La isla de Navidad, en Australia, tiene uno de los atractivos turísticos más curiosos que se pueden encontrar: la migración del cangrejo rojo (Gecarcoidea natalis). Cada año, millones de individuos parten de su hábitat en el interior de la isla para alcanzar el Océano Índico y llevar a cabo la reproducción.

Los habitantes de Navidad han incluido esta migración como parte de su calendario. Se cierran varias carreteras para facilitar el paso de estos crustáceos, e incluso se les abre paso. Es habitual ver a la población local con cubos y palas, transportando a los cangrejos hacia zonas más seguras. Aún así muchos de ellos mueren aplastados por las ruedas de los coches. Según algunas estimaciones, hasta cien mil pueden llegar a morir.



Cangrejos rojos en las vías del tren

Pero ¿cómo consiguen los miembros de esta especie sobrevivir a su migración? Desde sus refugios hasta la zona de cría hay casi 50 kilómetros. Es una distancia enorme para un crustáceo de apenas 20 centímetros.

La respuesta parece estar en la Hormona Hiperglucemiante Crustácea (HHC). Estos animales llevan una vida muy tranquila, con unos niveles de actividad muy baja. Pero cuando llega la migración se dispara esta hormona, que permite que utilicen la energía de sus cuerpos de una manera muy eficiente. Esto significa que con la misma cantidad de energía son capaces de estar hasta tres veces más activos.



Migración del cangrejo rojo.

Al estudiar esta especie, los investigadores se encontraron con otro factor interesante. Los niveles de esta hormona era mucho menores en individuos que llevaban una vida más activa antes de la migración. Parece que estos individuos ya estaban "entrenados" para las duras condiciones que tienen que soportar durante su viaje.

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