Podemos saber algo de su pasado, antes de llegar a El Hogar de Luci, mirando su cuerpo delgado por falta de alimentación.

Las fracturas mal soldadas de sus patas nos contarán que alguna vez sufrió roturas en sus huesos y nadie las curó. Su dolor fue ignorado, cargó con él siguiendo a sus compañeras de rebaño atravesando campos para no perder a su familia. Hasta que un día, quizás no pudo seguir el paso…
O quizás Camille se negó a seguir siendo explotada y decidió quedarse rezagada.
En su huída hacia la libertad se dejó parte de su piel y carne. Algún trozo de alambrada, verja o espino con el que los humanos hacemos la separación de nuestras propiedades se quedó con su pequeño trozo de tributo a la vida nueva que le esperaba. Tiene una herida seria en una axila que le estamos curando con dedicación.

Si alguien concibe alguna esperanza en que la leche que toma, el queso, la carne, la lana con la que viste, tienen el certificado de haber sido obtenidos de forma “natural” de un animal criado en libertad, en granja familiar y que, por tanto adquiere un producto ecológico, que repase en Camille las huellas de su encierro, la suciedad de su pelo, las costras, las cicatrices de heridas viejas, las soldaduras malas de sus huesos rotos, los cientos de parásitos, su debilidad y descubrirá como ningún animal encerrado, considerado producto de consumo, lleva una vida natural. Ninguno lleva la vida que él habría elegido. Ninguno es tratado con la consideración y respeto que merece cada ser vivo. Ninguno es un ser tan valioso, siendo propiedad humana, como la naturaleza lo hizo, único e irrepetible, individual, autónomo, dotado de capacidad de adaptación a su hábitat natural.

Camille no es ningún producto ecológico, no es un objeto de intercambio en el mercado. Es un ser vivo, tiene capacidad de sentir, el frío, el hambre, el dolor, el miedo.

Cuando alguien come un queso hecho de la leche que ella no pudo dar a su cría, convertida en asado de una fiesta de humanos, no puede justificar el daño que le causamos. Sencillamente, nadie necesita ese alimento que nos enseñaron a comer y ella, en cambio, necesita su vida.

Camille, libre de su condición de propiedad de alguien, vive tranquila y segura en El Hogar de Luci donde su vida es apreciada, se le trata con el respeto y cuidado que deberían ser la habitual forma de intercambio de amistad entre humanos y resto de animales. Aprenderá a convivir con otras especies que allí encontraron también su hogar y nos enseñará una vez más, como hemos aprendido de tantos nuevos amigos, que conocerla es entenderla, que respetarla es poder llegar a amarla.
Camille debió nacer libre, como libres tienen que ser todas las que están presas,
Sea cual sea su especie, NO A LA ESCLAVITUD, NO A LA EXPLOTACIÓN
Viviendo vegano estamos luchando por su liberación.

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