En la pasada feria de Granada vino como siempre la atracción de los ponys... Esa vez no me pude callar, me puse a gritar a los cuatro vientos que eso es una injusticia y que esos animales deben estar libres en vez de dar vueltas como tontos. Aunque los amigos con los que iba se apartaron en plan "yo no voy con este loco", me quedé bien a gusto.