"Sin el toreo, desaparecería el toro"
Este argumento es el mismo que se utilizó cuando se dijo que los elefantes desaparecerían si se prohibía el negocio del marfil (ahora hay más elefantes que cuando se usaba marfil) o que sin la caza no habría perdices.
Este argumento se desprende de una visión utilitarista de los animales, en la cual, si no sirven para nada (para nada de lo que el humano saque provecho directamente), no tienen por qué existir.
Por un lado, los animales existen como un fin en sí mismo, no hay buscarles un por qué, igual que nuestras vidas tienen un valor en sí mismas, independientemente de nuestra utilidad para el resto de personas. Por otro lado, más egoísta, si desapareciesen todos los animales de los que no sacamos un provecho directo (los animales "útiles"), nosotros desapareceríamos instantáneamente, ya que cada uno cumple una función en la naturaleza y nosotros, nos guste o no, somos parte de ella.
Siguiendo la clasificación oficial en la que el toro de lidia es una raza, taxonómicamente ésta pertenece a la familia de los bóvidos, subfamilia de los bovinos, especie Bos taurus, subespecie Bos taurus taurus (el ganado común). Dentro de esta subespecie hay una multitud de razas en todo el mundo (especialmente en los distintos países europeos y americanos); de hecho sólo en España hay 45 razas, algunas extintas o al borde de la extinción, de las que sólo una es la raza lidia. De hecho, en palabras de D. José Enrique Zaldívar, veterinario y Vicepresidente de AVAT (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia), existen serias dudas de que realmente sea una raza.
Si asumimos que el toro de lidia es una de las 45 razas españolas, su importancia no es, a nivel de diversidad, mayor ni menor que la de la raza blanca cacereña, la asturiana de valle, la menorquina, la serrana, la pallaresa, la zamorana, la pasiega, la berrenda en negro, la berrenda en colorado, y un largo etcétera.
Por lo tanto, en el caso de que la abolición de la tauromaquia y de los festejos taurinos causase la extinción de esta raza, no sería más problemático que la extinción de otras razas de ganado bovino, algo que lleva años sucediendo en España por la extensión o la importación de las razas más productivas, y algo por lo que nadie se preocupa.
Cada día se extinguen en el mundo 150 especies. El toro de lidia no es una especie, ni siquiera una subespecie, sino una raza dentro de una subespecie que tiene cientos de razas en todo el mundo, como lo es el dálmata o el caniche dentro de la subespecie Canis lupus familiaris, el perro doméstico. Con esto queremos decir que la brutal pérdida de biodiversidad que se produce cada día es de tal magnitud que la pérdida de la raza ganadera de lidia sería una parte proporcionalmente inapreciable.
No pretendemos la extinción de la raza de lidia, pero queremos llamar la atención sobre la hipocresía de ganaderos y toreros, a los que nunca les ha preocupado la extinción de especies ni la biodiversidad, y a los que tampoco les preocuparía la pérdida de la raza de lidia si no pudieran sacar dinero de ella.
Y por último, matizar que si los individuos (algo real, a diferencia de los conceptos de especie o raza, para los que ni siquiera hay unanimidad científica) van a ser obligados a nacer con el fin de que sufran y de que se haga dinero con su vida y su muerte, es mejor que no nazcan.
"Extinción de ecosistemas (dehesas)"
Las dehesas son un tipo de ecosistema manejado por el hombre para mantener el ganado extensivo en el que se conserva el estrato arbóreo del bosque aclarado (menos densidad de árboles) y se elimina el estrato arbustivo, con el fin de que la hierba pueda crecer y mantenerse. De esta forma el ganado tiene pasto, pero a su vez tiene refugio bajo los árboles e incluso alimento (en el caso de encinas, fresnos, etc.).
El hecho de mantener cierta densidad de árboles le confiere una mayor riqueza de especies que la de un pasto. De hecho, las dehesas mantienen una biodiversidad bastante alta y son un ejemplo de manejo sostenible de ecosistemas por parte del hombre.
Cabe recordar que los toros de las dehesas cumplen la función de mantenimiento de éstas pastando, pero están dentro de la cadena trófica: la zona cercada evita la salida de los animales y la entrada de otros animales, los animales enfermos son retirados y sacrificados, no hay opción de ser atacados por depredadores, los animales no mueren en el campo, hay suministro de comida y agua extras...etc.
La dehesa es, como los cultivos en terrazas o los arrozales, es un paisaje cultural, es decir, asociado a una cultura del campo concreta. Por eso, el abandono de los campos, la evolución de la sociedad y de las técnicas de labranza o cría de animales, llevan consigo la transformación de la cultura rural y, con ella, de los ecosistemas asociados.
Cuando desaparece el ganado de una dehesa, con los años, ésta empieza a llenarse de matorrales y nuevos árboles y deja de ser una dehesa. El que una dehesa abandonada vuelva a ser exactamente el bosque original que fue es bastante difícil, ya que los ecosistemas son más que la suma de sus componentes y las distintas etapas de la vegetación no se suceden en línea recta. En todo caso se necesitarán muchos años para ello. De hecho puede que nunca llegue a serlo y presente diferencias respecto del original, si bien eso no tiene por qué ser malo, simplemente diferente.
La opción de que la dehesa sea un paisaje protegido y se mantenga el ganado simplemente para mantener ese paisaje puede ser válida, pero es bastante irreal que el Estado invierta en conservar todas las dehesas que hay actualmente a cambio simplemente de mantenerlas. Además, los paisajes culturales llevan, como su nombre indica, una cultura asociada, por lo que puede no tener mucho sentido mantenerlos si esa cultura ha desaparecido.
La otra opción sería dejar que las dehesas evolucionaran a bosques, a lo que fueron antes de su transformación; durante la etapa de matorralización los incendios se propagan rápidamente, por lo que sería adecuado un manejo de esa dehesa para su evolución a bosque. Las tareas forestales enfocadas a la conservación son una fuente de empleo poco aprovechada en este país, y una alternativa viable, si bien al ser el fin último la conservación y el uso sostenible del bosque, tampoco habría una fuente de ingresos potente para los propietarios de las fincas.
Como conclusión, si se aboliera la tauromaquia en España, muchas dehesas se abandonarían porque dejarían de dar dinero. Si se buscan alternativas económicamente viables, podrían mantenerse, aunque dichas alternativas son bastante limitadas. Sin embargo, es importante decir que Europa da muchas subvenciones a los ganaderos para el mantenimiento de las dehesas por su valor ecológico, por lo que con esas mismas subvenciones puede que sí haya alternativas viables, es algo que requiere un mayor estudio.
Muchas de ellas evolucionarían hacia un ecosistema de bosque, y esa evolución puede ser muy interesante, especialmente si se acompaña de un manejo adecuado durante los primeros años. El bosque mediterráneo alberga una biodiversidad extraordinaria y especies que no pueden vivir en dehesas, por lo que su extensión es también positiva.
Fuente:
http://www.acabemosconlatauromaquia....entos_taurinos