El supervisor del refugio aseguró que algunos perros tienen entre 18 y 20 años, y nunca fueron adoptados.

Cuautitlán Izcalli, Estado de México.- El albergue Quinta Santa Isabel, localizado en Cuautitlán Izcalli, ofrece hogar y alimento a perros desde hace 15 años, el cual está en riesgo de desaparecer ante los cambios de uso de suelo en la zona, los altos costos de mantenimiento y la endeble salud de su principal benefactor, el empresario Manuel Rozadas Cuéllar.

El albergue, que opera en una manzana completa de dos hectáreas, aloja a 5 mil perros y 600 gatos bajo la supervisión de José Luis Martínez, quien considera que el llamado Centro de Adopción y Rescate Animal (CARA) es la única esperanza de vida para muchos animales abandonados que ahora viven en jaulas con horarios sistematizados de comida y limpieza.

Divididos en grandes, medianos, chicos, viejos, de nuevo ingreso, enfermos y violentos, es difícil ver la magnitud de la población hasta que, apenas se abre el portón eléctrico de las instalaciones, el olor y los ladridos son reveladores.

"Somos el albergue con mayor número de animales, yo puedo decir que a nivel mundial, no existe albergue en el mundo con mayor número de animales.

"Lo que pasa es que en otros países los agarran y los sacrifican, o el problema de abandono de animales no es tan grave como en América Latina", lamentó.

Para Martínez, quien prácticamente vive ahí, los perros que atiende, alimenta, separa de peleas, cura y, en medida de lo posible, hasta acompaña a diario, merecen vivir en un mejor lugar, por lo que procuran darlos en adopción.

"Hay perros que tienen 18 o 20 años, que nunca nadie los adoptó. Quisiéramos que todos encontraran un hogar, que encontrar una casa con amor, con calor, con una familia", comentó.

Actualmente, la inversión entre el pago de la tonelada de alimento al día, el sueldo de 60 empleados y vacunas, entre otras necesidades, asciende a 500 mil pesos mensuales.

Por ello, con una evaluación previa basada en las condiciones de la persona adoptante, donde consideran desde el espacio en el que habita, hasta el tiempo y compromiso que puede dedicarle a la mascota, hay días que salen hasta seis perros, pero aún así, las jaulas lucen llenas.

Además, otro de los problemas que enfrenta es que el terreno originalmente tenía uso para la crianza de animales, pero el permiso cambió a residencial para toda la zona y algunos colonos de fraccionamientos aledaños se han quejado de que sus propiedades no se venden ni se rentan.

Incluso, tiene otro refugio similar, aunque de menores dimensiones, en Tepotzotlán.

"Quisiéramos que este albergue estuviera vacío, que la gente no los abandonara, pero bueno, ya están aquí con nosotros", expresó José Luis Martínez.

Zapatero, rescatista y protector

Refugiado contemporáneo al exilio republicano español, Manuel Rozadas Cuéllar llegó con sus padres a México de niño y con el tiempo se dedicó al negocio de los zapatos, medio en el que ganaría reconocimiento.

"Fue de las personas que calzó a las mejores actrices del País, calzó a muchas esposas de presidentes, y la industria del calzado permite que amase una gran fortuna.

"En el terremoto del 85, al percatarse que muchos animales quedaron huérfanos, el señor Rozadas los empieza a recoger y los empieza a llevar a su casa de Polanco. Ahí les dio atención, amor, albergue", recordó José Luis Ramírez, veterinario que poco después de ese momento se convertiría en su mano derecha en materia de rescate animal.

"Desafortunadamente, el señor Rozada vivía cerca de la Embajada de Canadá, y cerca de gente con mucho poder, entonces para evitarse los problemas, compra este predio en Cuautitlán Izcalli y comienza a ser la Quinta Santa Isabel, en honor a su madre".

La Quinta Santa Isabel fue elegida por el otrora español quien para ese entonces confesara que prefería ocultarlo porque la gente era más amable cuando lo consideraban mexicano-, ya que en la colonia en la que se ubica tenía un uso de suelo autorizado para la crianza animal.

Primero fueron 300 perros, en unos meses tendrían 600 y los perros podían correr libres por el predio mexiquense; luego se cambió el uso de suelo: construyeron alrededor casas y hasta un asilo de personas de la tercera edad.

Ya no serían 600 sino 5 mil perros los que fueron refugiados ahí.

Rozadas Cuéllar, convaleciente por su endeble estado de salud en el Hospital Español, aporta el 99 por ciento de los gastos de la Quinta Santa Isabel, así como otro albergue en Tepotzotlán, ahora parte del Centro de Adopción y Rescate Animal; el resto proviene de donadores, voluntarios, prestadores de servicio social, y asociaciones que ayudan a estos albergues.

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