yo sabía del amor por los gatos de escritores como Burroughs, Poe o Pilip K. Dick, pero veo que hay muchos más!
los gatos y sus escritores
El escritor Julio Cortázar, con su gato.
ADN.es
Un día, Lord Byron y uno de sus perros zarparon del puerto de Londres. El can o se cayó o se quiso dar un baño, quién sabe, pero el caso es que acabó chapoteando en el frío mar. Byron le pidió al capitán que parase el barco y socorriera al animal. El navegante se negó porque sólo si el accidentado era una persona tenía un buen motivo para parar motores, así que Byron se tiró al agua y el capitán no tuvo más opción que rescatarle. Y con él, a su perro.
Como Byron, hay muchos escritores que quiere más a un animal que a sus semejantes (y no nos referimos a la zoofilia). Algunas de las relaciones más bizarras y/o tiernas entre literatos y sus mascotas se recogen en el recién editado Perros, gatos y lémures (Errata Naturae).
Ahí también se cuenta el caso de Cyril Connolly, escritor y compañero de clase de George Orwell que estaba convencido de haber sido un lémur en una de sus anteriores vidas (otras de sus reencarnaciones, según él, fueron una langosta, un melón y Arístipo). Por eso se rodeó de lémures a los que trataba como personas, sin reparar en la gente que le criticaba por esas deferencias con los animales.
Salvo algún caso extravagante como éste, la mayoría de los escritores tuvo como mejor amigo a un perro o un gato. Los primeros, por leales; los segundos, porque hacen la compañía necesaria sin invadir la soledad que muchos buscaban.Jane, la esposa de Paul Bowles (el que hizo de su casa un verdadero zoo), escribió sobre las razones por las que los gatos no pueden estar juntos, y son extrapolables a las que esgrimía para defender que dos escritores no pueden compartir pupitre: "Ninguno de ellos consigue la atención que desea y exige". Quizás por eso, escritores y felinos se entienden tan bien desde siempre.
LOS ESCRITORES Y SUS MEJORES AMIGOS
William Burroughs
Un sapo era su mascota de niño, aunque en casa lo que abundaban eran las ratas. Ya viudo (disparó a su mujer), decía que cuando sus gatos se ausentaban, sentía muchas ganas de llorar y a menudo lo hacía.
Truman Capote
"Querido Charlie: aquí todos los perros tienen miedo y pulgas, no te gustarían nada. Te echo de menos. ¿Quién te quiere? T (quién si no)", le dijo el autor de A sangre fría a su perro en una de las notas que le mandaba yendo de viaje.
Paul Bowles
Su esposa, Jane, y él tenían un auténtico zoo en casa: un gato, un pato, un armadillo, dos coatíes, un ocelote y un loro, llamado Budupple, que el escritor siempre llevaba con él. De joven Bowles se autorretrataba como un loro.
Virginia Woolf
Siempre hubo perros en su vida, por eso la alusión a ellos en sus obras era constante. Grizzle y Pinka quizás fueron sus favoritos, y tenía costumbre de llevarlos a todos lados, aunque a los demás les molestara.
Julio Cortázar
El de Rayuela bautizó como Teodoro W. Adorno a un gato callejero de su lugar de veraneo que iba a su puerta a por comida.Al año siguiente, al escritor se le "mojaron los ojos como a un imbécil", dijo, al reencontrarse con el felino.
Ignacio Martínez de Pisón
Recuerda que su primera mascota fue una tortuga a la que su padre,"creyendo que era una piedra, partió por la mitad con el cortacesped". Luego llegaron un canario que reventó de tanto comer y dos patitos destructores.
ENTREVISTA
Irene Antón, coeditora de Perros, gatos y lémures: "Consuelan al editor en su soledad"
¿Por qué felinos y literatura van tan juntos?
A menudo escriben en casa, donde está el animal. Él se convierte en depositario de lo que el autor no osaría compartir con nadie más.
¿Algunos disfrutaron más de la compañía animal que de la humana?
Sí, los autores tienen una relación particular con sus animales, en muchos casos por su trabajo solitario.
¿El más excéntrico?
Cyril Connolly paseaba a varios hurones por París, en particular a una hembra, y la llevaba a los restaurantes (donde ya conocían su plato favorito). Luego tuvo dos lémures, convencido de que lo fue en una anterior encarnación.
¿Qué buscan en ellos los escritores: un reflejo, un psicólogo o compañía?
Todo a la vez. Los animales consuelan al escritor en su soledad, y le hacen compañía. Pero también le unen con la naturaleza, como veíamos con Connolly.
http://www.noticias.com/original/mas...rarias.1421835
Vive y deja vivir.
yo sabía del amor por los gatos de escritores como Burroughs, Poe o Pilip K. Dick, pero veo que hay muchos más!
los gatos y sus escritores
Lo muevo a Mundo Animal
El animal doméstico, además de amigo, ha servido a renombrados escritores como Truman Capote o Virginia Wolf como confidentes de sus ideas, relatos e ilusiones.
Las mascotas se han convertido en un extraño invitado a los pliegues más íntimos de la propia personalidad, allí a donde las demás personas no podemos llegar.
Para algunos escritores, como Marguerite Duras, la soledad es un imperativo intrínseco a la escritura, pero para otros, como Truman Capote, Virginia Woolf o Lord Byron su particular visión de la soledad incluye a un animal, un fiel aliado con el que poder desahogarse o compartir desazones. Alguien que no cuestione su obra, ni interrumpa, ni se queje, pero cuya presencia es de una ayuda inestimable.
Muchos escritores, como el peruano Alfredo Bryce Echenique, han preferido posar con su gato ante la prensa que enfrentarse solos a la realidad. Así también hemos podido ver a Ernest Hemingway con su gato negro, que no le debería dar mala suerte porque le acompañaba siempre.
El libro "Perros, gatos y lemures. Los escritores y sus animales", escrito por diversos autores como Soledad Puértolas o Andrés Trapiello, habla sobre los animales y la literatura, los animales y la escritura. "Sobre el animal como sombra del escritor, como amigo, como único depositario de unos sentimientos, e incluso de unas ideas, que el autor no osaría compartir con nadie más", reza su introducción. Un compendio de curiosidades que salen a la luz sobre escritores y poetas.
El perro inmortal de Lord Byron
El poeta escocés Lord Byron, autor del inacabado Don Juan, fue un apasionado de los placeres de la vida. Se dice de él que perdió la virginidad con diez años y que amó a cientos de mujeres y a varios hombres, tanto que le acusaron de sodomita, pero nunca quiso a ningún humano con la fuerza que le unió a su perro terranova Boatswain.
Cuenta la leyenda que un día viajaba en barco cuando Boatswain cayó al agua. Byron intentó en varias ocasiones que el capitán detuviese el navío y rescatara a su mascota, pero este se negó porque un animal no constituía motivo suficiente para detener la travesía. Lord Byron no dudó un instante ante la negativa y se lanzó al agua, de la que ambos fueron rescatados con vida.
Lo que sí se sabe con certeza es que, tiempo después, cuando Boatswain enfermó de rabia, Byron detuvo su vida para cuidarlo hasta el último latido de su corazón, y una vez muerto, mandó construir un mausoleo para el animal con una placa en la que se podía leer un poema que comenzaba así: "Aquí reposan los restos de una criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad, y tuvo todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos".
Virginia Woolf y sus obsesiones caninas
Siempre hubo perros en la vida de Virginia Woolf. La presencia de animales en sus distintos hogares era algo que todo el mundo daba por hecho y que sirvió como argumento para una de sus obras, "Flush". En Flush un perro acostumbrado a campar a sus anchas y correr por el campo, se encuentra recluido en una habitación a los pies de su ama, que está enferma. Él la cuida, la protege y la acompaña, a la espera de cualquier muestra de cariño de su dueña, por nimia que sea.
Sin sensiblerías de más ni cursilerías, Woolf retrató a la perfección el comportamiento animal en su obra, algo que respondía a sus propias obsesiones por encontrar explicación al carácter perruno. De hecho, escribió "Flush" para superar el trauma que le generó volver de un viaje por Europa en 1935 y encontrar que su perra Pinka había muerto en su ausencia.
Charlie y Truman
Truman Capote ha pasado a los anales de la historia como el creador del periodismo novelado, o de la novela de no ficción, a raíz de su gran obra "A sangre fría" (1966), por la que dedicó cinco años de su vida a investigar el asesinato de la familia Clutter en Kansas. Sin embargo, hubo otro ser que ocupó su vida, sus esfuerzos y sus obsesiones, y ese fue su mejor amigo Charlie, un bulldog inglés que compró a golpe de talonario en Londres y que llevó consigo a la Costa Brava española.
Unos meses antes, su perro Bunky había fallecido en un hotel en Alemania, y Capote se convenció de que jamás volvería a encariñarse con un animal, aunque el encuentro con Charlie cambió su vida y le devolvió la ilusión que más tarde apagaron los psicofármacos y el alcohol.
Cuando inició la investigación frenética de los asesinatos en Kansas y el descenso a los infiernos de las drogas para poder dormir, hubo una luz que le ayudó a superar el miedo. Se acordaba mucho de Charlie, su fiel amigo, al que enviaba algún hueso por correo, cartas o postales a su nombre, como aquella en la que escribió: "Querido Charlie, aquí todos los perros tienen miedo y pulgas, no te gustarían nada. Te echo de menos. ¿Quién te quiere? T (quién si no)".
http://noticias.terra.es/2012/gente-...iteratura.aspx
Vive y deja vivir.
El mejor amigo de Capote: Charlie, un bulldog inglés
Lo compró a golpe de talonario en Londres y se lo llevó consigo a la Costa Brava española.
Vive y deja vivir.
Virginia Woolf escribió sobre la relación que tenía con su perro
La escritora Virginia Woolf siempre reflejó sus miedos y obsesiones en sus mascotas, hasta el punto de escribir 'Flush' en el que retrata la relación entre un perro y su ama enferma.
Vive y deja vivir.
Ernest Hemingway posa con su gato
El Premio Nobel Ernest Hemingway posando con su gato negro en 1953.
Vive y deja vivir.
Alfredo Bryce y su amado gato
El escritor peruano Alfredo Bryce posa junto a su gato en su casa de Lima.
Vive y deja vivir.
Los escritores y sus animales
Fecha de publicación: 7 de noviembre de 2011
Soledad Puértolas • Andrés Trapiello • José Carlos Llop • Antón Castro • Ignacio Martínez de Pisón • Andrés Ibáñez • Marta Sanz • Félix Romeo • Berta Marsé • Pilar Adón • Carlos Pardo
Fuera de colección
Formato: 14 × 21,5
Páginas: 208
Precio: 19,90 €
ISBN: 978-84-15217-14-5
Los editores tuvimos la siguiente ocurrencia: proponer a algunos de los más destacados y reconocidos escritores españoles de nuestros días —autores de distintas generaciones y con proyectos literarios muy diversos— que se acercaran al mundo de los animales de compañía y escribieran sobre ellos. Tal vez incluso para nuestra sorpresa, aceptaron encantados.
Algunos de ellos han escrito relatos íntimos y sobrecogedores, otros nos han brindado textos hilarantes. Algunos han escrito sobre sus propias mascotas, otros han preferido escribir sobre sus autores favoritos y los animales que los acompañaron en los buenos y en los malos momentos: Julio Cortázar y su gato Teodoro W. Adorno, Truman Capote y su perro Charlie, Cyril Connolly y sus lémures, Virginia Woolf, sus perros y su tití, un minúsculo mono del Amazonas… O los loros, gatos, patos, armadillos y coatíes de Jane y Paul Bowles.
Un libro, por tanto, sobre los animales y la literatura, los animales y la escritura. Sobre el animal como sombra del escritor, como amigo, como único depositario de unos sentimientos, e incluso de unas ideas, que el autor no osaría compartir con nadie más.
El animal de compañía, por tanto, como compañero literario. Porque quien tiene un perro, un gato, incluso un loro, un canario o un caballo al que se entrega y ama de un modo especial, de alguna manera le está dando la espalda a la comunidad humana, se está retirando a otro lugar, se encierra en un rincón emancipado de las «torturas del tiempo», nuestro mayor enemigo, del mismo modo que hace aquel que se retira a la literatura. El animal doméstico: extraño invitado a los pliegues más íntimos de la propia personalidad, allí donde también la literatura indaga, escruta, se alimenta.
Vive y deja vivir.