Formados en biblioteconomía y derecho, los hermanos repartían su tiempo entre su trabajo en la universidad y la investigación filológica y la titánica tarea de adaptar los relatos que iban recopilando a los gustos burgueses de la época, ya que inicialmente su volumen de cuentos no estaba destinado al público infantil. Sirva como ejemplo el caso de 'Caperucita Roja', un relato con infinitas versiones populares en Europa que podían incluir connotaciones sexuales y hasta canibalismo, como aquellas en las que el lobo prepara la carne y sangre de la abuelita y anima a la niña a ingerirlas.
'Caperucita Roja'. Ilustración de Divica Landrová, 1959.