Reacción animal

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Compartimos el mundo con una gran diversidad de especies; nadie nos otorgó el mando de la vida y sin embargo es innegable que estamos al frente de lo que pasa en el planeta. Más que darnos poder, lo anterior nos hace responsables de los demás habitantes, empezando por los animales no humanos, y eso nos lleva a cuestionar: como sociedad ¿lo hemos comprendido, o aún es una minoría la que se preocupa por darles una existencia respetuosa? ¿Es posible hablar de un avance real, esperanzador, en la construcción de una conciencia que nos dirija al justo trato a los animales?

En los últimos años percibimos una mayor conciencia en la importancia de la atención al medio ambiente y todo aquello que lo integra. Los problemas en este renglón continúan siendo graves, pero no puede negarse que hay más información al alcance y ello ha repercutido en que cada vez más personas buscan una vida ‘verde’ (o lo más cercano a ella), que contribuya a frenar el deterioro del planeta.

Un elemento esencial del ambiente son los animales no humanos, quienes históricamente han sido víctimas de abusos por parte de los seres ‘pensantes’, autoasumidos como los amos del planeta. Afortunadamente, también parece haber más interés en proteger a las diversas especies que conviven con nosotros.

Hoy resulta común saber de la existencia de asociaciones dedicadas a la protección de los animales. Sabemos de eventos para la adopción de perros y gatos. Vemos a figuras del espectáculo en publicidad que invita a combatir el maltrato hacia los animales, o a efectuar un donativo en pro de alguna organización del ámbito. Basta conectarse a cualquiera de las redes sociales de moda para encontrar avisos de campañas de esterilización, anuncios para localizar a una mascota extraviada o hallarle hogar a una abandonada, y otros por el estilo. Salimos a las calles y nos cruzamos con gente que luce alguna camiseta o pulsera cuya adquisición simboliza el respaldo a alguna de estas mismas causas. Leemos en los diarios acerca de eventos que van desde concentraciones de manifestantes hasta actos al más puro estilo performance, con personas representando a alguna especie en situación de peligro.

No obstante, muchos ponen en tela de juicio la autenticidad y sobre todo la efectividad de estas acciones. Las interrogantes son: ¿podemos hablar de logros considerables, de un cambio positivo en la conciencia contemporánea? ¿En verdad se vislumbra un futuro mejor para los animales?

UN COMBATE CON HISTORIA

Contrario a lo que algunos puedan pensar, el involucramiento de individuos y grupos en la defensa de los animales no es algo reciente. Desde la antigua Grecia había filósofos interesados en los derechos para los animales, en su reconocimiento como seres sintientes.

Fue a principios del siglo XIX cuando se comenzaron a tomar medidas para que los animales tuvieran una existencia más digna. En 1822 se aprobó en Inglaterra una ley que prevenía el trato cruel e inapropiado al ganado, mientras que en 1824 se instituyó en Londres la Real Sociedad para la Prevención a la Crueldad hacia los Animales, activa a la fecha.

En el continente americano, Estados Unidos dio los primeros pasos a finales del siglo XIX. La pionera fue la Sociedad Estadounidense para la Prevención de la Crueldad a los Animales, en 1866. Y en el 54 nació la Sociedad Humanitaria de los Estados Unidos (Human Society of the United States, citada comúnmente como “la Humanitaria”), una de las más respetadas y con mayor influencia en el mundo.

En México esta clase de agrupaciones comenzó a surgir en los años setenta, con organismos como la Asociación Nacional para la Aplicación de las Leyes Protectoras de Animales, que trabajaba en los rastros para promover la insensibilización previa al ganado que iba a ser sacrificado, al igual que la Liga Defensora de los Animales. A finales de la década nació el Refugio Franciscano, aún operando como hogar de perros y gatos callejeros.

Desde los inicios y hasta nuestros días, en México todo esfuerzo por salvaguardar a los animales ha surgido de la iniciativa privada: particulares que se valen de sus propios recursos para tratar de conquistar un cambio al respecto.

No hay un número exacto de la cantidad de organizaciones dedicadas a la protección de los animales en nuestro país. La plataforma Asociaciones Protectoras de Animales de México (APASDEM) cuenta en sus filas a 99 grupos. Otras redes registran cifras menores o superiores. Asimismo los expertos en protección animal comentan que la mayoría de los sitios suelen tener conocimiento sólo de instituciones del Distrito Federal, y que tanto ahí como en el resto de la república existen numerosas agrupaciones que no se constituyen legalmente. Los especialistas consideran prácticamente imposible que llegue a haber uniformidad en este sentido, puesto que darle forma legal a una organización requiere de una inversión económica de la que no todos disponen o bien, prefieren dedicar esos recursos a su trabajo. Lo anterior genera en la sociedad una percepción de falta de formalidad en dichos organismos, y en algunos casos ocasiona también en los involucrados un compromiso que lejos de ser sólido, es susceptible al abandono.

Pese a la carencia de un padrón confiable, se sabe que existen asociaciones a lo largo de todo el territorio nacional, aunque las de presencia más fuerte se ubican en la Ciudad de México. Entre las de mayor solidez hay algunas mexicanas, mientras que otras son delegaciones oficiales de organizaciones europeas, estadounidenses y canadienses, centradas tanto en la conservación de la fauna silvestre como en la protección hacia los animales domésticos e incluso de los equinos, como es el caso del Donkey Sanctuary, que desde 1991 trabaja en conjunto con la Facultad de Medicina Veterinaria de la UNAM.

Marielena Hoyo, experimentada activista independiente por los derechos de los animales no humanos, estima que la mayor acción en las asociaciones en el país va enfocada a buscar hogar a canes y felinos abandonados o rescatados de una situación de maltrato. En segundo lugar se encuentran las dedicadas a efectuar campañas de esterilización, mientras que el tercer sitio lo ocupan aquellas enfocadas en la labor de difusión y búsqueda de legislación. La especialista indica además que la generalidad de las organizaciones se centra sólo en perros y gatos, y señala que esa preferencia no nada más se da en el ámbito del activismo sino en la población en general, pues cuando se exponen en los medios de comunicación asuntos como la caza de ballenas o el envenenamiento de lobos, la reacción es mínima, y en cambio si lo que circula es el video de un animal doméstico sufriendo maltrato, de inmediato se alzan voces por todo el país.

Cabe hacer un paréntesis para mencionar que desde los años setenta, a nivel mundial el interés por la protección animal sigue dos grandes ejes. El primero es el bienestarismo, el cual admite la utilización de los animales como alimento, ayuda en labores, materia prima para elaboración de textiles, sujetos de experimento e incluso entretenimiento, siempre y cuando se evite que sufran, y asimismo se les dé una vida digna. Por su parte el sensocentrismo o movimiento de liberación animal promueve que al tratarse de seres sintientes, los animales no humanos no deben explotarse en forma alguna. Al respecto, puede decirse que las asociaciones existentes en México dedicadas a la difusión de información y concientización en pro de los animales se ven más inclinadas hacia el sensocentrismo. Aunque cabe añadir que ambos sectores tienen diversos puntos de coincidencia y a nivel internacional suelen trabajar en conjunto.

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VALORANDO ACIERTOS

Es indiscutible que se han dado notables avances en la lucha a favor de la defensa de los animales en todo el mundo y México no es la excepción. En una parte significativa de nuestra población ha habido un cambio en la percepción de los animales no humanos.

A nivel educación, hay más conciencia acerca de la adopción, cada vez más personas muestran preferencia por los refugios y campañas para dar hogar a animales de compañía rescatados por encima de las tiendas de mascotas.

También se registra un aumento en la difusión de la importancia de la esterilización de los animales domésticos para evitar la sobrepoblación y el consecuente aumento de ejemplares callejeros. Aunque no hay estadísticas los especialistas coinciden en que hay más individuos conscientes de la trascendencia de esterilizar a sus mascotas y que además difunden esa ideología entre sus conocidos, por lo cual se espera que cada vez sea mayor el progreso en este rubro.

Una victoria en ocasiones desapercibida, pero sin duda valorada por quienes se preocupan por los animales, y resulta digno de resaltarse, es el crecimiento en la oferta de restaurantes especializados en cocina vegetariana y vegana, así como la inclusión de alternativas para quienes no comen carne en los menús de considerables establecimientos, lo cual puede apreciarse en prácticamente todo el país. Los activistas consideran que este cambio va de la mano con una mayor actitud de respeto hacia quienes adoptan y defienden la opción vegetariana, pues todavía hace relativamente pocos años estas personas eran comúnmente víctimas de discriminación, mientras que hoy se valida su estilo de vida y se les brinda opciones para que puedan continuar su proyecto alimenticio sin necesidad de aislarse.

En el mismo contexto, tanto el vegetarianismo como el interés por proteger a los animales se han visto favorecidos por la participación de figuras públicas en campañas: cantantes y músicos, actores de televisión y de cine nacional, así como conductores de medios en general, han prestado su voz y rostro a diferentes organizaciones y con ello han contribuido a que otro sector de la población voltee a ver estas opciones.

Es preciso señalar que aún es necesario hacer una distinción entre protectores de animales y vegetarianos. Muchos activistas enfatizan que no es congruente distinguir entre especies: no se puede defender a perros y gatos y comer carne de res, cerdo, pollo o pescado, dicen (los veganos agregan: ni comer ningún producto que provenga de animales, como los lácteos). Tampoco creer que vale más la vida de una especie en peligro de extinción que de una que se cuenta por millones, o la de un toro de lidia por encima de una vaca en el rastro. Pero estos puntos aún son motivo de controversia e incluso de división entre los propios grupos.
Una red que ayuda
Si hay una herramienta que ha venido a revolucionar el panorama para los protectores de animales, son las redes sociales. Más allá de todo el apoyo que puede proporcionarles Internet como plataforma de difusión y medio de comunicación con sus homólogos alrededor del orbe, sitios como Twitter y Facebook han sido clave para que cada vez un mayor número de personas intervengan en casos de maltrato, o en campañas cuyo fin es colaborar de alguna manera a la protección animal.

Como ya se dijo, la información que más suele circular por estos medios es la búsqueda de hogar para felinos y canes que se encuentran en refugios o en hogares temporales; también se ha vuelto un foro usual para que personas con mascotas que han dado a luz ubiquen a futuros responsables de las crías. Es además un punto clave para la difusión de programas de adopción que se instalan en puntos estratégicos como parques y plazas en diversas ciudades.

A través de las redes se convoca a gente dispuesta a realizar donativos económicos o en especie, sobre todo de alimento y artículos para el aseo. Este punto es particularmente importante ya que el grueso de las organizaciones subsiste mediante donativos de sus miembros y simpatizantes.

En Facebook se crean fan pages de las numerosas asociaciones que existen; basta que los usuarios de esta plataforma opriman el famoso botón de like para que tengan acceso a los productos en venta (camisetas, tazas, botones, plumas y demás) y a la agenda de las actividades programadas para su causa.

El alcance de la publicidad en las redes quedó claro el pasado 22 de abril, cuando más de 7,000 personas se dieron cita en el Zócalo de la Ciudad de México (y otras tantas en diferentes estados) para demandar la prohibición de las corridas de toros, convocadas por el sitio Sin Violencia (www.sin-violencia.org.mx) respondiendo a una invitación difundida principalmente a través de las ya citadas páginas.

Las redes son un foro de denuncia para internautas y para organizaciones. Los primeros suben a ellos fotografías de animales que encuentran en alguna situación de riesgo, para solicitar algún organismo que los rescate, e igualmente estos difunden ahí los casos en los que trabajan. Puede decirse que hoy es más difícil que un caso de maltrato pase desapercibido.

Por su parte, las asociaciones centradas en la educación y difusión en pro de los derechos de los animales encuentran aquí un sitio ideal para diseminar su información; en nuestros días no es descabellado afirmar que tiene más penetración una imagen o tríptico ‘virtual’, que la entrega de folletos en las esquinas de una ciudad (por no decir que la opción en la web es también más amigable con el planeta).

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TODAS LAS VOCES, UNA VOZ

A menudo se cuestiona el objetivo y la eficiencia de manifestaciones y marchas en pro de la defensa animal. Los especialistas coinciden en que cuando esta clase de eventos se lleva a cabo con la adecuada planeación y coordinación, son herramientas eficientes para mostrar a los legisladores y la ciudadanía en general que realmente muchos buscan la instauración de una ley que propicie el mejor trato hacia las especies no humanas. La asistencia de cada vez más personas a estas actividades se considera un éxito, al permitir la inclusión de un sector que no tiene acceso a Internet.

Además de las marchas, algunas organizaciones se plantan afuera de espectáculos que usan animales, como los circos, tratando de convencer al público de que no ingrese al show, explicándoles las condiciones a las que las empresas someten a sus ‘estrellas’.

También preparan actos en donde algunos activistas adoptan el ‘papel’ de animales en situación de maltrato. Leonora Esquivel, fundadora y presidenta de AnimaNaturalis Internacional, comenta que la finalidad es que los espectadores reflexionen por qué un contexto que les resulta chocante para los humanos, les parece normal en los animales. Anteriormente estos actos se ignoraban o se descalificaban, mientras que hoy son foco de atención y sin duda un incentivo para simpatizar con la protección animal.

INDIFERENCIA OFICIAL

Las opiniones de los expertos en cuanto a la respuesta del gobierno y las instituciones públicas en la protección animal son encontradas. Algunos opinan que más que falta de apoyo, lo que perciben por parte del Estado y sus dependencias es total indiferencia. Otros remarcan que la manera de plantear las peticiones impacta en la respuesta. En lo que coinciden es la urgencia de leyes bien estructuradas que permitan un cambio a gran escala, lo cual no es tarea sencilla.

Para empezar, es posible afirmar que la mayoría de la población desconoce que “en 26 estados de nuestro país existen leyes de protección animal, además de una legislación federal en materia de protección de animales silvestres, y también animales utilizados en el consumo, la experimentación y la docencia”, según afirma Gustavo Larios, fundador y presidente de la Asociación Mexicana por los Derechos de los Animales, A. C.

Dicho sea de paso, por lo general esas leyes han sido elaboradas con ineficacia. La redacción de la mayoría de las normas es ambigua y deja lagunas, lo cual las convierte en inútiles.

Más aún, los puntos rescatables suelen quedar en el aire porque en México las leyes suelen naufragar ante la impunidad. “Pasa en nuestra propia especie, más en los animales; vivimos en una cultura de falta de respeto a la ley. El problema se agrava porque a muchas de las autoridades que les toca aplicar la ley son ignorantes, no conocen sus obligaciones ni tienen un perfil que les permita considerar éste como un tema importante”, indica Larios. Un ejemplo, la ley que prohíbe desde 2008 la venta de pericos, loros y guacamayas en todo el país, frente a la realidad: cientos de estas aves en jaulas, en mercados o calles, listos para ser adquiridos por el mejor postor.
No todo está en la ley
En opinión de Marielena Hoyo, uno de los mayores éxitos de los últimos años es la modificación a la Ley de Salud del Distrito Federal en lo concerniente a los Centros de Control Canino, los llamados antirrábicos. El ajuste que entró en vigor el 10 de agosto de 2011 indica que en un margen de dos años, casi la totalidad de dichos centros (14 de 16) deberán estar convertidos en clínicas veterinarias de atención primaria. Igualmente se dictaminó que cualquier animal callejero que se capture debe ponerse en custodia de alguna asociación protectora para que le consiga un hogar, en vez de ser sacrificado. Finalmente, se determinó que la única forma en que podrá sacrificarse a un animal en estos espacios es mediante una sobredosis de anestesia, erradicando la dolorosa y poco efectiva electrocución que se usaba anteriormente. Sin duda es un modelo digno de replicarse en el resto del país. Sin embargo, Marielena subraya que avances de esta naturaleza y su posible expansión se ven opacados y amenazados por la desinformación y la actitud radical de algunos activistas.

La especialista indica asimismo que quienes se empeñan en pedir la inclusión del maltrato animal en el Código Penal, pasan por alto que sería más factible y ventajoso lograr que se estableciera de manera efectiva dentro del Código Civil. Cualquier situación contemplada por el Penal, explica, requiere la intervención de abogados e implica procesos más largos y costosos, mientras que una causa civil se resuelve en plazos menos extensos, es más económica y usualmente ni siquiera necesita de un abogado para que prospere.

Por otro lado, muchos especialistas coinciden en que si bien es encomiable la respuesta de los opositores a la tauromaquia, y es un tema del cual la población en general debe ejercer presión al ser México uno de los ocho países en donde aún se permite la “fiesta brava”, habría que extender ese entusiasmo hacia especies donde la violencia tiene mayores dimensiones, como es el caso del ganado. Marielena Hoyo advierte que nuestro país es el primer exportador mundial de cueros de animal para la industria automotriz, con una cifra de 25 mil cueros por día; “van a continuar matando a esos animales, eso no lo podemos impedir nosotros ni las 70 generaciones que vendrán; pero sí podemos hacer algo para que esa muerte les llegue de manera tranquila y respetuosa. Debemos preocuparnos por algo más que los toros que mueren un domingo en la plaza”.

PARADIGMAS A LA VISTA

En términos estrictos, no puede decirse que haya un solo país que pueda calificarse como “el ejemplo a seguir” en materia de protección animal. Todos, sin excepción, tienen como se dice coloquialmente “cola que les pisen”, pues en ninguno se ha erradicado por completo la explotación de algunas especies, si no para su consumo sí como instrumentos de trabajo o de algún otro modo que comprometa su libertad y/o integridad.

Aun así hay algunos lugares que han dado pasos gigantescos en esta materia: Alemania contempla los derechos de los animales dentro de su Constitución. Suiza va más allá de los requerimientos de alimento o cobijo para los animales de compañía, se preocupa por su parte emocional pues “sanciona que sean expuestos a una situación que les provoque aburrimiento”.

En Estados Unidos, el paradigma es California, donde está prohibido el consumo de la carne de caballo y más aún, a partir de este julio es ilegal la venta de foie gras (emulando la legislación Gran Bretaña Alemania, Italia, Israel y un total de 15 países). A nivel Latinoamérica, en Colombia se sustituyeron los coches de tracción animal por vehículos sin emisiones contaminantes. Mientras que en Santiago de Chile se han erradicado los circos con animales.

Para aspirar a un panorama similar, el camino para México no es sencillo. El mayor reto que enfrentamos es romper la muralla de indiferencia que aún rodea a la mayor parte de la población, incluyendo a la generalidad de los legisladores. Además, es preciso vencer la falta de unidad entre las diversas organizaciones. Ambas cuestiones se ven como factibles de resolver, al menos en un nivel suficiente como para conseguir un avance. No obstante hay un enemigo mayor: la economía. Los países paradigma “tienen otra situación económica, son poblaciones con menos pobreza, desempleo y violencia, y más educación. En México siempre hay ‘asuntos más importantes’ por discutir, y con ese argumento se va relegando a los animales. Por eso debemos trabajar en el desarrollo de la sensibilidad acerca del tema”, comparte Leonora Esquivel.

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ANTES… HOY

La participación de numerosos usuarios de redes sociales en campañas que buscan proteger a los animales es a menudo puesta en tela de juicio. Lo mismo pasa con las personas que utilizan un pulsera o camiseta con publicidad de alguna organización o campaña. Ambas actitudes se han prestado a críticas que cuestionan su autenticidad, pues, hay que admitirlo, la bandera de la protección animal no está exenta de ser adoptada como moda o pose.

Pero los activistas no ven esta conducta como algo perjudicial; al contrario, creen firmemente que cualquier acción en pro de los animales, aunque carezca de convicción, ayuda. Basta un forward, un ‘retuit’ o un like para que la información se expanda y llegue a más personas.

Los frutos de ese cambio en la conciencia general ya son tangibles. Los especialistas comparten ejemplos:

Antes, un animal atropellado en cualquier calle era ‘repasado’ una y otra vez; hoy en algunas ciudades del país empieza a verse cada vez más que ante un accidente de esta naturaleza, los conductores rodeen el cuerpo e incluso paren el tráfico para que alguien pueda retirar al perro o gato y, en su caso, brindarle auxilio. Antes pronunciarse en contra de la tauromaquia acarreaba un sinfín de insultos; hoy las opiniones siguen siendo encontradas pero cada vez más gente respalda a los opositores. Antes negarse a realizar una disección en el colegio era motivo para ser reprobado; hoy cada vez más escuelas admiten a los objetores de conciencia. Antes los zoológicos eran asediados por personas que pretendían dañar a los animales; hoy son visitados prácticamente sólo por quienes desean ver a las diversas especies. Antes defender a los animales en general de inmediato era criticado con un “mejor preocúpense por los niños de la calle” o reclamos por el estilo; hoy cada vez más individuos coinciden en que los animales son también prioridad. Antes a la gente le daba vergüenza intervenir en una manifestación que defendiera a los animales; ahora quienes lo hacen muestran orgullo. Antes el circo era considerado como un incuestionable espectáculo de “diversión familiar”; hoy cada vez más niños y adultos se resisten a asistir a esta clase de entretenimiento si es acompañado de animales, dando prioridad a las compañías que prescinden de esa clase de ‘recurso’.

Precisamente los expertos ven como esperanzadora la reacción de las nuevas generaciones; opinan que los infantes y jóvenes de hoy tienen una educación ecológica distinta, crecen familiarizados con información que incontables adultos aún rechazan, y entienden más fácilmente los conceptos de sufrimiento animal y compasión hacia dichos seres, por ello es de esperarse que el futuro sea mejor para la protección animal. Desde luego, parte de la labor de los activistas es llegar al sector adulto, convencerlo de la trascendencia de efectuar cambios en el trato a las especies no humanas. Como dice Leonora Esquivel: “Hacerles ver que no se trata de prohibiciones, de cosas que tengo que hacer o dejar de hacer para ayudar a los animales, sino de transformar nuestros hábitos por otros más respetuosos hacia los seres con quienes compartimos el planeta”.

La senda a recorrer se vislumbra larga y difícil, pero la buena noticia es que la lógica y la experiencia de otros países indican que no habrá retrocesos, por el contrario, es de esperarse que cada vez más personas vayan ampliando su conciencia y sumándose a una postura empática con los animales. “Ayer nos veían como locos, hoy muchos caminan por la misma calle. Vemos el progreso y eso no irá para atrás”, confía Marielena Hoyo.

Los retos están identificados, y los logros sumados hasta ahora son a la vez orgullo y motivación. Como ha quedado claro, ninguna ayuda es pequeña: todo aquel que preste su voz a quienes no pueden alzarla por sí mismos, está dando un paso adelante en la ruta hacia una sociedad más civilizada.

Fuentes: Licenciada en Periodismo Marielena Hoyo, ex directora del Zoológico de Chapultepec, activista independiente por los derechos de los animales no humanos y analista para medios; Doctora en Filosofía Leonora Esquivel, fundadora y presidenta de AnimaNaturalis Internacional; Licenciado en Derecho Gustavo Larios, fundador y presidente de la Asociación Mexicana por los Derechos de los Animales, A. C. (AMEDEA).

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