciertos alimentos y una muerte muy lejana o promedio si se cuidan y, pese a saberlo, no solo siguen consumiendo los productos que les son perjudiciales, sino que lo hacen con exceso. Estas personas adictas al dulce no piensan ni si quiera en su propia vida y en salvarse de una muerte temprana, y muchas se resignan a morir pronto. Si alguien es capaz de morir por la comida, lógico es también que sea capaz de dejar morir a otros por la misma. La gente que no ama comer no es capaz de entender esto. Pero lo cierto es que una persona que realmente ama el sabor y la textura y hasta la sangre cruda de la carne con pasión, y un no sé qué instintivo, prácticamente biológico, que no puede explicar, no necesariamente come carne por especista, puesto que si de carne humana se tratase también la comería sin basilar. Existen personas a las cuales les es más fácil dejar los cigarros y el alcohol que la carne. Personas que dejan de un día para otro sustancias con adictivos fuertes y artificiales a veces son incapaces de dejar su adicción a la carne, a pesar de que esta no cuenta con adictivos. Existen personas naturalmente honestas que no se venderían por nada, así les ofreciesen una suma de dinero millonaria, personas que no cederían ni aún si les prometiesen todo el dinero de los cinco hombres multimillonarios más ricos del mundo, y que, sin embargo, por la carne serían capaces de robar y de cometer crímenes. Existen personas que en estado normal, si no tienen necesidad de cometer delitos para conseguir la carne, son persona buenas que ayudan a quienes sufren, tanto humanos como animales, pese a su alimentación inconsecuente. El juicio moral no debe aplicarse a todos por igual: no se puede juzgar a una persona adicta como se juzga a quien no lo es. ¿Por qué? Porque quizás un vegano que critica a una persona adicta a la carne que se esfuerza por no comerla y logra comerla solo una vez por semana, si sufriese su misma adicción no solo no sería vegano, sino que además comería carne no una vez por semana como lo hace este adicto, sino 5.