Esta es una historia real que ocurrió en el año 2005 tras el tsunami y que nos demuestra que no hay diferencias insalvables cuando se trata de hacer el bien a los demás, y los protagonistas son un hipopótamo recién nacido, llamado Owen, y una tortuga centenaria llamada Mzee.
Todo ocurrió de la siguiente manera:
Un hipopótamo bebé de 300 kg, que sobrevivió a las olas del tsunami en la costa de Kenia, fue rescatado en mal estado de salud y deshidratado y llevado a la Reserva Natural de Mombasa.
Allí, y ante el asombro de todos, fue adoptado por una tortuga centenaria, que tiene un color gris oscuro similar al de los hipopótamos adultos, y establecieron un vinculo tan fuerte que se volvieron inseparables.
Nadaban, comían y dormían juntos. El hipopótamo seguía a la tortuga a todas partes como lo haría con su madre biológica, le lamía la cara y la protegía cuando alguien se acercaba a ella.
Las fotos hablan por si solas de su unión y la gran ayuda mutua que se dispensaron. Y aunque finalmente fueron separados, la tortuga, como el referente primario de ese bebé, desempeñó un gran papel en la vida del hipopótamo.
Si eso ocurre de forma casi anti-natura en especies totalmente diferentes ¿qué podríamos hacer juntos los seres humanos si fuésemos capaces de salvar pequeñas diferencias de piel, política o religión?
¿En qué se convertiría el mundo si nos uniésemos en proyectos comunes?
En una UTOPÍA real que pronto comprobaremos porque las adversidades futuras nos unirán hacia un frente común: la salvación de Gaia y el imprescindible cambio de paradigma.