Blancanieves.
Érase una vez, en pleno corazón del invierno una reina que cosía al lado de la ventana. A través del marco de ébano, contemplaba los copos de nieve que revoloteaban en el aire, como plumas. De pronto, se pinchó el dedo, y tres gotas de sangre cayeron en la nieve. Sobre el fulgor de la nieve, el rojo era tan hermoso que pensó:
"¡Ay!, ojalá tuviera un hijo con la piel planca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el cabello negro como el ébano!".