- Hipócrates ya prescribía "que el alimento sea tu medicina". A partir de tus investigaciones, ¿cómo crees que deberíamos comer para cuidar la salud?
Lo que yo siempre recomiendo es que se coma sin paranoias. Si digerimos bien un alimento, y nos gusta, ¿por qué debemos cambiar? Es cierto que si hacemos una alimentación ecológica, aportaremos al organismo una fracción mineral y antioxidante mayor, y por tanto mucho más equilibrada. Pero lo más importante es ser coherente con tu propio organismo, sin olvidar nunca la necesidad de tomar cinco piezas al día de origen vegetal, un total de 400 o 500 gramos sumando frutas, verduras y cereales.
- Además de sus propios estudios, hay muchos otros que apuntan en la misma dirección.
Efectivamente, actualmente hay varias investigaciones que comparan las propiedades nutricionales de los alimentos ecológicos y los convencionales, desde estudios puntuales sobre un solo alimento a otros más amplios, como los del grupo FiBL en Suiza, que es el centro líder de investigación sobre agricultura biológica, o los trabajos del doctor Carlo Leifert de la Newcastle University, en Inglaterra.
- A pesar de esta cada vez hay una evidencia científica más grande de los beneficios nutricionales de la producción ecológica, últimamente se han publicado opiniones en contra, como la primera vinculación de la bacterial E. Coli con la agricultura ecológica o libros como 'Los productos naturales ¡vaya timo!' de J.M. Mulet, que niega que haya diferencias entre los productos ecológicos y los convencionales. ¿Qué opinión te merecen estas afirmaciones?
Respeto totalmente todas las opiniones, pero sólo tomo en consideración las que presentan validez científica, lo que falta en algunas publicaciones. En el caso del E. Coli, como ya quedó demostrado, fue una actuación precipitada, injustificada y sin criterios.
Lamentablemente, hay afirmaciones que tienen más repercusión en los medios de la que sería de esperar. Creo que desde algunas instituciones se deseaba el poder "echar por tierra" los aspectos beneficiosos de la agricultura ecológica, pero el control y la evidencia científica están demostrando que es un sistema de producción de alimentos seguros, nutritivos y respetuosos con el medio ambiente. Se vio muy claro en el caso de la crisis de los pepinos: el primer ataque fue a la producción ecológica, y luego se demostró que no había ninguna vinculación, sino todo lo contrario: la intensificación en la agricultura convencional y el abuso de los antibióticos en este sistema productivo están creando resistencias en las bacterias, con el alarmante resultado de las decenas de muertos en Alemania.
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