El motivo de que evite a aquel poeta es un...
A ver cómo lo explico.
Aquel café fue una sucesión de preguntas como... "¿cuándo comenzaste a leer? Yo -el poeta- comencé a los 14, un día que tuve una lesión jugando al fútbol...." Y, si yo hubiera contestado la verdad, que era que cuando tenía tres años, leía del revés (con los libros bocabajo, era un ejercicio que me gustaba), que leo y escribo desde que puedo recordar... me hubiera parecido muy presuntuoso. No veo ningún mérito en aprender a leer a una edad u otra. No lo tiene. Pero él hablaba como si sus descubrimientos literarios fueran una especie de mérito: mirad que abandoné el fútbol por Walt Whitman... Esa serie de conversaciones chulescas, ese "yo leo" como si fuera una declaración de personalidad, me echan para atrás. Porque yo siempre he asociado la lectura con la adquisición de un cierto tipo de sabiduría. No se lee porque se vaya buscando eso, obviamente (y mucho menos porque vayas buscando información, o no siempre) pero debería quedarte cierto poso.
Recuerdo una charla con amigos, sobre los escritores que te habían cambiado la vida. Y yo nombré a Dumas y mi amigo Juan, que es de estos lectores epatantes también, me dijo que Dumas no te cambiaba la vida, que un Kafka sí, claro, un Heidegger, un Shakespeare... pero no un Dumas. Carajo, ¡yo me enamoré de Athos! ¿Cómo no va a cambiarme la vida algo así?
A ese tipo de charlas me refiero. A ver quién tiene la polla más larga. A "cómo no has leído esto o aquello", a todas las teorías críticas sobre los escritores, a ese despliegue obsceno de conocimientos, que a mí me suele incomodar, porque me gusta aprender, pero no que me den lecciones (y más alguien que empezó a leer a los 14, perdone usted -sí, aquí me sale mi "yo la tengo más larga"-). Por esa misma razón no hablo mucho de libros. Salvo con mis hermanos y algún par de amigos. Para mí las lecturas son mucho más íntimas, me conforman mucho más que todo eso. Han sido demasiada tabla de salvación (de salvación de los demás, del resto del mundo, de mí misma) como para que yo me pueda poner en una charla a debatir sobre si la generación del 50 es tal o sobre si la poesía de la experiencia me parece cual. Yo leo con las tripas.
Me alegro, no obstante, de no buscar las obras completas de autores. Si hablo de Dumas, escribió más de 600 libros (y, de todos modos, yo con Athos tengo más que suficiente). Y si hablamos de Dickens, que es otro de mis autores de referencia, no me preguntes por qué, pues todavía estoy hallando libros que no sabían que existían.