Pero es del año del pedo, ¿no?
En fin, pues como los cuentos típicos infantiles... ¡Pobres lobos, qué mal vistos están! Yo siempre le cuento a mi hija el de caperucita roja con variaciones: en vez de un cazador, era un leñador. Y el lobo al final se arrepiente y llora diciendo que tiene hambre, y entonces todos comparten la comida de caperucita de pic-nic y se hacen amigos.