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Un colgante de calavera verde del diseñador Marco Cantina
El sector de la joyería se reinventa buscando la originalidad y abaratando costes con el uso de objetos cotidianos
Si hay un complemento en el vestir dispuesto siempre a sorprender, esta es sin duda la joya. A veces por su precio y otras por su diseño. La feria internacional Vicenzaoro, que se ha celebrado estos días en la localidad italiana de Vicenza, ha sido un buen escaparate de lo más novedoso del mercado. Este año se lleva la originalidad y el uso de materiales menos costosos. Aunque, sin duda, el oro y las piedras preciosas no pasan nunca de moda, de la misma manera que nunca han estado tampoco al alcance de todos los bolsillos.
La originalidad coincide en un concepto: elevar a joya elementos cotidianos. Este es el caso de las chapas de champán. La marca italiana Lebole ha presentado una colección con cápsulas originales que adornan pulseras, collares y pendientes. “Hay algunas chapas que son verdaderas obras de arte”, comenta Barabara Lebole, a la vez que recuerda la gran afición que hay en Francia y en España por coleccionarlas. De momento, solo utilizan las de champán, pero no sería de extrañar que si llegan a España ampliasen su creatividad con las de cava. Los precios de mercado de una de estas joyas oscilan de los 30 a los 600 euros.
Y de la bebida pasamos a la comida. ¿Quién no ha devorado alguna vez una bolsa de ositos de goma? Ahora esta simpática golosina también puede lucir en nuestro cuello, muñeca, dedos u orejas. “Todos los países conocen estos ositos, niños y mayores, ricos y pobres”, explica el diseñador alemán Thomas Zinder. La universalidad de este dulce, reconocible por todos y en todo el mundo, será la base del éxito, según afirma su creador. De momento, se elaboran en acrílico y en todos los colores y ya está preparando la nueva colección con plata y oro. Los precios van de los 20 a los 10.000 euros.
Más animales. En este caso, reptiles. Siempre se han llevado, pero quizás no con tanto realismo como el logrado por los italianos Creat II. Chloe Gonon es consciente que “hay personas a las que les da miedo, pero en cambio, a otras les entusiasma”. Estas piezas están elaboradas a mano en la Toscana en una base de latón, esmaltadas y recubiertas con oro. El precio base es algo más caro: 150 euros el anillo.
Los animales están de moda también en la más alta joyería. Un ejemplo son las creaciones de la diseñadora Roberta Ferri, con tortugas, pulpos, lagartijas... Se trata de piezas únicas que cuentan con materias primeras como rubíes, esmeraldas o diamantes, aunque ha rebajado la gama con “algunos diseños de bronce coloreado con una nueva técnica que logra colores totalmente resistentes”, explica Ferri. No hay precio máximo y el mínimo no baja de los 4.000 euros.
Otro clásico que está ganando protagonismo es la calavera. Uno de los diseñadores más originales en tratarla es Marco Cantina. “Son de bronce y pintadas con una nueva generación de colores resistentes”, detalla. “Todas mis calaveras sonríen, es imposible tenerles miedo”, argumenta. Además, “son de colores para que sean menos agresivas”, añade. En su caso, todas se venden con el mismo precio: 80 euros.
La nostalgia es otro valor en auge en joyería. El diseñador inglés Edward Armstrong ha reproducido en miniatura carteles de maletas de los años 20 para crear joyas para hombre y mujer. “Aportan felicidad, color, nostalgia”, describe. Abarata precios, por ejemplo, sustituyendo la cadena de plata u oro por una tela que “también sirve de fular”. Los precios van de los 35 a los 220 euros.
Y ligada con la nostalgia, otra de las tendencias de la temporada son anillos de sellos con escudos. “Sobre todo a los italianos les gusta aparentar nobleza, pero no todos proceden de familias históricas”, cuenta Armstrong. Por eso, ha creado sellos con escudos de las ciudades italianas. “Es una manera de aparentar sin engañar a nadie”, concluye.
Vive y deja vivir.
Un colgante de calavera verde del diseñador Marco Cantina
Vive y deja vivir.
Una pulsera de ranas de Creat II S.
Vive y deja vivir.
Colgantes que imitan a los ositos de goma
Vive y deja vivir.
Una pulsera con una chapa de champán de Evole
Vive y deja vivir.
Un anillo de caracol de la diseñadora Roberta Ferri
Vive y deja vivir.
Unas serpientes muy realistas de Creat II S.
Vive y deja vivir.
Vive y deja vivir.
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